Estuve de acuerdo con Andrés Manuel López Obrador cuando expresó, en un video de agosto de 2020, que “en el peor momento se cuenta con el mejor gobierno”.
{username} (@lopezobrador_) August 28, 2020
Así lo dije, con toda claridad, en un artículo publicado en SDPNoticias: “Sí, Andrés Manuel es el mejor presidente en el peor momento histórico”.
Obviamente no coincido con todo lo que hacen el presidente y su equipo. En democracia la unanimidad no es posible. Creo que AMLO debió despedir, desde el inicio mismo de la pandemia de coronavirus, a Hugo López-Gatell. Hoy pienso que el gobierno de México debería expresar abiertamente su apoyo al pueblo de Ucrania y a su presidente, Volodímir Zelenski, y al mismo tiempo sumarse a las sanciones contra la Rusia del dictador Vladímir Putin.
Es lo que opino, pero desde luego quien toma las decisiones es el presidente López Obrador, y como ciudadano respetuoso de las reglas democráticas apoyo lo que él hace, ya que se le eligió —con una mayoría de votos nunca vista— precisamente para que encabezara el poder ejecutivo basado en su criterio, que no tiene por qué ser el mío.
A pesar de Gatell, el gobierno de México entregará buenas cuentas en lo relacionado con el combate a la pandemia. Afortunadamente hubo al lado de Andrés Manuel personas más eficaces, como los operadores económicos del gabinete, que impidieron el desastre del sistema; como Claudia Sheinbaum, quien no solo realizó un extraordinario trabajo en la Ciudad de México, sino que lo hizo en forma tan franca que inspiró al resto de los y las gobernantes locales, que en general estuvieron a la altura del reto; como Marcelo Ebrard, quien aportó capacidad de organización en el momento en que se necesitaba acudir al extranjero a adquirir desde aparatos médicos hasta vacunas, y aun como el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, un médico experimentado y docto, quien aportó la dosis de sensatez que exigía la lucha contra la pandemia.
Sí podían empeorar las cosas
Pensábamos que no podía haber nada peor que aquella doble crisis —la sanitaria y la económica producto de la propia pandemia—, pero nos equivocamos.
Cuando el mundo, una vez vencido ómicron, empezaba a abrirse —es decir, a volver a la normalidad—, se desató algo más que parecido a la tercera guerra mundial, en la que participan con temible agresividad, de un modo u otro, todas las potencias, y en la que no han faltado amagos nucleares.
La desestabilización económica actualmente amenaza más a todas las naciones que en las etapas duras de la pandemia, porque en 2020 luchábamos en perfecta unidad todos los hombres y todas las mujeres del mundo contra el mismo enemigo, y sabíamos que en cuanto se desarrollaran vacunas y otros medicamentos volveríamos al trabajo, a la inversión, al desarrollo.
Ahora mismo, es mucho mayor la incertidumbre generada por la invasión rusa a Ucrania y por las sanciones económicas contra el régimen de Putin de parte de Estados Unidos y Europa —no solo la Unión Europea, sino también países de enorme relevancia de fuera de la UE, como Reino Unido y Suiza—.
Más allá de si estoy de acuerdo, o no, con todo lo que hace López Obrador —insisto, me gustaría verlo más contra Rusia y más a favor de Ucrania—, lo cierto es que de nuevo podemos decir que tenemos al mejor presidente para el peor momento histórico.
Y lo es porque, podemos estar seguros, Andrés Manuel no se desviará en su estrategia: por ningún motivo dejará de apoyar a la gente más pobre de México —demasiados millones de personas— ni permitirá que florezca la corrupción.
Solo con eso está garantizado que nuestro país superará la actual crisis global. Ayer que se hablaba de la traición de Felipe Calderón, quien puso al frente de su supuesta lucha contra el narco a un aliado de la mafia de Sinaloa como Genaro García Luna, me quedó claro que tales excesos, que tanto han dañado a México, no se repetirán, no en este sexenio. Esperemos que en el próximo, tampoco, esto es, que seamos capaces de elegir al hombre o a la mujer que mejor continuidad sepa dar a lo realizado por Andrés Manuel.
Nuestra nación no debe volver a los tiempos de la corrupción. Imaginemos dónde y cómo estaríamos en estos años aciagos con gobernantes tan sucios como Calderón, tan ambiciosos como Salinas, tan frívolos como Fox…
Realmente tenemos suerte de haber tenido a Andrés Manuel al frente de México durante la espantosa pandemia mundial inmediatamente seguida de una guerra terrible de alcances globales. Perdón por repetir lo ya dicho: imaginen lo que sería de todos nosotros en la crisis de la guerra con presidentes sucios, corruptos o de vacilada como los anteriores. Nomás imagínenlo.