Algunas instituciones y empresas encuestadoras, incluidos el INE y Reforma, han llevado cabo en los últimos días unos sondeos de opinión con el propósito de conocer la idea de los mexicanos en torno a la propuesta de reforma electoral lanzada por el presidente AMLO.

A la luz de los resultados, y sin la voluntad de entrar detalladamente en los porcentajes, la mayoría de los mexicanos apoyan la reforma en algunos términos, tales como la reducción del gasto destinado a partidos políticos, así como la reducción del número de diputaciones y senadurías. En otras palabras – si efectivamente creemos en la fidelidad del ejercicio de consulta telefónica- los mexicanos apoyarían parcialmente la iniciativa morenista.

Por otro lado, la encuesta de Reforma es mucho más contundente. Revela, pues, una confianza cuasi generalizada en la labor realizada por el INE en favor de la democracia mexicana. De acuerdo a sus resultados, la mayoría de los mexicanos estarían abiertamente en contra de la desaparición del INE o la eliminiación de su autonomía, y también piensan que el remplazo del organismo por una institución sujeta a los vaivenes de la política dañaría la democracia.

En este contexto, si el presidente AMLO cree – o asegura creer- en una democracia participativa... ¿no debería someter a consulta popular la reforma electoral? Así como lo hizo como la absurda consulta en torno al avión presidencial o la irrisoria pregunta sobre el enjuiciaminento a actores políticos del pasado… ¿por qué no consultar a todos los mexicanos sobre una materia crucial para el devenir del país?

Es una pena que un presidente que asegura creer en la democracia participativa omita consultar, mediante un ejercicio formal consultivo, en torno a una materia que compete a todos los mexicanos y que representa un elemento fundamental para la continuidad de la democracia mexicana y la confianza de los mexicanos en las instituciones.

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¿Será que AMLO teme que la consulta arroje un apoyo mayoritario al INE al punto de que la alta participación haga legalmente vinculante sus resultados, y que así el presidente se vea obligado a echar para atrás su reforma? ¿O porque no quiere darse cuenta de que sus acussaciones contra el INE no han hecho mella en la opinión de los mexicanos?

AMLO está obligado a aplazar la reforma electoral más allá del 2024. No le corresponde, pues, por tiempo, buscar cambiar las reglas del juego cuando las campañas políticas están por iniciar. En todo caso lo que debe hacer es someter el asunto a consulta ciudadana, y así dejar a su sucesor una tarea pendiente. Dudo que AMLO lo vea así.