Amigos de Monterrey, mi ciudad natal, me han contado detalles de una cena reciente de Claudia Sheinbaum con el Grupo de los 10.
Para los que no sepan, diré que el G-10 es un club informal —bastante misógino— en el que participan los 10 más grandes empresarios hombres de Monterrey.
La cena se celebró en la Ciudad de México. Es la primera ocasión en que ellos, como grupo, se reúnen con una corcholata de AMLO.
En lo individual, algunos empresarios de Monterrey se han juntado con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández.
Se supone que el 31 de este mes —es lo que dicen en la cancillería, no en las empresas regiomontanas—, el G-10 tendrá una comida con Marcelo Ebrard.
El hecho es que el famoso G-10, porque el interés tiene pies, rápidamente decidió ponerse a las órdenes de la corcholata que piensan va a ganar la presidencia en 2024, esto es, la jefa de gobierno de la capital mexicana.
Me dicen amigos del Grupo Alfa, que el organizador de la reunión fue el presidente de esta empresa, Armando Garza Sada —”Armando es fan de la Sheinbaum”, se cuenta en esa enorme compañía—.
Garza Sada, por lo tanto, quedó encantado de lo que ocurrió en la cena.
El que estuvo ahí de malas, porque es muy misógino, se llama Enrique Zambrano, de Proeza. ¿Tendrá que acostumbrarse a rendirle pleitesía a una mujer?
Según me cuentan, José Antonio El Diablo Fernández no asistió. Lógico: El Diablo anda de opositor abierto a AMLO, ello nada más porque la 4T acusa a sus Oxxos de no pagar correctamente la luz.
Rogelio Zambrano, de Cemex, dijo que Claudia está bien si a ella es a la que quiere el presidente López Obrador. Es decir, se disciplina.
Pregunté por Ricardo Martín, de Soriana, pero me dicen que ya lo sacaron del G-10.
Adrián Sada Jr., de Vitro, quedó fascinado con Sheinbaum.
Raúl Gutiérrez, de Deacero, en las mismas que Adrián: lo que diga AMLO.
De Terniun acudió César Jiménez, que es el director, no el dueño. También se expresó positivamente de la jefa de gobierno.
El único seguidor de Marcelo Ebrard es Juan Garza Herrera, de Xignus.
En fin, así los capitanes de empresa de Monterrey, que en su G-10 no aceptan capitanas pero que ya se resignan a tener que empezar a decir “Sí, señora presidenta”.