Son casi las cinco de la tarde y el lunes soleado hace brillar las pieles qué hacen largas filas con tal de entrar a ver al Dr. Simi. No es común que un empresario sea propuesto al Premio Nobel de la Paz, sin embargo, Víctor González es mucho más que eso. Es un filantropo y un activista de los derechos a la inclusión de personas con discapacidad con una profunda sensibilidad espiritual y medio ambiental. Este lunes, en la inmensidad del majestuoso Polyforum Siqueiros, se hizo pública su candidatura por tercera ocasión al galardón instituido por Alfred Nobel, inventor de la dinamita, en su testamento. La Fundación Nobel fue creada en 1900 con la herencia del inventor y se encarga de distribuir los premios a quienes han realizado grandes aportaciones a la humanidad.

En su semblante, pareciera que el México desigual le ha dolido tanto que no pudo parar hasta desarrollar un proyecto que atendiera a quienes más lo necesitan. Mejor conocido como “Dr. Simi”, Don Víctor dice con humildad que la postulación al Premio Nobel de la Paz no es de el ni de su empresa sino que es para México. Avanza en silla de ruedas y su voz tambalea en algunos momentos. Pide un minuto de silencio y oraciones por la salud del Papa Francisco, los ojos se le enternecen. Lidia unos segundos con la incertidumbre qué solo pueden sentir quienes, con el paso del tiempo, dejan de sentir la plena salud de los jóvenes. El empresario se volvió activista por las personas discapacitadas el día que tuvo que comenzar a recorrer la vida en dos llantas y entendió las adversidades y obstáculos que hay en ello. Con todo y cualquier privilegio que pudiera señalarsele, entendió que hay un mundo en el mundo que no siempre encaja para quienes tienen movilidad limitada.

Su aportación al país no ha sido fácil de reconocer para la clase política pues prácticamente, el modelo de atención a bajo costo con amplia cobertura ha sido preferido y necesitado por los que menos tienen ante un sistema de salud que frecuentemente se encuentra saturado y en algunas comunidades, francamente colapsado. Mientras que en clínicas públicas hay largos tiempos de espera y carencias de medicamento, en Similares hay coberturas inclusive de psicólogos y dentistas qué atienden urgencias.

El modelo farmacéutico accesible fue innovador y Dr. Simi rompió la lógica de los altos costos para acceder a medicamentos, encontrando en esa estrategia replicable un negocio que encima, fue redituable. Pero en su profunda lógica de dar, crearon el Grupo Por un País Mejor y los esfuerzos llegaron a rincones cada vez más lejanos. Todo esto le ha sido reconocido por la premio Nobel Rigoberta Menchú Tum, qué es quien lo respalda y postula ante el comité en Oslo que tomará la última decisión.

Rigoberta Menchu, con su profunda sabiduría, explica que no se trata de cualquier lunes sino de uno que, en su calendario representa el día de los grandes logros, el día sagrado. Honrando el lugar, la vida, los procesos naturales, el cosmos y la integración, recuerda que estar todos en armonía implica conexión.

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Destaca que Víctor González Torres encima ha emprendido una lucha contra el cambio climático y contra la depresión, pues ahora también hay consultas para la salud mental en las farmacias de esta famosa cadena.

No se puede negar que la red de Farmacias Similares ha representado un alivio para millones de mexicanos. En un país donde la salud sigue siendo un privilegio y no un derecho garantizado, la posibilidad de acceder a consultas médicas y medicamentos a precios reducidos ha marcado una diferencia en la vida de muchas familias. Sin embargo, no podemos olvidar que este modelo de negocio opera dentro de una estructura de lucro y no como una iniciativa de beneficencia. El éxito del Dr. Simi ha sido, ante todo, empresarial aún así, se trata de la primera empresa social que seriamente prioriza al ser humano, el usuario olvidado hasta por quienes tienen la obligación legal de brindar servicios de salud.

Pero, ¿es suficiente esto para un Nobel de la Paz? La pregunta no es menor si consideramos que este reconocimiento ha sido entregado a figuras que han cambiado el curso de la humanidad con acciones de desarme nuclear, construcción de paz en zonas de conflicto o aportes científicos fundamentales para el planeta. La comparación con García Robles, artífice del Tratado de Tlatelolco que convirtió a América Latina en una región libre de armas nucleares, o con Mario Molina, cuyo trabajo sobre la capa de ozono salvó millones de vidas, no es menor.

No se trata de menospreciar la labor del Dr. Simi ni de su grupo, por el contrario, se trata de recordar que el Nobel de la Paz honra a quienes han transformado la historia con su activismo, su lucha política o su sacrificio personal. En un mundo donde la paz sigue siendo un anhelo lejano para muchos, el reconocimiento de este galardón debe mantener su esencia: premiar a quienes han arriesgado y entregado su vida a la causa de la humanidad. El hecho es que por la presencia y alcance en el país, el propio Gobierno de México podría reconocerle que sus iniciativas han logrado despresurizar el sistema de salud.

¿Será esta tercera nominación la vencida para el Dr. Simi? La respuesta está en manos del comité noruego, pero la discusión sobre qué tipo de legado merece este honor sigue abierta.

México ha sido honrado con el Premio Nobel en tres ocasiones, gracias a las destacadas contribuciones de los siguientes mexicanos:

1. Alfonso García Robles: Galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1982 por su incansable labor en la promoción del desarme nuclear en América Latina. Su liderazgo fue fundamental en la creación del Tratado de Tlatelolco, que estableció la región como zona libre de armas nucleares. 

2. Octavio Paz: Reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 1990, Paz es uno de los escritores más influyentes de México. Su obra abarca poesía, ensayos y traducciones, explorando temas como la identidad mexicana y la condición humana.

3. Mario Molina: Premiado con el Nobel de Química en 1995 por sus investigaciones pioneras sobre la química atmosférica, específicamente por descubrir cómo los clorofluorocarbonos (CFC) dañan la capa de ozono. Su trabajo fue crucial para la adopción del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional destinado a proteger la capa de ozono.

Estos tres laureados han dejado una huella imborrable en sus respectivos campos, elevando el prestigio de México en la arena internacional. Aunque Andrés Manuel López Obrador nunca quiso premios ni reconocimientos, habría sido un gran nominado. El tiempo dirá. En un panorama de guerras, las poetas palestinas que convierten la daga en filosas letras de dignidad y consuelo son también merecedoras.