“Una historia siempre suena bastante clara a la distancia, pero cuanto más te acercas al lugar de los hechos, más vaga se vuelve.”

George Orwell, ‘Shooting an Elephant’

“You are the one, you are the one

And heaven waits here at my door

And if you want more

If you want more, more, more

Then jump for my love

Jump in and feel my touch

Jump if you want to taste my kisses

In the night then”

The Pointer Sisters

Adoración que raya en la locura. Como en el cuento de Orwell, el fanatismo más pronunciado de la multitud acelera a las ya de por sí alborotadas autoridades. Los representantes populares, junto con muchos de los dirigentes gubernamentales, coreando y aplaudiendo las mentiras. El pueblo —una buena parte de este— también; sin importar que sufran en carne propia la falta de servicios de salud. ¿Qué parte no se entiende de que la reforma del amado líder, esa que inventó al Insabi, nos quitó cuatro años de esperanza de vida y dejó a 30 millones de personas sin ninguna cobertura médica?

¿Y se quiere repetir el error ahora en el tema de impartición de justicia? Y esta nueva legislatura federal pretende votar lo que la pasada aprobó en comisiones… ¿No es esto una violación a la normatividad procesal?

Pero la idolatría que funcionarios y legisladores morenistas le tienen a López Obrador es emocional, no racional (lean “‘Con eso tenemos’ o el enamoramiento hacia AMLO”; El Heraldo de México, diciembre de 2020).

Enfrentamos un fundamentalismo muy nocivo. La 4t nos recuerda ‘al lado oscuro de la Fuerza’ (ira, miedo, agresión y ansia de poder), asociados con la revancha, la corrupción, el abuso y la dominación total. Les gusta aniquilar a la oposición y no dejar un solo resquicio para el cuestionamiento.

Así se entendió el Sexto Informe de Gobierno. López Obrador: utilizó la plancha del Zócalo capitalino como plataforma para mentir como nunca con el solo propósito de hacer enojar al contrario. ¡Vaya hazaña!

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Y luego, una votación a mano alzada para ufanarse de cómo él puede dinamitar al Poder Judicial y de paso confirmar que el pueblo confunde con facilidad dos conceptos que son diametralmente opuestos: (1) el que los ministros y magistrados supuestamente defiendan sus privilegios, con (2) el perder el equilibrio de poderes, sustento de nuestro contrato social. ¿De verdad alguno de nuestros legisladores se cree la patraña esa de que la población votó este pasado 2 de junio por una reforma judicial que ni conoce ni entiende? ¿Esa misma gente que cree que las fiscalías y los ministerios públicos dependen del Poder Judicial?

El culto que se profesa a la persona de Andrés Manuel López Obrador es de tal magnitud que ‘el lado oscuro’ de las vísceras de Palacio ni siquiera piensa en Claudia. Serios nubarrones a la vista en caso de que ella se decida a ser quien gobierne

Y en consonancia con ese esquema, el señor cuenta con el apoyo de la “feligresía” legislativa. Después de todo, los diputados y senadores emanados de la 4t deducen que le deben su curul a López Obrador; no a los votantes, y menos aún a la próxima presidenta.

Lo siguiente debiera ser absolutamente condenable: los legisladores han decidido olvidar su deber con la ciudadanía y cambiar el destino de la nación en aras de concederle un ‘regalo de despedida’ al monarca. La aprobación ‘fast track’ de la reforma judicial como cereza en el pastel de un movimiento idólatra (la Cámara de Senadores determinó que, cuando reciba de la Cámara de Diputados la reforma al Poder Judicial, esta será aprobada de inmediato). Los fanáticos optaron por hacer a un lado la falta de salud, las desapariciones, la creciente corrupción y la muerte de más de 196,000 mexicanos producto de la violencia para adorar a su dios.

Ningún espacio para el optimismo con los diputados de Morena y partidos aliados apresurándose para llegar a una votación sin pasar primero por una adecuada discusión legislativa. Al fundamentalismo chairo plasmado en el acelere de una reforma a los poderes judiciales federal y locales no le importan los arbitrajes internacionales, las condenas económicas, la devaluación del peso, la incertidumbre y las alertas para la inversión en nuestro país.

Y en el paroxismo de su fundamentalismo, estos devotos congregantes tendrán espacio para destruir la Constitución y hacer una nueva que le permita a López Obrador reelegirse. Todo un edén.