El mundo está en una era de caos. No hay solidez, no hay control, no hay previsibilidad, no hay entendimiento. Es una realidad que se opone a la organización, a la estructura, al ritmo. Es difícil comprender lo que está pasando. Los métodos que teníamos para entender, reconocer y responder a los retos son ahora inadecuados. Es difícil ver el panorama general. Anteriormente, podíamos descifrar y adaptarnos al desorden. Pero se desarticuló el modelo general de equilibrio político y no ha sido sustituido por uno nuevo. La ley, la religión, los valores, el modelo económico, el estado de derecho nos ayudaban a encarar el cambio. La disrupción se ha apoderado de todo. Quisiéramos normalizar lo que es nuevo y no es normal; entender el presente con base en el pasado. Pero la realidad es incómoda.
Hasta hace unos años, la forma de enmarcar la dinámica del cambio era el concepto “VICA” (o “VUCA” en inglés), que significa “volátil”, “incierto”, “complejo” y “ambiguo”. El concepto fue utilizado por el liderazgo militar de Estados Unidos al final de la Guerra Fría y se extendió en la década de 1990. Luego apareció en los libros sobre estrategia empresarial. A quienes interesa explorar la manera de gestionar el cambio, de pensar en escenarios, simulaciones y modelos, VICA no nos anticipaba lo que sucedería, pero sí nos permitía comprender los parámetros de lo que podría suceder en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo.
Sin embargo, “VICA” ya no nos sirve para entender la realidad. Ante un nuevo paradigma, es necesario otro marco de análisis, que nos ayude a comprender las consecuencias de nuestra realidad actual. ¿Cuáles podrían ser las herramientas que nos permitirían entender los cambios en las naciones? Jamais Cascio nos ofreció un marco atractivo, que podríamos usar, llamado “FANI” (O “BANI” en inglés). “Frágil”, “ansioso”, “no lineal” e “incomprensible” son ejes que nos ayudan a reconocer y describir las situaciones, cada vez más comunes, para las que la simple volatilidad o la complejidad son lentes insuficientes.
Cascio es un prestigiado futurólogo que fue catalogado por la revista Foreign Policy como uno de los “Top 100 Global thinkers”. Cascio nos dice que “FANI” es el marco para pensar situaciones en las que las condiciones no son simplemente inestables, sino caóticas; en las que los resultados no son simplemente difíciles de prever, sino completamente impredecibles. Situaciones donde lo que sucede no es simplemente ambiguo, sino incomprensible.
Lo interesante es que “FANI” es una forma de enmarcar y responder mejor al estado actual de algunos países, como el nuestro. Algunos de los cambios que vemos que suceden en nuestra política parecerían sernos familiares. Creemos que los hemos visto y tratado antes. Pero muchos de los trastornos que ahora están en marcha no son familiares, sino sorprendentes y completamente desorientadores. Se manifiestan de maneras que no sólo aumentan el estrés que experimentamos, sino que lo multiplican.
De acuerdo con Jamais Cascio, los elementos de “FANI” son los siguientes:
1. “F” de “frágil”.
Cuando algo es frágil, es susceptible a fallas repentinas y catastróficas. Las cosas que son frágiles parecen fuertes, incluso pueden ser fuertes, hasta que llegan a un punto de ruptura, entonces todo se desmorona. Los sistemas frágiles son sólidos hasta que dejan de serlo. La fragilidad es una fuerza ilusoria. Las cosas que son frágiles no son resilientes, son incluso anti-resistentes. No es sólo que el aspecto frágil de una nación “FANI” colapsará sin previo aviso, es que puede estar indicando todo el tiempo que es bueno, es fuerte y puede continuar. Los sistemas frágiles no fallan con gracia, colapsan.
La fragilidad a menudo surge de los esfuerzos para maximizar la eficiencia, para exprimir hasta la última gota de lo que sea (dinero, poder, comida, trabajo) de un sistema. Pocos habrían visto la democracia como un sistema frágil, hasta que nos dimos cuenta de cuánto depende la democracia funcional de la responsabilidad por las falsedades intencionales.
2. “A” de “ansioso”.
