La justicia para las mujeres es un mito. No solo es inexistente sino indeseable para la clase política mexicana. Ese mito se adora cada 8 de marzo, 25 de noviembre o durante cualquier campaña política en la que, como todo mito, se despliegan muestras casi religiosas cargadas de una nueva fe con frases feministas, usurpadas por gobiernos, políticos y funcionarias de todos los partidos, especialmente el oficialista, con los símbolos urbanos de la protesta, uniformados en todas las gamas de violeta. Las más institucionales se reservan al naranja ordenado por la ONU para cada 25 del mes.
Aquel despojo que la clase política ha hecho del movimiento feminista tiene que ver con que las mujeres, llenas de rabia exigiendo justicia e igualdad, construyeron el único movimiento orgánico, legítimo y auténtico qué le queda a México. Movimiento tan grande y diverso al que se la ha querido quitar la fuerza con el segundo gran mito: una mujer en la presidencia hizo que llegáramos todas.
¿A donde? No se sabe, pero al único lugar que llegamos todas fue al discurso vacío que prometía dignidad y derechos para el 51% de la población. Un discurso desmontado por el pacto patriarcal que se ha sobrepuesto a las miles de promesas que aseguraban moralizar la vida pública, pues aquellos derechos no operan frente a los diputados o senadores de Morena que han cometido abusos machistas. Igual que Porfirio Muñoz Ledo o Félix Sábado Macedonio.
El mito parecía leyenda. Nos dijeron que con paridad, las mujeres tendríamos representación y voz. Nos vendieron la presencia de mujeres en el Congreso y en la presidencia como una garantía de que nuestros derechos nunca más serían pisoteados ni negociados. Vaya estafa. Fingieron varias ser una de las nuestras. Fingieron ser feministas y hasta salieron a marchar codo a codo pero solo un ratito, para la foto solamente.
Este martes 25 de marzo, a pesar de que en la Cámara de Diputados hay 251 mujeres que pudieron votar para permitir que la Fiscalía de Morelos investigue el presunto abuso sexual por parte de Cuauhtémoc Blanco, un puñado de traidores a las víctimas decidieron encubrir al ex gobernador y ser parte del pacto.
Decía Simone de Beauvoir que los opresores no serían tan fuertes si es que no tuvieran aliados entre los oprimidos. Varias mujeres “feministas” estuvieron ahí.
Hoy el mito se cayó, revelaron su verdadero rostro y quedamos en claro que aunque el poder se vista de mujer, machista y patriarcal se queda. Ni hablar de la inmoral votación, de los inmorales actos de respaldo a un símbolo de la corrupción y del inmoral fuero de un posible agresor.
Ni hablar de mujeres alienadas qué subieron a tribuna para entonar qué un posible violador no estaba solo. Es claro que quienes están solas en este país son las víctimas, ellas si que lo están.
Solo espero que este día no sea olvidado por ninguna de nosotras. Que la próxima vez que se atrevan a marchar cualquiera de las que votaron a favor del vergonzoso dictamen revictimizador qué sugiere la falsedad en la denuncia de una víctima, cuyo hecho ni siquiera fue investigado porque su propio partido lo impidió, las repudiemos de nuestros espacios. Que nunca más marchamos con ellas, menos les permitamos adornarse con nuestra causa y movimiento.
Es irónico que el movimiento feminista haya construido las condiciones para que ellas llegarán a representarnos y después utilizaran esa representación en favor de un posible agresor.
Quien quiera venir a decir que ahora “las mujeres tienen muchos derechos” o que “están muy empoderadas” o siquiera sugerir que una mujer en la presidencia es el mayor logro del feminismo mexicano, qué lea el Diario de sesiones y vea los despliegues de sumisión partidista enlodando y mancillando la dignidad de las víctimas. Echando a la basura la lucha de tantas mujeres que hicieron posible nuestra presencia pública y política.
Hoy estamos despojadas en muchos sentidos de los espacios por los que luchamos. Desplazadas de espacios por pensar distinto. Ahora también, alejadas de cualquier posibilidad de alcanzar justicia cuando el agresor tiene poder, fuero o pertenece a Morena o a alguno de los partidos políticos aliados. Son los tiempos del abuso y la impunidad con rostros reciclados y nuevos hombres protegidos por la arrogancia qué les brinda ser hombres en el poder. Vaya cambio.
X: @ifridaita