Si quieres encontrar una imagen encarnada de la mediocridad, voltea a ver a Claudio X. González Guajardo.

El autoproclamado “filántropo”, también se auto percibe como “activista social” y “activista político”. Pues bueno, cada quién sus desvaríos.

Pero la realidad es que el sexagenario mediocre a marras tiene alguna relevancia únicamente por ser hijo de uno de los oligarcas más ricos de México.

Como “estratega político”, El Jr. X. es pésimo: llevó al PRIAN a su peor votación histórica y al PRD lo desapareció.

Y en su faceta de activista social,  su principal “logro” fueron sus campañas para intentar acabar con la educación pública en México, con la clara intención de posteriormente entrar al jugoso y destructivo “negocio” de las escuelas privadas.

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Y de su “filantropía”, ni hablemos. Al único hombre que ha beneficiado es a sí mismo, pagándose sueldos millonarios en sus creaciones tales como “Mexicanos contra la corrupción” y empresas disfrazas de organizaciones de la sociedad civil, afines.

En fin, es una tristeza, un fracaso, un fiasco, una lágrima Claudio X. González. Incapaz de balbucear una sola idea original, de escribir algo medianamente inteligente, se dedica a retuitear temas de la derecha en redes sociales y a manipular a un grupo de políticos quizás igual o más mediocres que él.

Y “así”, como gusta sentenciar al hijo de papi reaccionario, el mote de “júnior tóxico” quedará inmortalizado en el imaginario colectivo de la política mexicana junto con otros apodos como el “saco de pus” y el “comandante borolas”. Ahora sí que, como dicen por ahí “hal tienpo”.