Pocas veces hemos visto a la oposición poniendo el tema de moda, por lo general es el presidente quien les avienta la pelota y ellos pasan días persiguiéndola; es debido a esa persecución llena de ruidosos ladridos, que la oposición se distrajo de los temas más importantes. Algunos ejemplos de esas llamativas pelotas fueron una rifa, una tlayuda, un amuleto, un pantalón arrugado o un saco grande, sin albur. Así es, durante cuatro años la oposición estuvo entretenida con las pelotas de AMLO, eso sí fue con albur.

Pero en estas últimas semanas ocurrió algo diferente, todos hablamos del tema que puso la oposición: La marcha en defensa del INE.

Muchos mexicanos se enteraron del tema, incluso los que tienen la suerte de no formar parte de la tóxica comunidad política de Twitter. ¿Cuál fue la narrativa? ¿Cuál era la idea que la oposición tenía que comunicar? Algo simple, flojo, dramático, pero fácil de entender: López quiere desaparecer al INE porque López es muy malo.

Reciclaron sus argumentos clásicos: Venezuela, dictadura, socialismo, tiranía, Chávez, Maduro, Hitler, Thanos, Vader y todos esos mantras que ya conocemos, con la diferencia de que en esta ocasión asustaron a más ingenuos que antes. No necesitaron explicarles punto por punto las propuestas de esta reforma, bastó con convencerlos de una sencilla pero atemorizante idea: López quiere controlar el INE.

La reforma electoral es delicada, compleja, necesita analizarse y colocarle candados para evitar futuros desequilibros en el poder. Es más, a mí no me gusta la reforma como se propone hoy, creo que se necesita de muchas revisiones que llevarán tiempo.

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Entre las cosas que me parecen buenas y que pocos mexicanos estarían en contra están: Reducción del tiempo de propaganda, reducción del presupuesto a partidos, pruebas del voto electrónico, reducción de legisladores, entre otras cosas.

Entre lo controversial está: Eliminar el presupuesto de los partidos, nominaciones de consejeros y magistrados por parte de los tres poderes y voto popular y las listas plurinominales.

Pero este matizado análisis es demasiada complejo para que lo entiendan los extremistas, tus tías las panistas, chairos, derechairos, chumeles y tuiteros en general, quienes te obligarán a estar absolutamente a favor de la reforma o absolutamente en contra de la reforma, acusándote de ser un pagado por Morena, un pagado por el PRIAN o incluso los más loquitos serán capaces de afirmar que eres pagado por ambos.

¿Por qué esta marcha opositora sí logró llenar las calles y no así con convocatorias anteriores? Pues fácil, ahora sí agarraron de bandera un tema sensible, la democracia.

Me explico: Por muy mal que te caiga AMLO puedes estar a favor de mantener a los militares en las calles; por muy mal que te caiga AMLO puedes estar a favor de los apoyos sociales; por muy mal que te caiga AMLO puedes estar a favor del aborto/matrimonio igualitario y mil cosas más. Pero incluso cayéndote no tan mal AMLO, no estarás a favor de “destruir la democracia”. Es por eso que este tema logró tocar las fibras más sensibles de politizados y despolitizados.

A pesar de que la convocatoria logró que miles de personas se quitaran las lagañas en domingo, muchos fueron a marchar dormidos, sin saber exactamente por qué estaban ahí. Pero a pesar de su somnolencia política, se fueron con la satisfacción de ser los “ciudadanos despiertos”. Los convencieron de que era una marcha apartidista a pesar de que la convocaron los partidos; los convencieron de que era una marcha ciudadana a pesar de caminar hombro con hombro con políticos; los convencieron de que “sólo los chairos desinformados defienden la reforma” a pesar de no haber leído la reforma.

La oposición logró algo precioso e interesante, logró que miles de ciudadanos bienintencionados salieran a defender cosas indefendibles.