La quiebra de dos bancos regionales estadounidenses y el rescate de otro de mayor cobertura en Suiza, genera la sensación de una gran inestabilidad del sistema financiero. Hay incluso quien piensa que estamos al borde de una crisis sistémica, es decir, de una recesión económica de gran magnitud.
El mercado se encuentra hipersensible, apenas se sabe de registros desfavorables en uno de los rubros de negocios de un banco, cuando con cierto pánico se registran pérdidas accionarias en las bolsas de valores del mundo. Este parece ser el caso del Deutsche Bank, un banco con riesgo sistémico, que muestra un índice de capitalización (CET1) de 13.4% y una posición adecuada en sus rubros principales de negocio.
Las pérdidas observadas de este Banco alemán asociadas al sector inmobiliario, según los analistas de JP Morgan, no devienen en una gran exposición al riesgo, ya que este rubro de negocios sólo representa 7 por ciento de su cartera de préstamos. La reacción bursátil, en consecuencia, es extralógica y poco tiene que ver con el balance sólido del Banco.
En México la sensación de inestabilidad financiera ha llevado a no pocos analistas a pensar que la profundidad de la desaceleración económica va a ser mayor que la esperada y con cierta sorna, han puesto en duda la presencia de un superpeso, concluyendo que sólo es un mito. Vale la pena aclarar que, en lo particular, a mí no me gusta el calificativo de “superpeso”; me gusta más hablar de la existencia persistente, desde hace dos años, de un peso fuerte.
Lo primero que hay que aclarar es que existen razones de sobra para pensar que no estamos ante un efecto de cascada; es decir, que la quiebra y rescate de bancos no tiene porque generar el derrumbe consiguiente de nuestras instituciones bancarias, aun cuando existan pérdidas accionarias. Lo anterior, sobre todo, si analizamos los datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV):
- El índice de capitalización de la banca múltiple se sitúa en 19.27%, 8.77 puntos por arriba del índice de capitalización mínimo requerido en México de 10.5%.
- Las instituciones están suficientemente capitalizadas para enfrentar situaciones de pérdidas no esperadas.
- Los seis bancos de importancia sistémica en el país (BBVA Bancomer, Santander, Banamex, Banorte, HSBC y Scotiabank) cumplen con el suplemento de capital solicitado por la CNBV.
Estamos muy lejos de un derrumbe bancario. Sólo pasaría esto si la institución supervisora midiera incorrectamente los índices de capitalización y las alertas tempranas de riesgo. De modo, que una crisis sistémica en México originada por una quiebra generalizada de bancos o de bancos con riesgo sistémico no se va a dar.
Vayamos al tipo de cambio, con la turbulencia financiera proveniente del temor de quiebra de bancos, es lógico que exista una apreciación del dólar frente al peso. Los inversionistas, ante el temor del contagio financiero, mueven sus activos de los mercados emergentes y buscan activos menos riesgosos, entre ellos, los metales preciosos, específicamente, el oro. Eso impulsa al dólar y lo lleva a una apreciación que pudiera ser sólo temporal si llega a la calma y se concluye que existe fortaleza financiera en los bancos norteamericanos y del mundo y si, prudentemente, la política monetaria se hace menos restrictiva, es decir, si se presentan alzas más mesuradas en las tasas de interés de referencia.
¿Lo anterior significa que el peso no es tan fuerte y por consiguiente, es débil? Para poder hablar de debilidad o fortaleza tenemos que hablar de tres conceptos fundamentales: el tipo de cambio real, el tipo de cambio de equilibrio y las reservas internacionales.
Tipo de cambio real
El tipo de cambio nominal muestra el precio de la moneda extranjera expresado en la moneda local, mientras que el tipo de cambio real sirve para comparar los precios de una canasta de bienes producidos en un país con respecto al resto del mundo. Es decir, resulta de multiplicar el tipo de cambio nominal por el cociente (ratio) que resulta del índice de precios del mundo y del índice de precios de México.
