El poder, emanado democráticamente del pueblo que consiguió Claudia Sheinbaum el pasado 2 de junio, será utilizado de forma mesurada, con altura de miras propia de estadista, mucho más al estilo del hoy rey emérito Juan Carlos primero de España, quien fue desde niño ‘secuestrado’ por el generalísino y caudillo (así se hacía llamar) todopoderoso de la España fascistoide con miras a dejarlo, al este faltar en este plano terrenal, como su único sucesor. Es decir, restablecer la monarquía, con el propio Francisco Franco Bahamonde sustituyendo el periodo que, en caso de no haberse interrumpido por la segunda República y la guerra civil, don Juan de Borbón, quien sólo fue hijo de rey y padre de rey, más nunca el monarca.

Franco le procuró al niño y luego joven Juan Carlos de Borbón una esmerada educación y formación para que fuese un digno sucesor, recibiendo en 1969 el nombramiento oficial como el legítimo sucesor del dictador y asumiendo la corona de inmediato a la muerte del caudillo por la gracia de Dios, en noviembre de 1975.

El ya rey Juan Carlos, en 1975 pues, recibió un poder omnímodo, inmenso, y para grata sorpresa de España y ejemplo al resto del mundo lo utilizó justo para restarse poder a sí mismo y a la institución monárquica y básicamente por medio del pacto de la Moncloa, impulsar las reformas que harían, en un tiempo récord a España una democracia con todas sus letras, misma que mal que bien, y con problemas como todo país del mundo, rige hoy los destinos de la nación ibérica.

Claudia Sheinbaum está, pues, muchísimo más cerca de utilizar su enorme y legítimo poder de una forma parecida a la del Borbón de marras, para dar pasos en dirección de consolidar a la democracia mexicana y no al contrario. Es decir, estamos en las antípodas de la forma en la que en su momento, Hugo Chávez usó e instrumentó su inmenso poder en Venezuela, a finales del siglo pasado y que, dicho sea de paso, los agoreros del desastre de siempre, enquistados en los medios de comunicación pendencieros, también de siempre, se empeñan en multiplicar y dar un grosero eco a esa tanto supuesta como falsa versión, la de una Claudia Sheinbaum “que lleva a México directo a la dictadura”.