Muchos de mis compañeros se preguntan ¿por qué el MRO no está dentro del avaluó de los bienes y de la marca “Mexicana de Aviación”? La respuesta es tan simple como compleja; y para responder debemos remontarnos al momento en que Gastón Azcárraga decidió vender “Nuevo Grupo Aeronáutico”, las empresas que conformaban la línea aérea.
Primero fracasó en su intento de que los diferentes grupos de trabajadores, aglutinados en los diferentes sindicatos, adquirieran la línea aérea por “un peso”. Esta medida desesperada la planteó luego de que no pudo implementar un nuevo contrato de trabajo, bastante leonino, con los trabajadores. Tampoco pudo realizar un importante recorte de personal.
Entonces Gastón Azcárraga optó por vender la mayoría de sus acciones al despacho de abogados, “Gastelum Abogados”, cuya cabeza principal es Jorge Gastelum Miranda, primo de Santiago Creel Mirada, este último era accionista de la aerolínea.
Las acciones fueron “vendidas” por la fabulosa cantidad de mil pesos, ante la displicencia de nuestras autoridades gubernamentales, quienes permitieron que este despacho legal crease una entelequia llamada “Tenedora K”.
El entonces conciliador del Concurso Mercantil, Gerardo Badín Cherit, solicitó, primero al juez Consuelo Soto y posteriormente a Edith Alarcón, que el MRO quedase fuera de la “masa concursal”, y así se logró, al grado de que ya no formaba parte de la masa concursal cuando se dictó la sentencia de quiebra para Mexicana de Aviación, el 4 de abril de 2014.
Así lo hizo saber la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes a través de un comunicado: “La justicia aprobó un convenio para proceder con la quiebra… La base de mantenimiento de aviones Mexicana MRO, quedó fuera de la declaratoria de quiebra y continuará funcionando.”
Esta es la razón por la que la base de mantenimiento, conocida como MRO, no es parte de los bienes que quiere adquirir el Gobierno Federal junto con la marca, pues el dueño en realidad es Jorge Gastelum.
Ahora veamos, ¿quién administra el MRO? Un “Consejo de Administración” cuyo presidente es el capitán Rafael Gutiérrez, conocido por muchos como “el borrego”, y es agremiado de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA). El secretario es Marco Calva, quien pertenece al Comité Ejecutivo del Sindicato Nacional de Trabajadores de Transportes, Transformación, Aviación, Servicios y Similares (SNTTTASS).
Hay a su vez varios “consejeros”: Leonardo Montes, Eduardo Barrera, Bárbara Martínez, Enrique Coria, Adrián Martínez; dejo al final dos nombres porque quiero ahondar en ellos: Claudia Quijas y Ricardo Mungarro.
Claudia Estela Rosales Quijas, es todavía sobrecargo de Mexicana de Aviación, pero actualmente presta sus servicios como sobrecargo de Aeroméxico. Además, estuvo durante 11 años en diversos cargos en ASSA, en el sindicato de Sobrecargos, esto es, no volaba, sino que hacía trabajo de oficina.
Ella es conocida como “Quijas”, pues ese fue su nombre de rol dentro de Mexicana. Tras haber dejado el sindicato, apenas el 1º de febrero pasado regresó a volar; sin embargo hasta el momento -según me informan dentro de Aeroméxico- se encuentra gozando de sus vacaciones otorgadas por esta empresa. Ella nunca ha rendido cuentas a sus compañeros de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) sobre su trabajo como parte del Consejo del MRO.
Ahora bien, Ricardo Mungarro es abogado mercantilista. Fue contratado en 2010 por ASSA, cuando el gobierno nos bajó de vuelo y nos enfrentamos a un Concurso Mercantil. Desconozco el por qué forma parte del Consejo del MRO, pues ASSA, nunca nos informó -durante toda la gestión de Ricardo Del Valle- qué hacía ahí dentro y qué trabajo desempeña.
Por supuesto, hay un Comité Directivo encabezado por Emilio Otero; justamente antier inauguraron el Hangar “Lincoln Standard”, nombre del que fue el primer modelo de avión que se voló en Mexicana.
En efecto, la Base de Mantenimiento o el MRO como gusten llamarlo, sigue siendo un empresa muy productiva y que está en constante crecimiento, pues da mantenimiento a aerolíneas nacionales y extranjeras.
Como muchos hemos señalado “es la joya de la corona”, pero tiene dueño y en este caso no somos los trabajadores. Existe confusión porque precisamente en 2014, el año en que se dictó la quiebra de Mexicana de Aviación, el gobierno de Peña Nieto creo un fideicomiso para los trabajadores: el “F2100 Mexicana MRO”. Fue un movimiento de “varita mágica” que hace casi diez años resultó muy provechoso y parecía inocuo, pero que hoy puede ser muchas cosas, menos “inofensivo”.
