Nuestra solidaridad con toda la población civil que, dadas las condiciones naturales de hace unos días, le tocó vivir la fuerza de un fenómeno natural. De hecho, mi reconocimiento al gobierno de la República que encabeza el presidente López Obrador. Incluso, como hemos visto, actuó de manera rápida y conforme a los protocolos que establecen los mecanismos en desastres, como lo fue el huracán Otis. Es verdad, su paso ha dejado daños y, lo peor de todo, pérdidas humanas que, ante la furia del viento y la lluvia, no se pudieron evitar.
Ante esa situación, aplaudo la respuesta rápida de las autoridades institucionales, no se diga la SEDENA que, ante las adversidades, siempre saca la cara para ayudar. De hecho, rápidamente se movilizaron por aire y por tierra. Incluso, la primera tarea, claro está, fue apoyar a todos los sectores sociales, especialmente a los más vulnerables que, desafortunadamente, les tocó vivir la fuerza de la naturaleza. De ese modo, el personal del ejército ha sabido manejar la situación correctamente, desplegando la capacidad y las herramientas para comenzar a resarcir los daños que ocasionó Otis.
De la misma forma, felicito a los miles de mexicanos que, ante las dificultades que experimenta el pueblo de Guerrero, se han organizado y, de paso, han establecido centros de acopio para recolectar productos que, de manera urgente, requieren atención. A todos ellos, desde este espacio, mi admiración y respeto por la voluntad de apoyar. Y, desde todos los puntos del país, los mexicanos han abrazado esta causa. Incluso, han recurrido, en las redes sociales, a organizar brigadas de apoyo y cooperación.
Pero no podemos hablar de manera general, pues, como suele ocurrir en las desgracias, la mezquindad ha salido a flote. No conforme con ello, muchos han difamado y maquinado noticias falsas. De hecho, a varios no nos sorprende la lingüística que usan para divulgar esa narrativa. Hablo en especial de los grupos conservadores o, si queremos verlo así, de la propia oposición, especialmente la del PAN. Lo peor de todo es que, en entrevistas y videos, han salido a la luz pública a intentar sacar provecho de la situación. De ese modo, no han demostrado un poco de voluntad por ayudar, ni mucho menos se sienten identificados.
Basta ver el tipo de opiniones en las plataformas de información. Son, desde cualquier ángulo, comentarios mezquinos de los grupos conservadores del país. No puede ser posible que, ni con la propia desgracia que ocasionó la naturaleza, sientan un poco de empatía. Es, como bien dijo el presidente Obrador, politiquería usada con fines y tintes políticos. Solo eso. A la oposición parece no importarle lo que aconteció y, tal como aparenta, muchos de ellos se han trasladado hasta Acapulco para lucrar con la desinformación y, de paso, simular su solidaridad.
Por fortuna, las buenas acciones del gobierno de la República han resaltado, en especial, la ayuda de muchas brigadas que, desde distintos puntos del país, se han trasladado para apoyar. Y lo han hecho a favor de la población civil. El mismo López Obrador ha dicho, en conferencia de prensa, que hay suficientes recursos para reconstruir lo que ocasionó Otis, pese a que la oposición insista en los fideicomisos que avaló el legislativo desaparecer. Se sabe que, todos esos fondos, constituían un esquema de corrupción y, con ello, se tomaban decisiones equivocadas que se ventilaron a la luz pública porque la mayoría de estos, para colmo, terminaban en los bolsillos de la opulencia y políticos corruptos, algo que, a la postre, resultó indignante para la ciudadanía que demandó poner fin a esos fondos.
Por ese motivo, emulando el título de Paco Ignacio Taibo II, hay Temporada de Zopilotes. No es un estupor la forma en que muchos actores quieren aprovecharse, como el propio Vicente Fox y Felipe Calderón, dos expresidentes que aparecen en escena. El problema para ellos es que, ante la opinión pública, se han desenmascarado; ninguno de los dos tiene la credibilidad para hablar, especialmente cuando su lingüística se alimenta de un veneno soez.
A propósito, aplaudo la energía que imprime la secretaría de gobierno, por instrucciones del presidente. De hecho, López Obrador ha tomado el toro por los cuernos y sabe perfectamente la magnitud de lo que está aconteciendo. Por ese motivo, la ayuda se ha convertido en un motor de colaboración que no ha parado en esa labor incesante. En ese sentido, el ejército debe tomar el control en coordinación con las autoridades estatales para frenar la rapiña y los robos que, ante esta situación, suele ocurrir, aunque, de ninguna manera, es un acto justificado, máxime cuando están aterrizando brigadas de apoyo con insumos para cubrir las necesidades.
Aplaudo la actuación del gobierno federal, pero, como se ha hecho una costumbre, condenamos el lado mezquino de la oposición por querer aprovecharse de la desgracia ajena para sacar provecho con la desinformación y la maquinación.