La más amplia gira que en este pontificado se haya realizado inició hace 3 días en Indonesia, el país con mayor población islámica sobre la tierra y en la cual el 90% de su población practica la fe del profeta; esto significa que hay más de 250 millones de musulmanes, por su parte, los católicos no alcanzan el 6% de la población, por tanto, la visita pastoral a ese país carecería de cualquier sentido práctico para el máximo jerarca católico.

Sin embargo, inserto en el nuevo pensamiento que Francisco impulsa desde su pontificado y que tiene que ver con darle un sentido y un objetivo político y social a las religiones, el Papa acudió a una mezquita para hacer una declaración conjunta con el gran imán de aquella nación en donde se destacó que hay dos graves crisis que enfrenta el mundo: la deshumanización y el cambio climático. Francisco aprovechó la gira para arremeter contra los extremistas de todas las religiones; en dicho acto ecuménico, el sucesor de San Pedro escuchó las oraciones islámicas recitadas por una joven ciega de nombre Syakila que habría ganado el concurso nacional de recitación del Corán.

Francisco destacó la importancia de que en una sociedad (aplastantemente) islámica se practique la tolerancia religiosa; sin embargo, en el año 2021 la catedral de Makassar, en la isla de Sulawesi fue atacada por extremistas islámicos, dejando heridos y muertos a 14 católicos. En el contexto de la actual visita, se produjeron 7 detenciones por parte de la unidad antiterrorista Densus 88 de la policía indonesia sobre extremistas que planeaban atacar a Francisco. Lo anterior, en evidente rechazo de grupos radicales musulmanes por el llamado a la unidad religiosa que hizo Francisco.

Esta fraseología impregnada de “buenismo” diplomático y que desde el vaticano se impulsa, no sólo molesta a los seguidores del profeta que reconocen como único Dios a Alá y como su principal profeta a Mahoma, sino que se opone diametralmente al denominado magisterio ordinario de la iglesia y al depósito de la fe que se supone, el propio Francisco representa.

La fe de la iglesia católica ha expresado por veinte siglos que no hay salvación posible fuera de ella, que Jesucristo es Dios y que, quien no está con Jesucristo está contra él. El Papa es el sucesor del jefe de los apóstoles, San Pedro, quien del propio cristo escuchó las palabras: “Tú eres Pedro y sobre esa piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Esto coloca al Papa como guardián de una tradición inalterada que no puede colocarse como promotor de una fe que se oponga al reconocimiento de verdades que los católicos asumen como dogma a riesgo de ser excomulgados. ¿Cómo entonces el jefe de la iglesia católica, consciente y activamente pretende aceptar que todas las religiones tienen un grado de verdad y son útiles a los mismos fines de la salvación humana cuando todo lo que él representa implica exactamente lo contrario?.

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El problema radica en la sobre politización de la práctica del romano pontífice a quien parece preocuparle más el medio ambiente o la paz mundial, que el estado de las almas de su grey, y esto es un profundo cambio en la vocación de la iglesia católica pues, es fe de la iglesia que Jesucristo personalmente dirige el cuerpo místico de la misma con objeto de otorgar los mecanismos de salvación (sacramentos) que, muchas veces, han implicado e implican el martirio, esto es, la entrega de la vida de un católico en defensa de los valores de su fe. Y este núcleo de valores es absolutamente intolerante con respecto a otras religiones pues no acepta sino un solo camino de salvación.

La gira por Asia se da en medio de enormes presiones de migración islámica a Europa, donde buena parte de los católicos y otros grupos cristianos se ven sometidos a la imposición de la sharía o ley islámica, caracterizada por su radical intolerancia, al tiempo que miles de migrantes musulmanes incrementan las cifras de delitos graves (violación y homicidio) contra las poblaciones europeas. De esta forma, en la tierra de la cristiandad, la presión religiosa aumenta, mientras que, en la tierra del islam, el jefe de los cristianos escucha atento el Corán.

Así pues, la gira de Francisco ha estado rodeada de elementos que son cuestionados no sólo por los islamistas que se ofenden por la presencia del papa en sus mezquitas, sino por buena parte de la jerarquía católica y millones de fieles a los que no les cuadra que, en aras de un discurso político, se ceda en lo concerniente a la “verdad revelada”. Los enemigos tradicionales del catolicismo han sostenido siempre que Roma es más un aparato político y económico al servicio de los intereses mundanos, que el gobierno de la iglesia de cristo en la tierra. Este tipo de actitudes obliga al menos, a la reflexión de los fieles sobre el actual acontecer en el marco de su fe.