No tengo ninguna duda que, la relación del gobierno con la oposición, está completamente rota en lo que resta de esta gestión. De hecho, hace unos meses había interlocución por medio del secretario de Gobierno con algunos cuadros del contrapeso, sin embargo, los mismos temas de la agenda interrumpieron el diálogo y la fricción se agudizó hasta llegar al punto de intercambiar distintas posturas que siguen y siguen profundizando la división al grado medir fuerzas en las propias calles.

Primero, fue la oposición que salió a marchar bajo la consigna de defender al INE. El asunto o el propósito era convocar al mayor número de personas, sin embargo, el mismo contrapeso se sorprendió de la respuesta que se manifestó en las calles.

A raíz de ello, el gobierno que encabeza el presidente López Obrador preparó una contramarcha que terminó siendo mayúscula pues la respuesta fue inmensa. Ese tipo de acciones muestra el grado de polarización que vive el país a pesar de que ambas partes digan que fue una manifestación democrática. Tal vez sí, pero, en los hechos, habla de distintas expresiones que están provocando ya una fricción innecesaria al no anteponer la participación de todos y todas para fortalecer las políticas públicas.

Pero la división o el encono está minando a las propias estructuras del partido. La postura que están tomando algunos cuadros al interior no ha sido la correcta, especialmente a través de una narrativa de descalificación como el caso de Layda Sansores, o quienes se prestan como súbditos o personeros para realizarlo. Es lamentable que Morena -en estos tiempos donde se supone ha llegado la democratización de un movimiento social- está adoptando mecanismos e instrumentos de esa índole.

Todo comenzó cuando el mandatario abrió el juego sucesorio presidencial. Desde ahí, se comenzaron a sentir las primeras manifestaciones de ataque a los propios compañeros del movimiento, sobre todo a los que levantaron la mano en la competencia presidencial. Han juzgado sinrazón ni motivo a algunos presidenciables y eso, hasta este momento, está generando conflictos e irritación -no hacía afuera del partido- sino en el interior.

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Cuando más se manifiestan este tipo de estrategias, más se daña la imagen del movimiento.

De hecho, ha trascendido que -el propio presidente Obrador- llamó a las oficinas de Palacio Nacional para entrar en razón al equipo político de la jefa de Gobierno con la finalidad de poner fin a la hostilidad- porque quien se ha visto afectado es el partido- al grado de motivar a toda la oposición a ir en una sola propuesta que incluye a Movimiento Ciudadano en 2024.

Al presidente Obrador no le conviene que las pugnas internas del partido sigan en ascenso. Esto es, en términos políticos, veneno puro para el movimiento, y oxígeno vital para la oposición que sigue esperando el momento perfecto para para atestiguar la división y capitalizar el impacto que este genere con el rompimiento.

Por esa razón, el presidente pudo haber actuado para ir frenando el clima negativo que algunos cuadros al interior de Morena están provocando.

No fue una casualidad ni mucho menos, por qué se le ocurriera espontáneamente la idea de la contramarcha al presidente. Más bien, se vio obligado a responder al llamado que hizo la oposición en uno de los bastiones más importantes para López Obrador que creyó fundamental para mostrar todavía lo que provoca su imagen.

Pese a eso, a Morena no le garantiza el triunfo electoral del 2024 sobre todo por la oleada de hostilidad, sin embargo, sí el mandatario logra cicatrizar las heridas que provocó la sucesión presidencial adelantada, y es verdad que está poniendo un alto a la fragmentación, entonces sí: el lopezobradorismo está en condiciones de refrendar lo que pasó en 2018.

La ventaja que tiene el presidente es la gran tribuna o la cima desde donde observa lo que está pasando. Sabe que la situación está tensa en Morena y él, en este momento, tiene el antídoto perfecto de reconciliar el proceso que se ha puesto en marcha cesando -de una vez por todas- cualquier expresión que intente dañar a quienes aspiran legítimamente a competir.

Parece que la reconciliación toca la puerta de Palacio Nacional. Eso sería una manifestación de pluralidad, pero sobre todo de voluntad democrática. En pocas palabras: el presidente busca la paz y fortalecer la hermandad que es, en este momento, la única clave para ganar lo que viene a futuro porque la ruptura o la fragmentación amagan con ser el punto de inflexión del partido. Por ello, el jefe del ejecutivo federal tiene en sus manos la unidad, sólo él.

Notas finales

A más de un año que tomó protesta el nuevo ayuntamiento de Morelia las cosas han mejorado, al menos eso es lo que nos manifiestan los estudios de opinión que califican el trabajo de cada funcionario público. Después de dar seguimiento a ese quehacer hay un punto clave que hemos señalado al momento de prestar atención. Se trata de la Secretaría de Fomento Económico que está traspasando fronteras no sólo en la capital del estado de Michoacán, sino a nivel nacional e internacional.

Nos cuenta que, desde el principio, la propia titular de la dependencia, Guadalupe Herrera Calderón, se propuso metas muy altas. No fue fácil pues encontró muchas deficiencias e irregularidades en el proceso de entrega recepción, sin embargo, cuando hay voluntad y responsabilidad las cosas salen cómo se planean.

Ese ha sido el caso de la Secretaría de Fomento Económico de Morelia que, con toda la energía y la capacidad de gestión que han demostrado, ha salido a buscar puentes de coordinación para coadyuvar en las políticas públicas del municipio. Eso se manifestó hace unos días cuando firmaron un acuerdo estratégico con la Embajada del Reino de los Países Bajos con quienes hay coincidencias para detonar el desarrollo a través de mecanismos que impulsen todo lo relacionado a ese rubro.

Enhorabuena con este tipo de encuentros de primer nivel.