Sonora Power

Después de ver las amenazas cumplidas de Donald Trump, en términos de aplicar aranceles, violar el tratado comercial México-Estados Unidos-Canadá, y realmente ni siquiera preocuparse por los efectos graves que esto puede atraer sobre la economía de su país, los empleos y la industria, deja muy claro que estamos ante lo que pudiera interpretarse, como el surgimiento de una nueva era económica.

Así como se rompió el bloque de la Unión Soviética y los países presuntamente socialistas de Europa del Este a fines de los años ochentas del siglo pasado, después concurrimos a lo que parece ser el entierro de la fase de la globalización acelerada y la integración de los bloques económicos que sustituyeron el viejo orden mundial.

La pregunta es justamente

—¿Qué va a ocurrir?

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—¿Será que acaso se cancela el modelo de la globalización?

—¿Se cierra la fase de las economías abiertas y altamente integradas y regresamos a lo que en el pasado conocimos como economías cerradas?

En aquel tiempo lo que buscaban impulsar era el desarrollo nacional, a partir de estrategias que en su momento, incluso resultaron efectivas como la sustitución de importaciones.

Estamos muy acostumbrados hoy a que tenemos todo a un clic de distancia, y es que las nuevas tendencias del comercio global, el retail a domicilio, incluso la presencia de las marcas que antes sólo se conseguían en lugares como Nueva York, nos han convencido de qué así es el orden normal de las cosas, sin embargo, esto no siempre fue así.

En un tiempo no muy lejano México era una economía cerrada, separada por la frontera de los Estados Unidos, pero que se mantenía a años de distancia al respecto de lo que era usual en el vecino país del norte.

Así fue como crecimos los que nacimos en los años setentas y venimos a enterarnos de esta nueva realidad, a partir de qué se impulsó la apertura económica, promovida, justamente por los neoliberales de hace 40 años.

El caso de México en la fase del desarrollo estabilizador en los años cincuentas y sesentas del siglo pasado llegó a ser un caso de éxito, hasta qué la lógica del modelo se corrompió, sin embargo, hoy cobra mucho sentido, lo pensado y diseñado por Andrés Manuel López Obrador, en términos de promover la autosuficiencia, en abasto de combustibles, en alimentos y la visión de sustituir las importaciones para consumir en México lo hecho en México.

Claro, esto se pensó en la dinámica de la integración continental, y se pensaba que era una gran idea buscar que América, esto pensado como todo el continente americano, pudiera sustituir las importaciones que llegaban desde Asia.

El problema es que la versión 2.0 de Donald Trump, como presidente de los Estados Unidos llega en una fase de nacionalismo exacerbado en los Estados Unidos y con fórmulas que parecen una locura a ojos de la realidad económica en que vivimos actualmente.

Ahora es interesante observar como México podría en un momento dado volver al modelo de sustitución de importaciones, impulsar el desarrollo de su economía a partir de la reinversión de los recursos públicos, en desarrollo de infraestructura y la posibilidad de generar empleos, a fin de fortalecerse en su mercado interno, en su capacidad competitiva, en el abasto de combustibles y de energía eléctrica, sin que las situaciones que tienen que ver con la nueva visión que incorporado Estados Unidos acaben por plantear un desastre.

Está clarísimo que el que keynesianismo económico está de regreso y que fórmulas que se pensó en un momento solo correspondían al pasado, hoy están más vigentes que nunca, ante la vigencia de esta visión de Donald Trump, que para muchos es anacrónica e incluso enloquecida, justo porque se estima que la economía de Estados Unidos y sobre todo su reserva poblacional no da para una nueva revolución industrial puertas adentro, caso distinto al México, que tiene una oportunidad más allá de la integración de su economía en el llamado T-MEC.

Y es que si el mundo tiene una regresión, si se cierra en la escala global, en está idea de la integración económica mundial México está entre los países que fácilmente pueden establecer condiciones de desarrollo a partir de sus propios elementos, tales como reservas naturales, reserva poblacional, enorme territorio, etc., elementos que hacen al país muy deseable para visitantes del extranjero e incluso para compradores de productos de carácter nacional y regional, lo que fácilmente pudiera llevarnos a construir de nueva cuenta un proyecto de desarrollo industrial, basado justamente en esos elementos.

Está clarísimo que hoy México no es una economía que está en el subdesarrollo, tiene elementos de una economía altamente industrializada e integrada, en especial por la presencia de sectores de avanzada, como es el de industria automotriz, el aeroespacial e incluso sectores que pueden considerarse de alta tecnología que han incursionado en la manufactura en México.

En este contexto fenómenos como es la transferencia tecnológica, a partir del entendimiento de los diversos procesos que tienen 30 años, haciéndose en el país puede convertirse en un factor de desarrollo.

Ahora la presencia de marcas de alto valor desarrolladas en México y que han conquistado el mundo como pueden ser las cervezas mexicanas (hoy por cierto propiedad de compañías extranjeras) o bien productos muy apreciados como el tequila, el mezcal y otros muchos desarrollados en México que son muy exitosos en los mercados globales, pueden sin duda hacer ejemplo de lo que se tiene que hacer para permanecer como una potencia económica, a partir de nuestra fortaleza de identidad cultural.

México hoy por hoy es un país con fuerte presencia en las industrias estratégicas de los Estados Unidos y esto se ha dado a partir de la integración relacionada con el fenómeno de globalización.

Y claro, es una tragedia que esta fase de integración económica a partir de la visión globalista pueda cerrarse, sin embargo, a cada tiempo corresponden países ganadores y perdedores y en este caso quienes gobiernan hoy México fueron en su momento quienes se opusieron a la lógica de la apertura comercial, justo a partir de la visión de qué abrir el mercado nacional a los productos provenientes del extranjero podrían arrasar con la incipiente industria nacional, por no decir con los productores agrícolas y pecuarios.

Al final la realidad se impuso, México cambió la dinámica de su industria y de su campo y se convirtió en un país distinto a partir justamente de la apertura comercial.

Si el mundo va ahora en sentido contrario y acaba por imponerse la lógica de cerrar los mercados que hoy están abiertos, tengo la sensación de que México a partir de sus propias experiencias es un país que está plenamente capacitado para salir adelante en medio del nuevo orden mundial.

No hay que olvidar un detalle, los aranceles de Donald Trump, no son sólo para México, aplican para Canadá para China para la Unión Europea y prácticamente no hay país o mercado en el mundo que no esté sufriendo las consecuencias de tener ahora un globalifóbico en la Casa Blanca.

No estoy diciendo que eso vaya pasar, es simplemente una posibilidad al ver estas tendencias que yo llegué a pensar que eran solamente habladas por parte de lo preocupante de la Casa Blanca. Hoy el mundo se pregunta qué es lo que está pasando y en específico qué es lo que nos depara el futuro.

Sólo el tiempo dirá.

Correspondencia a demiandu1@me.com | X: @Demiandu

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