El reciente informe publicado por Transparencia Internacional ha sido desastroso para México. A la luz del mismo, este país se localiza en el peldaño número 140 de una lista de 180. En otras palabras, se percibe como uno de los más corruptos del mundo, encontrándose más cerca del último sitio (Somalia) que del primero (Dinamarca).

Y el panorama hacia los próximos años no pinta mejor. El desmantelamiento del INAI como organismo autónomo ha sido una mala decisión para los mexicanos, y desde luego, buena para el régimen en términos de sus ambiciones políticas.

Como es bien sabido, esa institución era responsable de brindar acceso a información pública como respuesta a peticiones formuladas. Derivado de sus competencias y de gozar de autonomía constitucional, el INAI estaba facultado para exigir información al gobierno federal, a las entidades federativas, al INE, al poder judicial y demás organismos autónomos.

Gracias a su labor instituciones como Mexicanos Unidos contra la Corrupción contaron con los elementos periodísticos para sacar a la luz pública los escandalosos casos de corrupción de la estafa maestra y Sedalmex.

Ahora será el propio gobierno federal el responsable de “velar” por la transparencia en el seno de sus propios dependencias. Es una farsa. Y encima, no contará con las competencias jurídicas para exigir información a instituciones fuera de la administración pública federal.

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El problema no se detiene allí. Como consecuencia de los recortes presupuestales hechos por el gobierno de Donald Trump a la agencia USAID, organizaciones como MCCI verán reducidos sus recursos para su propio financiamiento, lo que limitará, como resulta evidente, sus capacidades operativas para conducir trabajos de investigación.

Es una pena. Por un lado, México se ha mostrado al mundo una vez más como uno de los más corruptos. Y por el otro, el régimen que gobierna ha desmantelado cualquier mecanismo de rendición de cuentas que pudiera servir de faro ante las eventuales corruptelas perpetradas por personajes impresentables de la talla de los gobernadores de Morena.