Ante la invasión rusa de Ucrania, las alianzas internacionales se están reconfigurando. Está también en juego el futuro del continente americano. Y parecería que hay visiones diferentes. Dos hechos me pusieron a pensar:
En primer lugar, la carta del presidente de Argentina, Alberto Fernández, al presidente AMLO de México, del pasado 9 de marzo. Dos párrafos son significativos:
- “He visto que has estado con mi querido amigo Lula. Es una gran persona y el mayor líder que Sudamérica ha tenido y tiene. Deberíamos acompañarlo en todo lo que esté a nuestro alcance”.
- “Si eso ocurriera, le haría un gran bien al sufrido pueblo brasilero. Pero, además, imagino que nos permitiría fortalecer el MBA (México, Brasil y Argentina), un eje en torno al cual podría encaminarse la política de la región en pos de una mejor calidad democrática y fundamentalmente en una más justa distribución del ingreso. Nunca debemos olvidar que vivimos en el continente más desigual del mundo”.
En segundo lugar, en junio, Estados Unidos será el anfitrión de la Cumbre de las Américas. Es una reunión trienal de jefes de estado y de gobierno, que se celebró por primera vez en 1994. El tema de este año será “construyendo un futuro sustentable, resiliente y equitativo”.
Ya sea que estemos de un lado o del otro de estas dos visiones, ¿cuál es la realidad? ¿Qué está pasando en esta región del mundo?
- La izquierda está avanzando. La revista The Economist, la semana pasada, lo definió muy bien: hay una nueva “marea rosa” de gobiernos de izquierda en América Latina: México, Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras. Y pronto seguirá en Colombia y Brasil.
- Hay una mayor influencia rusa y china. China es el mayor socio comercial de Brasil, Chile, Perú y de otros países. Hay quienes piensan que China podría ser el gran mercado que los salvará y, es, además, un modelo alternativo de desarrollo económico.
- Ha crecido el autoritarismo. La democracia se ha debilitado. Los nuevos líderes de izquierda no han sido generadores de consensos ni han evitado la polarización.
- Hay mayor pobreza y desigualdad. Los nuevos líderes latinoamericanos se preocupan y miran al Estado para reducirlas.
- Los políticos de izquierda cuestionan la economía de mercado; rechazan el “neoliberalismo”. Los nuevos líderes latinoamericanos buscan nuevos socios, nuevos mercados y nuevas ideas en otros lugares.
- Los gobernantes tienen una visión ideológica de los temas de la energía (petróleo y electricidad).
- El narcotráfico y la violencia de las organizaciones criminales controlan amplios territorios. Hay una mayor violación de los derechos humanos.
- La migración aumenta, con más refugiados y mayores flujos de gente hacia Estados Unidos.
- La pandemia ha aumentado la demanda de gasto social.
- Con el aumento de las tasas de interés, el servicio de la deuda pública es más costoso. Afortunadamente, la mayoría de los líderes de izquierda están a favor de la responsabilidad fiscal y los bancos centrales independientes.
- Los gobiernos de izquierda de hoy enfrentan tiempos económicos más difíciles que sus predecesores, que fueron ayudados por un auge de las materias primas.
- Los líderes de izquierda tendrán que lidiar con la reactivación económica después del estancamiento y la pandemia. La gente quiere mejores servicios públicos y forzar a sus gobiernos a que dejen de beneficiar sólo a unos pocos privilegiados.
¿Qué va a significar todo esto para las empresas privadas, nacionales e internacionales, en el futuro? Los anteriores son serios problemas en la mayoría de los países. Pero los ejemplos concretos son todavía más aterradores.
