Siete de cada 10 mexicanos se sienten ofendidos por Xóchitl Gálvez. En los Estados, donde las personas arraigan ideas básicas sobre respeto, la candidata mal hablada ha representado una experiencia altisonante y desagradable. Aunque no mencione ofensas directas contra los ciudadanos, solo con escuchar groserías, su discurso ofende.
Probablemente, aquello puede explicar dos factores:
El primero es que entre más conocen a Xóchitl Gálvez, mayor rechazo existe por su candidatura y discurso.
El segundo es que sus asesores constantemente buscan crear un reemplazo más sencillo de construir y dirigir, como una “candidata con inteligencia artificial” o ahora, una tele-candidata que no de palabra sin teleprompter.
El error de lectura en el origen ha sido que para Xóchitl, su familia y asesores, los ciudadanos mexicanos están bajo un concepto de vulgares ignorantes, así que creen que construyendo frases con palabras groseras y simples lograrán crear una falsa identidad. Se equivocan. Los mexicanos, hasta los más humildes o necesitados, son conocedores y se encuentran profundamente politizados. Leen noticias en redes sociales, leen periódicos, opinan y se informan.
Durante el evento de cierre de campaña, Xóchitl Gálvez apagó a la política y encendió a la conductora de noticias. Aquella que durante las entrevistas con Ciro Gómez Leyva anuncia que van a corte comercial. La misma que se vacuna de la falta de proyecto con críticas recicladas que en el fondo, apenas y logran maquillar la profunda ruptura con su partido, el PAN, ante los acuerdos corruptos con que se han manejado con el PRI.
Peor que la ingenuidad grotesca de Marko Cortés, la ignorancia legal acerca de la evidencia de tráfico de influencias que constituye el documento filtrado por él mismo en que se negociaron espacios en Coahuila con el PRI.
Cuando Peña Nieto recitaba sendos y vacíos discursos en televisión con ayuda del teleprompter era vapuleado. Ahora algunos simpatizantes de la oposición celebran que, al menos, en esta ocasión, no hubo errores.
Así de mediocre se han convertido los más exigentes, críticos e “intelectuales”.
La pregunta es ¿cómo llenará Xóchitl su discurso para dejar las majaderías a un lado? ¿Dónde colocará el teleprompter durante un recorrido o una pregunta vecinal?