Como se esperaba y se advertía por analistas, la estrategia de ruptura construida por Marcelo Ebrard antes del ejercicio amplio de consulta y encuestas ha comenzado a presentarse previo a conocer el resultado oficial del ejercicio.
Aun así, hay cinco datos que permiten entender la fractura de la izquierda como parte de una incapacidad de un participante para reconocer la voluntad popular y no así por un proceso que en sí mismo, representa uno de los ejercicios más amplios, con mayor participación organizativa y representación democrática.
Entendamos primero que las encuestas guardan un margen de error. Todas. Son una herramienta de medición que guarda influencia de tantísimos factores entre los que se encuentran, momento de la toma de muestra, entendimiento de la pregunta, lugar, etcétera. Inclusive, dependiendo del tipo de encuesta, existen criterios técnicos para determinar si el margen de error es mínimo o determinante. Dato que sólo podremos tener terminado el ejercicio y el análisis de resultados de cada casa encuestadora. Ahora si.
Comencemos por las reglas del juego:
- El muestreo se realizó por cuatro encuestadoras propuestas por contendientes, incluyendo la de Marcelo Ebrard, a 12500 personas. Cuatro empresas encuestadoras externas a Morena realizarán 2,500 encuestas cada una, mientras que el comité electoral del partido realizará 2,500. Desde el inicio, todas las etapas fueron observadas por representantes de cada corcholata, publicitadas en redes sociales y cubiertas por prensa. Cada observación, queja, sugerencia y hasta molestia del excanciller fue atendida al grado que se impusieron acuerdos como no dar propuestas o no atacar a los demás contendientes, que el mismo terminó violentando.
- Las papeletas guardaron signos de seguridad estrictos, tinta y sello de seguridad ultravioleta, candados en papel de seguridad, etcétera. No hubo un solo incidente de embarazo de urnas o papeletas falsas, por el contrario, el único incidente que fue notorio se derivó de urnas que se transportaban en un auto particular y que finalmente quedaron bajo observación con probable cancelación de su contenido. Errores que bien pudieron derivarse de un intento por agilizar el traslado ya que el tiempo récord era apremiante.
- Sin oportunidad para el complot: aun suponiendo y sin conceder que el presidente tuviera simpatía por alguna de las corcholatas, Mario Delgado fue y ha sido uno de los liderazgos que consolidó su carrera política con la cercanía a Marcelo Ebrard. La dirigencia de Morena se ha integrado por liderazgos cercanos a él y acusar el proceso implica una intentona de manchar un proceso en el que hubo esfuerzos por ser impecables tan sólo por un berrinche injustificado, que solo confirma las tendencias que otras encuestas durante 18 meses han proyectado.
- Contrario al dedazo de los vecinos de en frente, las dirigencias locales de Morena también acompañaron a las encuestadoras, representantes de cada corcholata y observadores al sorteo de zonas donde se realizarían las encuestas. Nadie lo supo previo a su realización. Nadie las determinó por imposición. La cobertura territorial, de hecho, fue un ejercicio histórico por su alcance. Ningún otro partido ha logrado algo similar.
- Tan tuvo condiciones de igualdad y equidad que no solo fueron consultados aquellos militantes de Morena o las bases del grupo denominado como “radicales” o “fundadores” quienes guardaban mayor simpatía con Claudia Sheinbaum, sino que inclusive algunos más cercanos a la derecha o a cualquier otra expresión pudieron ser consultados.
El gran punto que debería reconocerse fueron las intenciones originarias de dinamitar el proceso interno de Morena como parte de una estrategia de marketing político para construir su candidatura presidencial en otro partido.