Uno de los ejes fundamentales de la política laboral de los últimos 30 años fue el control de los aumentos salariales, el argumento central es que su aumento generaba inflación. El primer paso se dio con el presidente Salinas de Gortari que impuso los llamados pactos económicos, que se tradujeron en que los aumentos salariales contractuales, aquellos que negocian las revisiones de contratos colectivos de trabajo, no fueran superiores a un dígito, para que supuestamente la inflación no fuera mayor a ese dígito.

Con este cuento, el de la relación salario – inflación, el aumento del salario mínimo también se mantuvo dentro del índice mínimo de aumento, de tal suerte que con los aumentos salariales los trabajadores cargaron en sus espaldas con el peso económico de la inflación en este país, durante todo el periodo neoliberal. El resultado fue el deterioro del ingreso de la clase trabajadora a niveles de miseria (actualmente cualquier trabajador que gane uno o dos salarios mínimos vive en condiciones de miseria-pobreza).

En estos días se acaba de otorgar el Premio Nobel de Economía para David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens, justamente por haber probado la tesis que rebate los efectos negativos de subir el salario mínimo como elemento inflacionario, idea que vienen publicando desde 1990, es decir que nuestros gobernantes ya conocían e ignoraron.

Así que los trabajadores mexicanos fueron el conejillo de indias de una política neoliberal laboral que hoy se sabe fue errónea, sólo sirvió para legitimar al gobierno en turno con la clase patronal, generando una fábrica de miseria en los asalariados.

No fue la única política neoliberal en contra de los trabajadores, paralelamente le sucedieron la subcontratación, la represión de las huelgas, los sindicatos blancos, para generar la apariencia de una paz laboral, que han cargado los trabajadores durante 5 sexenios.

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Esta política salarial ha tenido un cambio sustancial con la actual administración de López Obrador: por primera vez en 30 años los aumentos al salario mínimo han superado el 10%, pero falta mucho por hacer, pues los aumentos contractuales no reflejan estas acciones, la representación obrera sigue desarticulada, pasiva.

Comencemos por discutir los hechos de la realidad y señalemos a los culpables.

Mtro. Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en Derecho por la UNAM.

@riclandero