Creo que la mayoría hemos escuchado hablar de la meritocracia a través de la famosa frase: “el pobre es pobre porque quiere”. Esta idea o doctrina política plantea desde el supuesto de las ideas, que las jerarquías sociales y gubernamentales son conquistadas por el mérito del esfuerzo individual frente a los demás, ignorando todas las condiciones sociales y materiales existentes, así como las propias limitantes que el mundo material presenta.

Siguiendo esta idea, hemos escuchado un sinfín de opinólogos profesionales y silvestres, cimentado esta narrativa como un “hecho irrefutable” basándose en casos individuales o excepcionales como si fueran una regla, ignorando básicamente todos los demás factores existentes de la vida humana, siendo reduccionistas desde su discurso; un claro ejemplo de esto, fue lo que sucedió la semana pasada cuando el personaje conocido como “Chumel Torres” habló sobre el tema y cito algunos fragmentos de lo que menciono:

  • “El tema aquí no es que la gente crea en López Obrador, neta te lo digo que la gente ya se ha ido desencantando, pero cuando te depositan 8 mil pesos al mes ahí es muy distinto, el licenciado sabe perfecto que al mexicano le interesa depositarle sin trabajar ¿Por qué? porque te vale v34g4 wey, y así va a votar la gente, no me quites las asistencias wey, no porque ya chingué wey”.
  • “¿Dirías qué somos huevones? No, no lo diría, lo opino. Te voy a decir por qué: Yo tengo lo que tengo nomás porque jalo mucho, literal. O sea, yo voy a las escuelas de comunicación y les digo yo sé más que tú, profe ¿por qué?, porque estudió más que tú, profe. O sea, el tema es que mira lo dije mal, no es que seamos huevones, somos comodinos y cuándo se logra tantito confort, piden que les traigan la cahuama... Nos acomodamos”.

El resumen de la charla era que al mexicano le interesa que le depositen sin trabajar y la clásica de clásicas: “el pobre es pobre porque quiere”. Pero como siempre, la realidad se impone a los discursos reduccionistas de casos individuales y se nos muestra con las cifras de Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que levanta el INEGI y los resultados de la OCDE sobre el trabajo. No entraré al detalle fino de los resultados porque son bastante y solo me centraré en el principal:

“México es de los países que más horas trabaja del mundo, donde la jornada laboral es de 48 horas a la semana, cuando la media mundial es de 32 horas”.

Adicional a las cifras estadísticas y los cientos de estudios que desmiente en mito de la meritocracia en el mundo, me gustaría sumar a esto una historia, una frase y un dato:

La historia es que: se han dado cuenta que en estos programas de los canales de “historia y ciencia” siempre sacan el tema de las pirámides de Egipto, hablan de un sinfín de hipótesis donde les parece inexplicable e imposible la construcción de las pirámides, dando siempre la respuesta de que recibieron ayuda externa, es decir, plantean la hipótesis de que extraterrestres o viajeros en el tiempo con otra tecnología los ayudaron a construirlas.

En contra parte de esta historia, siempre que mencionan las pirámides en México, ya sean las de Teotihuacán o las inmersas en la Selva Maya, nunca se cuestionan si fueron hechas por el pueblo de México, ya que es bien conocido a nivel mundial, la calidad y cantidad de trabajo que hacen las y los mexicanos en el mundo.

La frase es: “somos resultado de las condiciones materiales que nos anteceden”. Esta frase es parte del Materialismo Dialectico y no demuestra que el mundo material se impone sobre las ideas del “echaleganismo” y de “vibrar alto”. Las cifras antes mencionadas son prueba de ello.

Un dato: El Congreso mexicano tiene pendiente la famosa reforma laboral, para disminuir la jornada laboral de 48 a 40 horas; esperemos que pronto sea aprobada y pasada al Senado para su ratificación y posterior publicación.

Y por último, dejemos de escuchar y peor aún, creerle a los opinólogos profesionales y silvestres, a los chumeles que con sus discursos reduccionistas basados en su experiencia individual, quieren explicar una realidad nacional que no entienden, no empatizan y no quieren ver.