Tiene razón René Rentería en su artículo “Entre brindis, vecinos y destinos”, nadie puede pensar con el estómago vacío. Por tal motivo, él ha sugerido a la presidenta Claudia Sheinbaum, para hoy lunes 20 de enero de 2025, día de la inauguración de Donald Trump, una ligera merienda “en la soledad de la más íntima reflexión sobre nuestra nueva relación con el vecino del norte”.

Rentería, licenciado en derecho, considerado uno de los líderes del vino en México y consultor en wine marketing, gastronomía y turismo, si algo ha aprendido es que “cada olla sabe los hervores de su caldo”. Y hay ollas republicanas, juaristas que en este momento vienen al caso más que nunca antes.

René Rentería ha recomendado a la presidenta de México uno de los menús preferidos por Benito Juárez: “Un plato de arroz acompañado de tortillas y un bistec con frijoles y salsa de chile chiltepín”.

Desde luego, “para hacer más placentera e inspiradora la republicana merienda, sugiero que la acompañe con vino mexicano”. Una copa, solo una. Pero eso sí, afirma René Rentería, consciente de la personalidad absolutamente austera y honesta de la presidenta, con certeza Claudia Sheinbaum haría lo que está documentado hacía Benito Juárez, también una persona dada a la austeridad y plenamente convencida de que debía actuar con honestidad en cualquier situación: pagar el vino, que no tiene por qué ser caro, con su propio dinero, no con el presupuesto de Palacio Nacional.

Y como gran final en la comida juarista para vigorizar el patriotismo y el análisis estratégico en un lunes de agresiones contra México, “una copita de rompope que endulce el momento mientras reflexiona sobre palabras de Juárez que parecerían dirigidas a la presidenta Sheinbaum: ‘A veces mi espíritu se sentía profundamente deprimido, pero reaccionaba al recordar aquel verso inmortal: ninguno ha caído si uno solo permanece de pie’…”.

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A propósito de comida mexicana, Rentería ha recordado que cuando triunfa la república se le ofreció a Benito Juárez un banquete el 15 de julio de 1867 “en el salón de actos del Colegio Nacional de Minas —el actual Palacio de Minería—, donde como dicen las crónicas, se ofrecieron numerosos brindis. Es ahí que don Benito pronunció una frase que lo inmortalizó y hoy es más vigente que nunca: ‘Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz’…”.

Benito Juárez era un gran bailador. Claudia Sheinbaum ha demostrado la misma habilidad —varios años de su vida ella los dedicó al ballet y, durante la campaña electoral, bailaba cada vez que había música en las giras—.

Mientras Trump baila la popular canción de “YMCA”, en México bailemos al son de la polka que tanto le gustaba bailar al presidente Juárez, “La segunda de Rosales”. Enseguida un video de esta polka interpretada por el legendario grupo Los Montañeses del Álamo, de Santiago, Nuevo León, municipio ubicado a medio camino entre la ciudad más bella del mundo, Monterrey, y la segunda ciudad más hermosa del planeta, Montemorelos.

Curiosa la historia de “La segunda de Rosales”. No se llamaba así la polka, pero Benito Juárez la rebautizó con ese nombre durante los años de la invasión francesa. En El Heraldo de Chihuahua leí la historia siguiente.

Juárez había abandonado la capital de México con su gabinete. Viajaron al norte. En su recorrido “bailó por 11 horas en una fiesta ofrecida en su honor”. Ocurrió en El 10 de octubre de 1864 en la Villa de Rosales, Chihuahua, a 8 kilómetros de la actual ciudad Delicias. Hubo banquete y baile: “Cuentan que fue en esa ocasión cuando el presidente bailó la segunda pieza, una polka llamada La escobita”. Después, en la ciudad de Chihuahua, el presidente Juárez “quiso escuchar esta polka de nuevo, pero, como no se acordaba del nombre, le pidió a los músicos que tocaran ‘La segunda de Rosales’. Y este nombre quedó en la memoria popular”.

En su merienda de hoy, analizando ella sola lo que pasará este 20 de enero, antes de debatir con su gabinete, mientras disfruta el inspirador menú juarista de arroz, tortillas, bistec, frijoles y chiltepín, desde luego con una copita de vino mexicano, podría la presidenta Sheinbaum escuchar la polka ‘La segunda de Rosales’ y recordar lo que el presidente Juárez decía: “A veces mi espíritu se sentía profundamente deprimido, pero reaccionaba al recordar aquel verso inmortal: ninguno ha caído si uno solo permanece de pie’…”.

Desde luego, lo anterior sin que Claudia olvide el nombre original de la polka, La escobita, ya que algo así se necesitará para barrer el tiradero que deje el arranque de la administración Trump. Que lo barreremos, lo barreremos.