Quizá el escritor Francisco Martín Moreno debería intitular su próxima obra como El México corrupto. De acuerdo con el informe publicado por el World Justice Project, nuestro país se ubica en el número 135 de 139 en el ranking de ausencia –o presencia- de corrupción. Sin embargo, el informe analiza otras ocho nueva asignaturas tales como los límites al poder gubernamental, gobierno abierto, derechos fundamentales, orden y seguridad, cumplimiento regulatorio, justicia civil y justicia penal.
World Justice Project es una organización no gubernamental sita en Washington D.C., con sedes en Seattle, Singapur y Ciudad de México. Fundada en 2006, WJP es un organismo multidisciplinario cuya misión es crear conocimiento, fomentar la conciencia colectiva y estimular acciones conducentes a fortalecer el Estado de Derecho alrededor del mundo.
Como es predecible, y ante el deterioro en materia de ausencia de corrupción puesto de manifiesto por el WJP, muchos descalificarán el informe pues atenta mediáticamente contra la principal promesa de campaña del presidente AMLO.
Si bien los aspectos técnicos de medición siempre serán sujetos de análisis, cuestionamientos y controversias, el informe del WJP ha resultado perjudicial para un gobierno cuya bandera propagandística ha estado caracterizada por una supuesta renovación de la vida pública de México. Derivado de una impunidad rampante (nomás recuérdese la bochornosa imagen del impresentable Emilio Lozoya en el restaurante chino), sumado a una opacidad absoluta en la asignación de contratos de obra pública (así ha sido reportado por Mexicanos Unidos contra la Corrupción), nuestro país permanece hundido en una pesadilla de corrupción que permea a lo largo y ancho de los sectores público y privado.
¿Cómo combatir efectivamente la corrupción? ¿Debemos contar con más organizaciones civiles como Mexicanos Unidos contra la Corrupción? ¿Debemos realizar una profunda reforma educativa que ponga el acento en la promoción de los valores cívicos desde la primera infancia? Sin duda, la lucha contra la corrupción tiene ramificaciones transversales.
La educación es un pilar fundamental para la construcción de una nación que rechace la corrupción (desde la escuela primera hasta la educación superior, y, en particular, en la formación de los futuros jueces e impartidores de justicia).
En suma, la corrupción aflige a México, lacera nuestra unidad, deteriora nuestro porvenir e hipoteca nuestro futuro como nación. Si bien el presidente AMLO, a través de su extraordinaria capacidad comunicativa, ha sido capaz de crear una dudosa percepción de que su gobierno combate la corrupción de igual forma que se “barren los escaleras” la realidad empírica indica invariablemente hacia una regresión en la formación de valores cívicos, desde las más altas esferas del gobierno hasta los hogares mexicanos.
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4