El presidente AMLO está obsesionado con la historia. De aquí que haya autoproclamado su movimiento como cuarta transformación, en un acto que no esperó el juicio de los acontecimientos. Desafortunadamente para él, para sus seguidores y para el recuerdo que dejará en México, el legado dista enormemente, en su mayoría, de ser lo que el propio presidente hubiese deseado.

  • AMLO será recordado por ser el primer presidente en el México democrático en haber ganado unas elecciones nacionales con la mayoría absoluta de los votos. Recordemos que el actual mandatario superó el 53 por ciento de los sufragios.
  • Será recordado por haber fallado en la estrategia contra el Covid-19. Como bien he señalado en otros espacios, ello no es exclusivamente atribuible a él, pero sí que tuvo responsabilidad tras haber tomado decisiones incorrectas.
  • La historia de México le recordará como el presidente bajo cuyo gobierno incrementó sustancialmente el número de pobres. Como consecuencia de la pandemia y de sus escasamente efectivos programas sociales, se han engrosado las filas de la pobreza, lo que ha pegado duramente a la legitimidad pública de la narrativa de “primero los pobres” y de la propia 4T.
  • El gobierno de AMLO será recordado como la administración que dividió a la nación mexicana y que se lanzó directamente contra la “clase media aspiracionista” en un arrebato de descalificaciones contra todos los mexicanos que trabajan, pagan impuestos y que buscan incansablemente hacerse de un patrimonio legítimamente.
  • AMLO será recordado por haberse lanzado abiertamente contra la prensa opositora. Irónicamente, mientras el jefe del Estado mexicano reivindica a personajes destacados como Ricardo Flores Magón (hombre de espíritu libre comprometido con la expresión del pensamiento) AMLO ha atacado (al estilo de la autocracia rusa) a periodistas, intelectuales y escritores que han levantado la voz contra los fracasos y contradicciones del gobierno.
  • Otro legado del presidente será haber dejado mal parado a México en las relaciones internacionales. Con aquel lema de “la mejor política exterior es la interior” el presidente mexicano, a pesar de contar con personajes capaces como Marcelo Ebrard y los funcionarios que integran la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha desdeñado el papel de nuestro país en el concierto de naciones. Prueba de ello ha sido su ausencia en distintos foros, el caso de la nominación de personajes como Salmerón y la utilización de un foro como el Consejo de Seguridad para hacer propaganda política interna.
  • AMLO será recordado por ser el presidente de las contradicciones. Rechaza abiertamente el legado español y la corrupción. Sin embargo, reside en un palacio virreinal y su gobierno ha sido expuesto por sus numerosas asignaciones de contratos por adjudicación directa, lo que levanta seriamente sospechas de corrupción; ello sin mencionar los escándalos relacionados con la casa gris y con el supuesto enriquecimiento de personajes ligados a su gobierno.
  • Finalmente, el presidente será recordado como el presidente de la violencia. Quizá esta materia, para ser justos con la verdad, no ha sido cien por cien atribuible a él, pues heredó la descomposición estructural del Estado mexicano, pero sí que ha sido responsable por sus inacciones. Sin embargo, el número de periodistas asesinados y la reciente ejecución de 17 personas en Michoacán han puesto de manifiesto el ostensible fracaso de AMLO en materia de seguridad.

En suma, la herencia de AMLO distará enormemente de ser lo que un día el propio presidente soñó para sí mismo. Le restan tres años… quizá podría aún cambiar el rumbo.