Estoy muy cercana a darle la razón al presidente cuando el día de ayer mencionó que todos los mexicanos están muy felices.

Más bien, la autoestima del mexicano es bajísima, por lo tanto, con casi nada se sienten contentos, como si merecieran recibir muy poco y con eso ponerse muy  felices y conformarse.

Hace un par de columnas les platicaba que a unos familiares míos de la tercera edad se les intentó asaltar el fin de semana pasado  en plena carretera de Aguascalientes a Celaya. A plena luz del día. Lanzando sobre el pavimento cientos de ponchallantas, que son unos triángulos como de herrería o metal que no nada más hace que se ponchen las llantas sino que prácticamente salgan destrozadas.

Estos familiares son absolutamente morenistas y adoradores del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Se llevaron un gran susto y pensé que por fin se darían cuenta que su presidente no les garantizaba seguridad, pero resulta que después del intento de asalto, llegó la Guardia Nacional (no en el momento, sino mucho después) para escoltarlos en lo que llegaba la grúa para recoger al auto dañado.

Las columnas más leídas de hoy

Entonces, una de las víctimas, que es la más morenista de mis familiares, me dijo: “Ya ves, Claudia. Escribe en tu columna que la Guardia Nacional se portó de primera con nosotros”. Y yo le respondí: “Es que lo que habría que haber aplaudido es que en su trayecto nadie las hubiera intentado asaltar, no que ya con  tres llantas destrozadas del auto y el susto que pasaron y la suerte con la que corrieron porque algo habrá pasado con los asaltantes que desistieron de asaltarlas, y no aplaudir que ya pasados los hechos peligrosos, la Guardia Nacional se hubiera aparecido”. Pero ese justamente es el pensamiento de muchos morenistas: “Soy poco, merezco poco, me conformo con poco, aplaudo lo poco”... En este país nada va a cambiar mientras tengamos ese pensamiento.

Tan mala autoestima tenemos, que a pesar de que se sabe hoy que el narco financió la campaña de López Obrador en el 2006 (no me sorprende y tampoco me sorprendería si también hoy por hoy siguen interviniendo) absolutamente nada pasa ni nada pasará.

Viendo en este momento la mañanera, el presidente cuenta que hay muchos gatitos por todo Palacio Nacional, que no sabe cómo se metieron pero que les dan de comer... Ese es el tema de ahorita siendo las 9:00 am, cuando debería de ser un escándalo el tema del financiamiento del cártel y que el presidente pudiera brindar certidumbre y contestar los cuestionamientos sin miedo... pero es el mago de la distracción; sin duda.

Y en particular, el día de hoy, la mañanera está llena de periodistas y reporteros a los cuales el presidente elige con pinzas para escoger al que no lo hiera ni le toque el tema.

Siendo las 9:05 habla del Museo del Estanquillo y de cómo Monsiváis le encantaba asistir a él.

Siendo ya las 9:13 de la mañana ya el presidente dijo que era mentira el rumor de que su campaña fue financiada por el cártel. Se lo preguntó un periodista de manera muy suave y cómoda para no cuestionarlo de más. Seguro “periodista” pagado por la 4T.

Y así, terminará la mañanera, y este día, y esta semana y este sexenio y nada pasará.

Siempre he pensado  que si yo escuchara a algún político aceptar sus fallas, sus errores, ser valiente ante las críticas y no niegue sus desaciertos, para mí sería un político de valor, pero ya no los hay.

En gran medida, insisto, es nuestra culpa: Siempre creyendo que nos merecemos esto. Lo precario, lo falso, lo poquitero.

Desde la conquista por los españoles nos hemos sentido con esta autoestima baja y dañina. Creemos que nos pueden seguir saqueando porque lo merecemos. Mientras sigamos pensando así, todo está perdido.

Mientras sigamos pensando así, en este país nada pasa, nada pasará.

Ojalá me leyeran tantos que por fin decidieran despertar de este letargo emocional y descubrir que merecemos más.

Es cuanto.