Este fin de semana el metro de la Ciudad de México volvió a ser noticia.
Primero, cerca de las cuatro de la tarde de ayer domingo en la estación Polanco de la Línea 7, dirección El Rosario, se separaron dos vagones y los pasajeros tuvieron que ser desalojados.
Más tarde, a las 19:49 horas, usuarios del Sistema de Transporte Colectivo alertaban a través de las redes sociales que en la estación Bellas Artes de la Línea 8 se escuchó una explosión y había humo en el lugar y también fueron desalojados.
Ambos percances ocurren justo el día en que reabrió la Línea 12, misma que permaneció cerrada durante veinte meses debido al fatídico accidente que cobró la vida de 26 personas y justo después del lamentable accidente que dejó una centena de heridos y una jovencita fallecida.
Tanta calamidad, sobra decirlo, pone en alerta a los millones de usuarios de este medio de transporte que actualmente tiene más de cincuenta años de operar y que es el más usado por los capitalinos. Pero también hace que la oposición, los malquerientes del gobierno de la Cuarta Transformación, los que parece se regodean ante la tragedia, ataquen un minuto sí y el otro también a la jefa de gobierno capitalino.
Las fallas no son nuevas
Sin querer minimizar lo que está ocurriendo en el metro y mucho menos a las personas que han resultado heridas o que han fallecido en estos incidentes, debemos tener presente que el metro de la Ciudad de México ha tenido fallas desde siempre, para ser precisos desde poco después de su creación, en 1969.
El primer accidente fatal ocurrió el 20 de octubre de 1975 en la estación Viaducto, dejando un saldo de 70 heridos y 30 personas muertas.
Los accidentes posteriores ocurrieron en 2015, en la estación Oceanía; en el 2020 en la estación Tacubaya, en el 2021 en la Línea 12 y el más reciente el sábado 7 de enero en la Línea 3. En todos los siniestros, lamentablemente hubo heridos y fallecidos. Entendamos: el metro es un monstruo de vagones en el que viajan diariamente millones de personas. Pero este medio de transporte es también una maravilla tecnológica que aligera la movilidad en una ciudad de las dimensiones que tiene la capital del país a muy bajo costo.
Leo en portales informativos de años atrás cómo ha subido el precio del boleto de este transporte. El aumento más significativo lo tuvimos durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera, que pasó de tres a cinco pesos, precio que se mantiene en la actualidad, siendo que el costo real debería ser de 14 pesos, lo cual dañaría la economía de los usuarios, en su mayoría trabajadores de bajos ingresos y estudiantes.
Échenle pluma. Si costara 14 pesos y se transportan cinco miembros de una familia, sería un costo diario de 70 pesos, solo por un viaje, más el regreso nos eleva el precio a 140 pesos por día, sumando un total de 700 pesos a la semana. Mucho dinero para la clase trabajadora.
Se ha mantenido el bajo costo debido al subsidio que aún existe (y seguirá existiendo) por parte del gobierno capitalino y el federal para no afectar la economía familiar, lo cual quiere decir que los recursos se usan en forma correcta.
Por tanto, no debemos perder de vista que la funcionalidad del metro ha representado tanto para el gobierno de la CDMX como para el federal un esfuerzo real para mantener el precio accesible para toda la población.
¿Se imaginan el caos en la ciudad si éste no existiera? ¿cuánto pagarían los capitalinos en otro transporte para llegar a la escuela o al trabajo? ¿cuánto en gasolina? ¿en atravesar de norte a sur la ciudad?
Sin embargo, parece que a muchos se les queman las habas para que sigan ocurriendo desastres e incluso que se detenga su diaria circulación.
Los constantes desperfectos, las fallas, las explosiones, los objetos que “aparecen” en las vías, empiezan a tener tintes de sabotaje lo cual es extremadamente delicado.
Estamos hablando de vidas humanas. ¿Tirar a matar a terceros para ver a Claudia caer? Qué grave.
Las pretensiones políticas de algunos desquiciados, sí, de aquella oposición caduca y terriblemente derrotada, no calculan, ni por asomo, que al herir de gravedad al metro con sabotajes, con accidentes planeados (en caso que así sea) no demeritan el trabajo de la doctora Sheinbaum, pero sí están cobrando vidas.
Los accidentes de ayer domingo por fortuna no dejaron heridos ni fallecidos, lo cual es una buena noticia.
Pero cada percance debe ser investigado a conciencia y sacar a la luz los resultados, pues ni en la peor pesadilla queremos pensar que el odio y la demencia de algunos los lleve a intentar siquiera que existan en la Ciudad de México atentados como han ocurrido en otros países en transportes colectivos.
La apuesta siempre es por la paz.
Y en el caso del metro, por un transporte seguro, eficaz, de bajo costo que sirva a las familias capitalinas como lo ha hecho por más de cinco décadas sin sabotajes y sin riesgos de ningún tipo para los usuarios y por supuesto, sin mano negra de la oposición.