“Cuando el pueblo salta sus barreras, casi ningún esfuerzo es bastante poderoso para detenerlo”.
Guadalupe Victoria
Ahora durante los festejos por el 214 aniversario del inicio de la independencia de México, en el que doblaron las campanas literal y metafóricamente como nunca antes, retomo el análisis del juicio de don Miguel Hidalgo y Costilla y su sentencia como el hito que finalmente logró la existencia de México.
Miguel Hidalgo fue sometido a dos juicios, el eclesiástico y el jurídico, y en ambos resultó culpable de los cargos que le adjudicaron los mismos españoles con los que en algún momento había intentado negociar una alianza para defender a su patria de la intervención francesa a España, una de las principales acusaciones por las que Miguel Hidalgo fue sentenciado fue por el asalto a la alhóndiga de Granaditas ocurrida el 28 de septiembre de 1810, pero hay que reconocer que la responsabilidad absoluta de ese acto bélico no fue de don Miguel Hidalgo, quien seguía intentando negociar una coalición con el gobierno del entonces Guanajuato, sobre todo con Juan Antonio de Riaño y Bárcena, que era su amigo., el culpable de dicho asalto realmente fue Juan José de los Reyes Martínez, mejor conocido como “El Pípila” o también llamado “El Guajolote”, quien fue el que se acercó a la puerta de la alhóndiga en cuestión cubierto con losas de piedra para cubrirse de las balas de los españoles atrincherados con sus familias ahí, y fue el que inició el fuego que desencadenó la toma inminente de la alhóndiga después de untarle con sus propias manos brea.
Si en los procesos jurídicos en los que se sentenció a don Miguel Hidalgo y Costilla sus jueces y juzgadores, incluyendo a Francisco Fernández Valentín y a José Mateo Sánchez por mencionar a los principales, hubieran considerado la participación y responsabilidad de “El Pípila” en el asalto a la alhóndiga de Granaditas, quizá el castigo para Miguel Hidalgo hubiera sido menor, y podía haber continuado con su misión, pero en ese momento, desafortunadamente, no se presentó dicho alegato histórico y jurídicamente existente.
Finalmente, durante todo el proceso jurídico de don Miguel Hidalgo y Costilla en el norte de la todavía Nueva España, su caudillo, José María Morelos y Pavón pudo haberlo rescatado con una revuelta bélica de las que era experto militarmente hablando, pero no lo hizo, aun teniendo a los soldados necesarios y al armamento con el que ya contaba, pero sí logró ser el dirigente nacional de la independencia después del fusilamiento de Hidalgo, pero su conciencia no lo dejó tranquilo, por eso a Morelos le daban migrañas tan severas que tenía que apaciguarlas apretando un paliacate en sus sienes.
Pero la historia no olvida a nadie, y en el actual México existen los estados de Hidalgo y de Morelos como recordatorio eterno a sus grandiosas vidas.