La ansiedad conlleva una sensación de impotencia, un temor de que hagamos lo que hagamos, siempre será algo incorrecto. En un mundo ansioso, cada decisión parece ser potencialmente desastrosa. Está estrechamente relacionada con la depresión y el miedo. En un mundo ansioso oprimimos la tecla de actualización para ver constantemente las noticias del momento. Puede generar pasividad, o puede manifestarse como desesperación, con el presentimiento de que existe una posibilidad muy real de que otras personas tomen una mala decisión que nos dejará a todos mucho peor que antes.
Nuestro entorno mediático parece perfectamente diseñado para aumentar la ansiedad. Nos estimula de una manera que provoca excitación y miedo. Estamos rodeados de mala información. Esto se hace más grave con la amplia categoría del pseudo-conocimiento que proviene de la información errónea, desinformación, engaños, exageraciones, pseudo-ciencia y noticias falsas. La desinformación es la cristalización de lo que desencadena la ansiedad.
3. “N” de “no lineal”.
En un mundo no lineal, la causa y el efecto aparentemente están desconectados o son desproporcionados; los resultados de las acciones realizadas o no realizadas pueden terminar desequilibradas. Pequeñas decisiones terminan con enormes consecuencias, buenas o malas. O desatamos enormes cantidades de esfuerzo, empujando y empujando pero con poco que ver. Un claro ejemplo de este caos es el cambio climático. ¿Cómo lograr que las personas sigan haciendo lo correcto cuando los beneficios no aparecerán durante décadas? La no linealidad, especialmente en forma de causa y efecto desproporcionados, es claramente visible en el mundo de la política, especialmente en la política internacional. Lo vemos también en la economía. También es visible en los sistemas biológicos. El crecimiento y el colapso de las poblaciones, la propagación de pandemias, la efectividad de la vacunación, todo esto tiene un aspecto fuertemente no lineal. No hay una ruta directa simple del punto A al B. En cambio, hay desvíos, callejones sin salida y resultados inesperados.
4. “I” de “incomprensible”.
El mundo, y algunos países, están locos. Somos testigos de eventos y decisiones que parecen ilógicos o sin sentido, ya sea porque los orígenes son demasiado lejanos, demasiado indescriptibles o simplemente demasiado absurdos. “¿Por qué hicieron eso?” “¿Cómo pasó eso?” Tratamos de encontrar respuestas, pero las respuestas no tienen sentido. La incomprensibilidad emerge cuando tomas la complejidad, y la empujas a través de un tamiz de fragilidad, ansiedad y no linealidad. Una forma en que se manifiesta es a través de sistemas y procesos que parecen estar rotos, pero aún funcionan, o no funcionan sin ninguna lógica o razón aparente.
La incomprensibilidad parece ser intrínseca a los sistemas de inteligencia artificial. ¿Cómo entendemos los sistemas donde los comportamientos complejos se ejecutan casi sin problemas, mientras que las funciones simples fallan al azar? Ya sabemos que los cerebros humanos se encuentran en el reino de lo incomprensible. Sin embargo, incomprensible ahora no significa incomprensible para siempre. Ciertamente, hay dinámicas que permanecen envueltas en un misterio que eventualmente descubriremos.
Es fácil burlarse del pensamiento apocalíptico cuando tal posibilidad parece remota. Pero cuando la tenemos tan cerca… imaginar el futuro no es fácil en un país como el nuestro. Las cosas son demasiado extrañas, demasiado fuera de control, demasiado inmensas y demasiado frágiles como para siquiera comenzar a imaginar cuáles deberían ser las respuestas apropiadas.
El marco “FANI” de Jamais Cascio ofrece una lente a través de la cual podríamos ver y comprender lo que está sucediendo en nuestro país. Al menos a nivel superficial, los componentes del acrónimo podrían incluso insinuar oportunidades de respuesta: la fragilidad podría enfrentarse con la resiliencia; la ansiedad puede ser aliviada con la acción; la no linealidad necesitaría flexibilidad; la incomprensibilidad pide a gritos datos e intuición.
Cascio nos dice que “FANI” da nombre al pavor que nos atormenta a muchos de nosotros en este momento; hace la declaración de que lo que estamos viendo no es una aberración temporal, sino que es, en realidad, una nueva fase. Hemos pasado del agua al vapor. Algo masivo y potencialmente abrumador está sucediendo. Es algo cuya descripción necesita tal vez un nuevo lenguaje. Es algo para lo que, definitivamente, necesitaremos una nueva forma de pensar.
Twitter: @javier_trevino