El reciente anuncio de Donald Trump sobre la imposición de un arancel del 25% a todos los productos provenientes de México y Canadá reaviva las tensiones comerciales que marcaron su administración anterior.

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es uno de los acuerdos comerciales más importantes del mundo, diseñado para fortalecer las economías de los tres países mediante la eliminación de barreras comerciales. La propuesta de Trump no solo contraviene el espíritu del T-MEC, sino que podría desatar una guerra comercial perjudicial para todos. Para México, un país que exporta más del 80% de sus productos hacia Estados Unidos, esta medida pondría en riesgo no solamente a sectores clave como el automotriz, el agroindustrial y el manufacturero, sino a toda la economía mexicana, ya que el sector exportador de México representa más del 40% del PIB nacional

En el caso de Canadá, el impacto sería igualmente significativo, ya que su economía está profundamente vinculada al mercado estadounidense. Trump parece ignorar que este tipo de medidas no solo afectan a los socios comerciales, sino también a las empresas y consumidores de su propio país, quienes enfrentarían precios más altos y posibles interrupciones en las cadenas de suministro. 

La narrativa de Trump apela al proteccionismo como un mecanismo para “proteger” a los trabajadores estadounidenses. Sin embargo, la experiencia de los aranceles impuestos durante su administración anterior demostró que estas políticas generan más problemas que soluciones. Por ejemplo, los aranceles al acero y aluminio no solo encarecieron los insumos para las industrias locales, sino que también provocaron represalias de los socios comerciales, lo que afectó sectores como el agrícola. 

En un mundo globalizado, los países están interconectados en una red económica compleja donde los bienes y servicios cruzan fronteras continuamente. Cualquier interrupción en este flujo puede desencadenar consecuencias en cadena, que incluyen pérdida de empleos, inflación y disminución de la competitividad. 

Las columnas más leídas de hoy

No se puede pasar por alto que esta propuesta tiene un fuerte trasfondo político. Trump busca reforzar su imagen de líder “fuerte” que lucha por los intereses de Estados Unidos, apelando a los sentimientos nacionalistas de una parte de la población.

Asimismo, Trump busca presionar al nuevo gobierno mexicano, para que ponga un alto a las denominadas “caravanas” de migrantes que entran al país por la porosa frontera sur y a quienes México les ha brindado muchas facilidades para continuar su camino hacia la frontera norte en busca del “sueño americano”.

La otra razón del futuro presidente de los Estados Unidos para implementar esta medida, es detener el flujo del fentanilo desde México hacia ese país, ya que en la narrativa de Trump, México no ha hecho lo suficiente para detener el flujo de esta droga que mata decenas de miles de norteamericanos cada año y de cuya muerte, los nuevos integrantes del gabinete de Trump, culpan a México, cuando ellos tampoco han hecho lo propio pare erradicar su consumo y detener a los narcomenudistas que lo venden en las calles de las principales ciudades del vecino país del norte.

No se puede pasar por alto que esta propuesta tiene un fuerte trasfondo político. Trump busca reforzar su imagen de líder “fuerte” que lucha por los intereses de Estados Unidos, apelando a los sentimientos nacionalistas de una parte de la población.  

Ante estas amenazas, México y Canadá deben actuar con prudencia y firmeza. Es fundamental que ambos países defiendan los principios del T-MEC y continúen apostando por una relación comercial basada en la cooperación y el beneficio mutuo. Además, sería oportuno fortalecer los vínculos con otros socios internacionales para reducir la dependencia del mercado estadounidense.

Por otro lado, los ciudadanos estadounidenses también deben reflexionar sobre el impacto real de estas propuestas. Aunque la retórica proteccionista puede parecer atractiva a corto plazo, los costos económicos y sociales podrían ser mucho mayores.

Las amenazas de Trump de imponer aranceles a México y Canadá no son solo una medida económica; son una herramienta política con profundas implicaciones para las relaciones trilaterales. En un momento en que la cooperación internacional es más necesaria que nunca, volver a políticas divisorias sería un grave error. Es fundamental que los líderes de las tres naciones trabajen juntos para evitar que estas amenazas se conviertan en una realidad que ponga en riesgo el futuro de América del Norte, como el principal mercado a nivel global.