La respuesta del INAI a la carta del presidente establece un sano precedente en el desempeño de los órganos autónomos. Clara, contundente, rigurosa y oportuna. No requirió de mucho para hacerle saber al presidente la improcedencia de su solicitud y la ilegalidad de su proceder. La respuesta todos la sabían, incluso el presidente. ¿Por qué lo haría? Seguramente un acto de provocación, un fallido intento de mostrar que los órganos autónomos son tapadera de lo que el pueblo quiere. En este caso, conocer los ingresos y la situación patrimonial de los periodistas en la lista negra del presidente.
Culpa y miedo son los dos sentimientos que más han influido en la contención del abuso del poder presidencial. Culpa y miedo de muchos de los encumbrados que, efectivamente, se beneficiaron ampliamente de una relación indebida y con frecuencia corrupta entre el poder presidencial y sus negocios. Culpa y miedo de muchos políticos beneficiados y enriquecidos por la venalidad e impunidad. Miedo de muchos que no quieren exponerse a la UIF, a la Procuraduría Fiscal o eventualmente a un incómodo citatorio de la FGR. Miedo de muchos a ser balconeados en la mañanera como un ciudadano non grato en ante quien dirige la cuarta etapa de la transformación de la patria.
Las cosas han llegado muy lejos por el abuso presidencial. Su respuesta ante las revelaciones de la “casa gris” lo han mostrado dispuesto a todo, incluso a violentar el código básico del servicio público: desentenderse de la ley y de la Constitución. La conducta presidencial ha sido calificada como demencial por rigurosos observadores políticos. Ya se sabía de la hipersensibilidad presidencial en el tema de sus hijos, la revelación de Latinus le hizo perder sentido de los límites y confirmó que el peor enemigo del presidente es él mismo.
Respuestas como las del INAI tienen la mayor importancia. Convalida el sentido y el valor de la autonomía de los órganos autónomos. Pero llega tarde. Hay un presidente sistemáticamente envalentonado y provocador. Así ocurre porque las voces y las acciones de rechazo al abuso del poder fueron tímidas, aisladas y sin soporte institucional. Buena parte se quedó en los espacios de opinión, irrelevantes para influir en la opinión popular y permanentemente fustigados, amedrentados e insultados por el presidente.
El INAI no está solo. El Poder Judicial en su conjunto, la Corte, el Tribunal Electoral y especialmente el INE han cumplido. No se trata de que se instituyan en instancias de oposición al presidente o a su proyecto. Simplemente que cumplan y hagan cumplir el principio de legalidad.
La fuerza de la ley y del papel del Poder Judicial Federal como garante de la constitucionalidad de los actos de autoridad se acredita con el precedente de la cervecera Heineken que decidió ampararse por la falta de suministro eléctrico por Iberdrola en Nuevo León, asunto provocado por la arbitraria decisión de la CRE de no renovar el permiso de operación. Las demás empresas afectadas se sometieron y ahora pagan incrementos en la electricidad que genera la CFE.
El temor de recurrir a las instancias judiciales por particulares, entidades y empresas ha propiciado la liberalidad con la que se conduce el presidente y que en el contexto de la “casa gris” le ha llevado a extremos de franco, abierto y público desafío a la Constitución y al marco legal. Abatir la impunidad es tarea de todos.
No deja ser una paradoja que la resolución del INAI que acredita la actuación ilegal del presidente al difundir los ingresos de un particular no se deriva de una acción del afectado, sino del mismo mandatario en aras no tanto de convalidar su aviesa e ilegal conducta, sino de provocar el descrédito de la institución que salvaguarda no solo el derecho ciudadano a la información, sino la protección del derecho a la privacidad. En el pecado la penitencia.
Federico Berrueto en Twitter: @Berrueto