El Fondo del Meollo
Se llevó el Gran Premio, fue el verdadero ganador del fin de semana en el autódromo de los Hermanos Rodríguez. El papá orgulloso, Antonio Pérez Garibay, antes de los éxitos de su hijo, solamente Antonio Garibay, se paseó por todos lados, quiso salir en todas las fotos y llamar la atención, y vaya que lo logró.
Desde la retórica de “prefiero que mi hijo termine en 10° pero que gane México”, hasta el típico “Los padres latinos, los mexicanos, somos muy efusivos, a lo mejor los europeos son más fríos. Si veo a mi hijo campeón del mundo, me aviento del Ángel de la Independencia con la bandera de México”. Pero no solo fueron esas frases vacías, hasta en el podio apareció, saludando a Max Vesrtappen, que con prisa le tendió la mano y estuvo con el sólo un segundo. También lo hizo con Lewis Hamilton, que más relejado cruzo con el diputado por Morena, algunas palabras.
Salió en la transmisión de televisión como 15 veces, estaba en los boxes, con sus audífonos para saber lo que le decían a su hijo y evitar el ruido impresionante de los mono plazas. También fue parte de la cobertura de la propia Fórmula 1 cuando al irse a tomar la foto con el equipo campeón aventó un sombrero mexicano y agitó un Red Bull con tantas ganas que seguramente cuando lo abrió salió como la champaña que Verstappen lanzaba cuando celebró su primer lugar en el Hermanos Rodríguez.
El deporte como motor de campaña. Hace unos días, Marcelo Ebrard usó al Comité Olímpico Mexicano asegurando que México podría organizar los Olímpicos del 2036, algo que además de electorero, es una ilusión por los altos costos de la organización y por el inexistente plan de auto financiamiento que según él tienen listo. Ahora, Antonio Pérez, aprovechando la gran popularidad por su hijo y la pasión que desata Checo, quiere la gubernatura de Jalisco, no es un secreto, así que tener como estandarte de campaña al deportista actualmente más popular que tiene el país, aunque se trate de su hijo, es una buena estrategia electoral.