Partamos de que un fideicomiso es un contrato mediante el cual una persona física o moral, nacional o extranjera, afecta ciertos bienes o derechos para un fin lícito y determinado, en beneficio propio o de un tercero, encomendando la realización de dicho fin a una institución fiduciaria.
En este caso Banorte, Bancomext, el AICM y más tarde Aeropuertos y Servicios Auxiliares aportaron los derechos de cobro sobre adeudos -y las garantías de pago de esos adeudos- que en 2014 tenían sobre Compañía Mexicana de Aviación, empresa que estaba en concurso mercantil. La finalidad: “… que el fiduciario (Invex) administre esos bienes bajo las instrucciones que le dé el Comité Técnico del Fideicomiso, y los venda para que el producto de la venta se entregue a las personas que fueron trabajadores de Mexicana de Aviación, y que no pudieron cobrar sus liquidaciones laborales dado el estado de insolvencia de la empresa”.
Mucha atención en este fino movimiento. Aunque algunos de los acreedores eran entidades de la administración pública, el fideicomiso formado fue de carácter privado, aprovechando su naturaleza jurídica de ser organismos públicos descentralizados o desconcentrados. Además, desde su creación, el fideicomiso fue tajante: “no vamos a pagar liquidaciones, sino compensaciones o ayuda económica para los que ya no alcanzaron a cobrar con la quiebra decretada en el concurso mercantil”.
Hace diez años ningún trabajador imaginó que el proceso mercantil duraría tanto tiempo. En 2014 se acababa de decretar la quiebra de Mexicana de Aviación; lo que seguía era el remate de bienes y el cobro. La medida de formar el fideicomiso F2100 parecía adecuada, sensata y “hasta buena onda” por parte del Gobierno de Peña Nieto, más aún cuando se hizo público que se iba a “fondear” con 100 millones de dólares, y que dicho fideicomiso tendría una vigencia de 10 años.
Sin embargo, estamos a meses de llegar a los diez años, y ningún trabajador ha cobrado ninguna liquidación. ¿Cuánto dinero hay en el F2100? No lo sabemos, porque es un fideicomiso privado, que no es susceptible de fiscalización por parte del Gobierno. ¿Quién debe tener la información clara y precisa? Pues el fiduciarios (Invex) y el Comité Técnico, cuyos miembros señalamos arriba.
ASPA, el Sindicato de Pilotos ha estado solicitando a las autoridades que revisen el Fideicomiso, ya que la redacción legal de su conformación no beneficia a los trabajadores de manera directa, ya que no considera al MRO como parte de la masa concursal.
El 16 de julio de 2018, se firmó un acuerdo entre los sindicatos y el gobierno. En este solicitaron que el Comité Técnico del fideicomiso entregue el listado de los trabajadores para cuando se realice la dispersión de los recursos, esto es, del dinero que se tenga en dicho fideicomiso. Aceptaron que llegado el momento el dinero se entregue bajo la siguiente fórmula: “el pago de tres meses de salario, más 20 días y más otros 12 días de salario ordinario”
Si ya de por sí es complicado el tema de Mexicana de Aviación, en el caso del MRO lo es aún más, lo sé. Pretendo que les quede claro cómo estamos hoy por hoy en este caso; el dinero del fideicomiso por supuesto que no se ha repartido y este tiene fecha de caducidad, en el 2024.
El único dinero que nos han entregado fue el correspondiente a la venta de nueve aviones que pertenecieron a Mexicana, que fueron para cubrir el pago de dos meses de salario que nos adeudaban de 2010, hasta el paro de operaciones.
Si gustan, en el Comunicado 06.04.2014 de la Gerencia de Comunicación Social de la SCT podemos encontrar: “El fondo del fideicomiso ya cuenta con el MRO, que tiene un valor estimado de 100 millones de dólares”. Si tomamos a 20 pesos el dólar, en 2014 se contaba con 2 mil millones de pesos, hoy desconocemos totalmente cuánto dinero hay.
Como pueden percatarse mis estimados lectores, se tiene que ser muy observador y ser obsesivo con guardar datos, comunicados y notas, para seguir la pista. Yo lo hago.
Por todo lo antes plasmado es que el MRO no está dentro de los bienes y la marca que comprará (ojalá) el Gobierno Federal. Es un hecho, la Base de Mantenimiento no se encuentra embargado por los trabajadores, sino que tiene dueño; muchos de mis compañeros se confunden. No es lo mismo el MRO (Base de Mantenimiento) que el Fideicomiso F2100 MRO Mexicana. Los talleres están fuera de la propuesta de compra del Gobierno Federal.
Esperando que mis compañeros disipen sus dudas y que ustedes amables lectores, tengan toda la historia completa de este enredo que parece una obra de Molière.