En otras palabras, el tipo de cambio real es el que nos indica si los productos locales son baratos o caros con respecto al resto del mundo y en nuestro caso específico, con Estados Unidos, que es nuestro principal socio comercial. El tipo de cambio para que sea real, reitero, debe tomar en cuenta el diferencial en inflación entre Estados Unidos y México. Así, una variación cada vez más adversa en el ratio de precios para la economía mexicana impactará negativamente en la balanza de pagos, con la consecuente emigración de divisas.
No hay de otra: si nuestra economía tuviera una tasa de inflación elevada comparativamente con la de Estados Unidos, lo más probable es que tuviéramos depreciaciones o devaluaciones continuas; a efecto de no tener una economía cara o poco competitiva. Esto es, si México tuviera una inflación creciente y cada vez más distante con la de Estados Unidos, sería prácticamente imposible contar con un peso estable o con apreciaciones.
La inflación en Estados Unidos en febrero de 2023 fue de 6% y la de México fue de 7.62%. No podemos ir en sentido contrario y debemos siempre medir comparativamente nuestra inflación interna con la de Estados Unidos, para no caer en desajustes lesivos.
Corolario: una condición indispensable para contar con una moneda fuerte en economías como la nuestra es la estabilidad macroeconómica.
El tipo de cambio de equilibrio
El tipo de cambio nominal es un precio y se determina de la misma forma que todos los precios de la economía: por la oferta y la demanda. Si hay más gente que quiera comprar dólares que la que quiera vender, el precio del dólar tenderá a subir. Caso contrario, si se quiere vender más de lo que se quiere comprar, el precio del dólar se ajustará a la baja. De manera que para determinar el tipo de cambio hay dos elementos claves: cuanta gente (sean consumidores, inversionistas o turistas que quieran viajar al extranjero) desea cambiar pesos por dólares y cuantos dólares ingresan y se tienen en existencia en la economía.
El tipo de cambio que determina el mercado se denomina tipo de cambio de equilibrio; es decir, es el punto de equilibrio hacia donde suele converger la oferta y la demanda de divisas. Parece innecesario decirlo: mantener un tipo de cambio distinto al que fija el mercado resulta complejo y generalmente, deviene en un esfuerzo que deja exhaustas las reservas internacionales de los Bancos centrales. El timing (perdón por el anglicismo) es importante, hay que actuar en forma prudente y oportuna.
Corolario: si el peso se ha apreciado es porque ha mantenido tendencialmente una posición fuerte en el mercado.
Las reservas internacionales
El tipo de cambio con el que opera la economía no necesariamente es el de equilibrio. Se puede intervenir directamente en la oferta y la demanda de divisas; de hecho es lo que hacen los bancos centrales para evitar una volatilidad extrema en el tipo de cambio. Desde luego, eso lleva a una variación de las reservas internacionales. Lo interesante aquí es que debe existir un punto en el que empieza a ser riesgoso seguir perdiendo fondos.
Muchas veces -equivocadamente- pensamos que por la magnitud existente de las reservas internacionales no deberían existir devaluaciones o depreciaciones del tipo de cambio. Eso es imposible, con o sin reservas internacionales, el tipo de cambio lo determina el mercado y en ese sentido el uso de las reservas tiene como propósito amortiguar cambios bruscos en la cotización del dólar.
Tener reservas internacionales permite, entonces, contar con un instrumento para evitar deterioros emergentes e incuantificables en el tipo de cambio; sin ellas poco se podría hacer para evitar una depreciación aguda.
México cuenta con 201 mil millones de dólares de reservas internacionales (cifra a la primera quincena de marzo); lo cual permite contar con recursos suficientes para afrontar contingencias; por supuesto, todo con oportunidad y prudencia.
El peso mexicano es fuerte y al parecer, continuará así durante algún tiempo. Esto es posible por la estabilidad económica, en la que ha jugado un papel importante un conjunto de factores, mismos que se encuentran alineados. Por su extensión, esto conviene tratarlo en otro momento.