Una obra fundamental del movimiento feminista, el libro ‘el segundo sexo’ de la filósofa francesa Simone de Beauvoir, cimbró en su época (1949) al mismo mundillo filosófico, incluyendo incluso reclamos abiertos de personajes como, por ejemplo, Albert Camus hacia la vanguardista autora.
Lo cierto es que, más allá de reacciones de su época, el libro pasó seis décadas limitado a solo aquel que leyera de forma fluida la lengua francesa, ya que su traducción al inglés (1953) no fue elaborada por un filósofo, desvirtuando dicha obra al limitarla en el uso apropiado del lenguaje al momento de la referida traducción, que la definitiva y bien lograda no fue hecha sino hasta el reciente año 2010.
“El segundo sexo” analizaba de forma acuciosa la distribución de roles desde el momento del nacimiento a partir del género; unos para los masculinos y otros muy distintos y mucho más rígidos para las féminas, pugnando en todo momento por un desarrollo equitativo en todo el proceso vital del la mujer. Siempre pungnado Beauvoir como una meta la realización de las mujeres con la meta última de una plena libertad, sin cortapisas esta última y que quitara esas etiquetas predeterminadas desde el momento del nacimiento.
El libro en cuestión llevaba su conclusión principal a que el hecho de ser mujer no tenía porqué constituir un destino ya predeterminado, sino mucho más allá de eso, uno acorde con las capacidades de cada una, encasillado a estos papeles pre asignados a una mera, pero muy rígida construcción social, que era menester romper con ella. Ahora bien: ¿la mala traducción de esa obra seminal, sería en parte hecha adrede a manera de una suerte de CENSURA? Eso no lo podremos saber nunca, pero hay un hecho incontrovertible en torno a él, y es el que atrasó, en gran medida, el sano desarrollo del movimiento feminista a nivel internacional.