Que yo recuerde, durante mi vida, nunca vi arrasar en unas elecciones a un hombre en mi país. Pero llegó el 2018 y Andrés Manuel López Obrador fue, sí, ese hombre.
Por una enorme diferencia de votos le ganó a un Ricardo Anaya que nunca fue un rival pequeño ni débil, lo que el presidente vendría llamando un “conservador, opositor, adversario”.
Nadie, absolutamente nadie se indignó ni tampoco se señalaron esas elecciones como fraudulentas.
Llegó y entró por la puerta grande y, literal, tan grande que decidió irse a vivir a Palacio Nacional.
“Es de que me queda más cercas de mis oficinas”, justificó.
Pero, el Palacio Nacional cerró sus puertas para el pueblo bueno para abrírselas al presidente. No sé, sinceramente, si aún se puede ingresar a él como simple turista, francamente no lo creo. Afortunadamente meses antes pude visitarlo y entrar con mi familia y mi padre.
El presidente le aseguró a todos que aunque viviera en Palacio Nacional, las puertas estarían abiertas siempre para todos.
Pero no fue así. Se empezó a dar cuenta que no todos estaban felices ni coincidan con él así que mandó ponerle vallas sobre todo a las mujeres. Es que las mujeres le dan pavor. Claro, las que lo adulan y adoran no.
Se enamora tanto de ellas que hasta les da una curul en el Senado, aunque luego terminen desilusionadas de él pero inteligentemente conservando sus puestos, y están en su derecho. Lo mismo hubiera hecho Obrador, seamos sensatos.
Las otras mujeres, esas que le reclaman y le exigen, para ellas no hay lugar. Ellas no existen. No hay tiempo para escucharlas. No hay espacio.
El presidente por otro lado, ha podido cumplir sueños, muchos sueños. Sus estadios de beisbol construidos. Ese deporte que le apasiona tanto.
De los niños poco o nada dice. “Que se porten bien con sus mamás” es todo lo que ha alcanzado a decir, frente al enorme desabasto y atención médica para niños con cáncer.
Prometió que sería austero y se trasladaría en su humilde coche marca Jetta. Intentó hacerlo y salir de Palacio manejando siempre su fiel chofer aquel pequeño y sencillo auto, pero sus “adversarios” de pronto se han ido multiplicando a lo largo de estos años y ya tuvo que usar por seguridad, una de esas camionetas que tanto critica como “buchonas y fifís”, una de esas camionetas que dijo regalaría al pueblo bueno por qué venían de gente mala y de dinero sucio.
¡Ay mi presidente!... Aseguró que siempre sí cambió de opinión y que mejor sí habrá militarización en el país…
Nos acaba de llamar hipócritas a los que no estamos de acuerdo con ella.
Nos ofende y agrede a los que no le aplaudimos sus desatinos.
Aceptó hace unos días que, de plano, no está pudiendo cumplir con todas sus promesas pues porque “por culpa de los neoliberales no me estoy dando abasto”, dijo. No por su culpa, ¡no! Cómo creen…
Se carcajeó de la filtración de información por medio de un hackeo inmenso. Dijo que ese le había hecho lo que el viento a Juárez, ósea nada. Y tiene razón. La gente que lo ama profundamente, en su mayoría no leen ni se informan ni siquiera entienden que es hackeo.
Y es que el mismo presidente lo dijo: “La gente morenista es gente ignorante” digamos que “se le chispoteó”. Pero lo dijo. No es fake news.
El presiente es un mago en desviar la atención y llevar la conversación a otros niveles para distraer.
‘“Voy a invitar a Belinda para que venga a cantar el 1ro de Diciembre al Zócalo, se ha portado ‘muy bien’ con nosotros ( ¿qué significará portarse bien para el presidente?) Voy a ver si acepta cantar con Nodal”. Y el tema se coloca en otro lado, en otro discurso y en otras ideas. Ahí sabe cómo enfocar la atención de los que le idolatran.
El día de ayer, el secretario de Gobernación, ese que debería de tener una actitud seria, de altura pues, de decencia, un mínimo de respeto, salió a decir que los tabasqueños eran más inteligentes que los norteños.
Ese que sueña también con ser presidente. Ese que el dedito de Obrador señaló, aunque él diga que él no destapa a nadie.
Eso dijo Adán Augusto.
Y hoy el presidente dijo en su mañanera que “está bien que se digan esas cosas, si no, no tendría chiste”.
Me impresiona de sobremanera, la cantidad de gente que yo admiro y que me parecen de lo más brillantes que aún con todo y esto sigan insistiendo que él es el mejor y que la mejor opción para el 2024 es la pervivencia de Morena.
Ayer, francamente, en un estallido de ira y un arrebato emocional, Claudia Sheinbaum le reviró a Lilly Téllez en un tuit, aplaudiéndole que Rosa Icela Rodríguez señalara a Lilly Téllez por solicitar protección para su hijo, pero a su vez estar en contra de la militarización.
En este debate, intervino la candidata para presidenta por Morena diciéndole a Rosita Icela que “Tú muy bien amiga, así se habla… pintas y describes exactamente al conservadurismo y su doble moral al pedir que se proteja a una familia pero se desproteja a las demás”, haciendo referencia por supuesto contra Téllez .
Esto fue absolutamente inadecuado para Claudia Sheinbaum. Actuar así, subiéndose al ring no le va a dar más votos, no le da buena imagen creo yo.
Ya leí por ahí que le va a pagar a su asesor Antoni-Gutiérrez Rubí 635 mil pesos. Y debe de estar hasta sudando Antoni al ver que no hay manera de asesorarles si les sigue ganando la pasión izquierdista de gritos y dimes y diretes.
Por eso insisto que, le hago una invitación a Claudia Sheinbaum para que se deje mejor asesorar por mí y le cobro menos.
Y así esta columna podría ser tan larga, como largo se me ha hecho este sexenio y al punto que quería llegar es que este presidente, pudo haber sido el mejor de todo el mundo incluso si en verdad hubiera sabido controlar sus emociones.
La inteligencia emocional es algo que se debe de estudiar, que los candidatos y el presidente deberían de conocer y tomar cursos con respecto a ello porque eso les pondría todo el viento a su favor.
Pero les gana la entraña, la ira, la explosión, el resentimiento y la herencia izquierdista (que también derechista), esa que levanta puño y grita y se avienta casi casi a los golpes.
Mientras tanto en lo que escribo, el presidente haciendo corajes, señalando y enojándose por las preguntas incómodas en su adorada mañanera.
Ayer vi unas escenas aterradoras y dolorosísimas de niños tumbados en el piso de el salón de clases en Sonora por ráfagas de metralladora… pero el presidente dirá que no pasó nada y que es lo normal. Si es que permite que alguien le pregunte de eso. Supongo Jesús Cuevas sabe dirigir muy bien a quien le prenden el micrófono cuando días antes se suscitan actos de violencia. El chiste es apagar el fuego, cambiar de temas, evadir hablar de ello, anularlo.
Y yo mientras tanto, en cuanto deje de escribir saldré al mundo para hacer de este país algo mejor con lo que puedo y con lo que tengo.
Es lo que nos toca hacer.
Porque siempre no fue el mejor presidente de todos los tiempos y entonces entre todos debemos de ir armando las piezas de este roto México para que siga andando.