Sociedad

Cuando la historia de la gestión de Alejandro Encinas Rodríguez al frente de la subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación se escriba, lamentablemente, no será un relato de éxito ni de avances en la protección de los derechos humanos en México. Más bien, su legado estará marcado por inconsistencias, ineficiencias y una incapacidad manifiesta para articular acciones gubernamentales con organizaciones y grupos que luchan por el respeto a las garantías individuales.

Uno de los episodios más notorios durante su gestión es su manejo del caso Ayotzinapa. Al asumir la responsabilidad de aclarar este lamentable suceso, Encinas prometió, con la palabra del presidente Andrés Manuel López Obrador, respuestas y justicia a las familias de los 43 estudiantes desaparecidos. Sin embargo, a cinco años de distancia, las víctimas y sus familias siguen esperando respuestas. Este caso representa una de las tareas y responsabilidades más importantes de su carrera, pero la falta de resultados ha dejado insatisfechos a quienes más importa: las víctimas y sus familias.

Pero el problema no se limita al caso Ayotzinapa. A lo largo de su mandato, Encinas ha demostrado una incapacidad para coordinar acciones con organizaciones, centros, madres buscadoras, comunidades indígenas y otros grupos vulnerables. Esta falta de coordinación y colaboración con los actores ha generado una crisis en la materia.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos y las estatales tampoco han encontrado en Alejandro Encinas un aliado eficaz. La incapacidad para mantener una articulación efectiva con estas instituciones es evidente y debilita los esfuerzos en proteger y garantizar los derechos tal y como establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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Otro aspecto crítico es el Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Esta oficina ha sido objeto de controversia debido a las decisiones tomadas en su interior y la influencia de personajes cercanos a Encinas y al gobierno federal actual. Esto afecta negativamente la libertad de prensa y la protección de quienes defienden los derechos humanos en el país.

La labor para prevenir y reparar el daño, así como la protección de personas altamente vulnerables, como menores, mujeres embarazadas, periodistas y defensores, ha sido deficiente bajo su dirección. La suma de todas estas deficiencias es un cóctel que perjudica gravemente a quienes dependen del Estado mexicano para garantizar sus derechos.

La migración no es una excepción. México enfrenta un flujo migratorio masivo, en su mayoría de personas provenientes de América Central y del Sur. Estos migrantes a menudo son víctimas de extorsión, persecución y abusos por parte de agentes del Instituto Nacional de Migración, policía, Guardia Nacional y militares. En lugar de garantizar su seguridad y bienestar, el gobierno no ha sido capaz de ofrecerles alimentos, medicamentos, alojamiento u oportunidades de trabajo.

Migrantes, en su búsqueda de un futuro mejor, encuentran un camino lleno de peligros. Algunos mueren en el intento, otros sufren la amputación de extremidades o son víctimas de la delincuencia organizada. Esta tragedia no refleja un país comprometido con el respeto y la garantía de los derechos humanos.

Todo esto se traduce en un Alejandro Encinas que, en lugar de articular y liderar esfuerzos para defender los derechos en México, ha dejado una estela de fracasos y deficiencias. Su incapacidad y falta de compromiso no solo afectan su propio legado, sino también pueden impactar negativamente en la eventual candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum.

El prestigio en materia de derechos humanos es un activo valioso para cualquier aspirante a la presidencia, y si Sheinbaum se postula de manera firme, llevará consigo el lastre de las deficiencias de Encinas. En una época en que los derechos humanos son fundamentales para la gobernanza pública, su falta de eficacia y pericia es preocupante.

Encinas Rodríguez no ha estado a la altura de su papel como subsecretario de Derechos Humanos. Su legado, más que de logros, será recordado por su falta de compromiso y su incapacidad para liderar eficazmente en un ámbito crucial para México. Mientras el país se enfrenta a retos críticos en defender al pueblo, la gestión de Encinas representa un claro ejemplo de oportunidades desperdiciadas y un desencanto para quienes buscan justicia y protección.

Periodista | X: @JoseVictor_Rdz | Premio Nacional de Derechos Humanos 2017