Cuba, Venezuela y Nicaragua, que no se caracterizan por ser democracias; han apoyado a Putin durante la invasión de Ucrania; criticaron las sanciones económicas a Rusia. El Salvador avanza hacia el autoritarismo. El triángulo norte de América Central está en crisis; hay ingobernabilidad, violencia y corrupción. En Brasil, el expresidente Luiz Inacio “Lula” da Silva probablemente volverá a ser presidente. Jair Bolsonaro vio a Vladimir Putin en Moscú y se ha negado a condenar la invasión. El presidente argentino, Alberto Fernández, viajó a Beijing y visitó a Vladimir Putin en Moscú el mes pasado, donde le ofreció ser “el punto de entrada” de Rusia en América Latina.
Para la Cumbre de las Américas, los colaboradores del presidente Biden no podrán alejarse de dos temas de la mayor importancia:
- Energía y medio ambiente.
Mientras Europa intenta reemplazar las exportaciones de petróleo rusas; el cambio climático, el desarrollo de las reservas de gas y petróleo de la región de las Américas y los precios de los hidrocarburos, serán temas importantes para Estados Unidos. La invasión rusa elevó los precios mundiales del petróleo a más de 100 dólares por barril. Las economías en desarrollo del continente americano no abandonarán su dependencia de los hidrocarburos. Necesitan respaldar sus programas gubernamentales. Desde Canadá hasta Brasil, Guyana, México, Colombia, Ecuador, Venezuela y el Caribe, el gas y petróleo son instrumentos estratégicos de sus gobiernos.
- Migración
Otro tema crítico para la Cumbre de las Américas es la migración. Ya ninguno de los países de América Latina tienen capacidad de absorber los nuevos flujos migratorios. Pobreza y violencia son el combustible del gran flujo de migrantes y refugiados que van de América Central a Estados Unidos, pasando por México. Las estimaciones de venezolanos que han salido de su país es de seis millones. Miles de nigacragüenses se han ido a Costa Rica. Haitianos desplazados llegan a México.
Se requiere una nueva forma de pensar. Más allá de la contención, los países de América Latina esperan una nueva visión de Estados Unidos. Se requiere un nuevo esquema de cooperación. No se puede avanzar sin mantener un diálogo de forma regular con todos los países de la región. Y tampoco se puede avanzar sin inversiones. Las instituciones financieras internacionales jugarán un papel determinante en el tema migratorio. El BID, la USAID tienen que ser más activos. Las empresas de Estados Unidos que operan en los países de América Latina, y crean empleos, necesitan también el apoyo de instituciones como el Export-Import Bank, que puedan canalizar capital a la región.
El giro hacia la izquierda de la región ha sido rápido. Para fines de este año, más del 80 por ciento del poder económico de la región estará en países con gobiernos de izquierda o progresistas. Convencieron a un electorado con grandes expectativas sobre lo que pueden hacer para mejorar el bienestar material. Esperemos que el pueblo no se decepcione por la incompetencia y la falta de resultados.
Las materias primas están en auge nuevamente. El cobre, el litio, el aceite y los cultivos comerciales han alcanzado niveles récord, lo que beneficia a los exportadores de la región. Los precios del petróleo han sido volátiles, pero están en un alto nivel por el conflicto internacional. Se han disparado los precios de la soya y el maíz. Los países del continente americano pueden beneficiarse de las interrupciones de las cadenas de suministro por la pandemia.
La nueva izquierda latinoamericana debe poner atención a la gobernabilidad. Necesitan ingresos. Si no traducen eficazmente las demandas de sus electores en políticas públicas, no podrán mantenerse.
Estados Unidos ha descuidado las Américas. Debe ahora mirar con cuidado la nueva correlación de fuerzas. Creo que está en el interés nacional de Estados Unidos acercarse con nuestros países y reafirmarse como el socio más cercano y más confiable de la región. Mientras Estados Unidos está ocupado en Europa y en Asia, se están gestando nuevos problemas en el continente.
Entre la visión del eje Ciudad de México-Buenos Aires de la carta del presidente de Argentina y la realidad de la próxima Cumbre de las Américas, creo que debemos cerrar filas con nuestros socios, aliados y vecinos de América del Norte para dar una mayor viabilidad al crecimiento y a la prosperidad de todo el continente americano.
Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino