En nuestra columna de la semana pasada expusimos el contorno general del Plan en curso promovido por el Presidente AMLO, su importancia, el cual es necesario contextualizar dentro de los procesos de la economía y la política mundial en sus términos centrales, una vez contextualizado dentro de los planes anti-inflacionarios que hubo en nuestra América Latina en las décadas de los años 80 y principios de los 90, en cuanto a los lineamientos maestros: shock de oferta vía contracción económica o control simultáneo de precios, salarios y gasto público, o bien, los planes mixtos que incorporaron control de variables de ambos perfiles de ambos tipos de programas. Destacamos la recuperación del concepto político de la concertación económico- social con el sector empresarial, particularmente.
La inflación global es una variable que se ve influida desde hace años por la integración del comercio, las finanzas y la producción. En la economía global y en las regiones geo-económicas con las que México tiene sus flujos principales de comercio, inversión y tecnología, vienen de un proceso complejo de recesión y/o depresión económica a partir de la pandemia global, o desaceleración económica previa a ella. Banco Mundial indicó que tal fenómeno de salud pública y bienestar social, provocó la mayor crisis económica mundial desde por lo menos 1870 (incluyendo la Gran Recesión de 2008-2009) y amenaza con haber provocado un aumento drástico en los niveles de pobreza en todo el mundo (en la región de Asia Pacífico se estimó en más de 30 millones), hablamos de varios millones de personas. Fueron 30 países los que retrocedieron en distintas proporciones durante los dos álgidos años del contagio del SARCS-2.
Destacan los países que desde hace tres décadas han sido la región más dinámica de la economía global (Asia produce el 48% del PIB mundial y 2/3 del comercio global). En 2020 de Asia Oriental y Asia Pacífico destacan en su caída, Macao (-29.6%) y Tailandia (-6.7%). El Banco Mundial habló de la “Triple Conmoción” durante esta coyuntura regional: el impacto de la pandemia; las medidas de contención que afectaron la economía regional, principalmente desde China, y la recesión mundial causada por la crisis sanitaria. La región en su conjunto creció en 2020 0.9%, su caída global fue de -3.5% (la más grave desde 1967). Para China el crecimiento del PIB ese año fue de sólo 2.0%, entre cuatro y cinco veces menos que su promedio histórico en las tres últimas décadas. Son importantes las variables económicas a las que apostó China para su menor afectación: mayor gasto público, impulso a las exportaciones, menor tasa de infecciones por COVID-19 y menor consumo interno. Todo a la baja menos el gasto público.
El caso China
Para 2021 China regresó a su tasa cercana al promedio de 7.9% para su PIB, y la región de 5.1% del PIB. En general los países insulares se mantuvieron cerca de un -10% inferior a su crecimiento pre-pandemia. En dos subregiones (Este de Asia y Asia del Sur) hay una tendencia inflacionaria durante el nuevo milenio en un contexto de cambios estructurales en su economía: son tres las variables que merecieron mucha atención desde 2007 y en adelante, el precio de los alimentos, el precio de la energía y el tipo de cambio (el “precio de traspaso” le llaman por el impacto del cambio de valor del dólar americano en los precios internos), todas con influencia del contexto global y confrontadas con el crecimiento del PIB. De 2000-2015 los precios al consumidor y al productor crecieron en las 10 principales economías de la región en un rango de variación entre 6.5% (Indonesia) y 25.0% (Vietnam), tendencia que declinó notablemente en 2009 por la Gran Recesión mundial, desacelerando el aumento de precios al productor, sobre todo, pero se reimpulsó desde 2010-2012, aunque comenzó un proceso deflacionario (India y Sudeste asiático) igualmente pernicioso desde 2014; en Singapur los precios al productor cayeron 15.7%, en la región para el petróleo y las materias primas (ambos habían subido escandalosamente después de la crisis financiera mundial 2008-09, el petróleo llegó a casi 120 USD/barril en 2011), mientras los precios al consumidor (alimentos como arroz, aceite de palma y trigo) se mantuvieron relativamente altos en varios países, India y Tailandia mayormente. El crecimiento récord de China e India impulsó la demanda de alimentos y aumentaron sensiblemente. Estas tendencias se mantuvieron hasta 2015. (Datos Asian Develomped Bank, No. 491, 2016)
A pesar de las variaciones en precios, el valor de las nueve principales monedas de Asia debido a una gestión eficiente de su valor, mostraron una importante estabilidad, destacando cuatro: el won coreano, el peso filipino, el dólar de Taiwán y la rupia de India, según un estudio de Bloomberg, durante 2020. (LR La República, noviembre, 2019) Dicha estabilidad fue determinante para que la inflación no se desbordara y se mantuviera relativamente controlada.
Antes de la pandemia los precios tuvieron un impulso alcista en toda Asia, especialmente en alimentos, al influjo de tres procesos paralelos: los desastres naturales, los fenómenos meteorológicos extremos y la propagación de enfermedades animales. Los precios del petróleo y gas cayeron durante la pandemia y la inflación se contrajo en Asia en 2019-20: 19 de las 44 economías tuvieron una inflación de precios al consumidor por debajo del 2%, y 10 de ellas experimentaron deflación. Por otro lado, 13 economías reportaron incrementos en el índice de precios al consumidor (IPC) de 5% o más. (Reporte Asia 2021). La reactivación económica y de la demanda en la etapa cuasi-post COVID-19, incluida la de alimentos, relanzó precios de alimentos, materias primas y energía.
México y sus exportaciones a Asia
México exportó a Asia mercancías por valor de $2,200 millones de USD en abril de 2021 y 3,220 millones de USD en enero de 2022 (Trading Economics, febrero 2022). En la última década, las compras de productos desde las naciones asiáticas han incrementado su participación en las importaciones mexicanas totales, de 30.5 a 38%, es decir, nuestra planta productiva y mercado de consumo tienen a Asia como un importantísimo proveedor creciente. Entre enero-noviembre de 2021 importó de esa región $174,200 millones USD (4.8% más que en 2029).
Los tres principales socios son China, República de Corea y Japón: China con $91,000 millones USD, Corea del Sur con $17,000 millones y Japón con 16,000 millones USD, luego, Malasia y Taiwán con 11,000millones cada uno, e India con 5,000 millones USD, componen nuestro universo comercial asiático. Nuestras exportaciones suman sólo $26,000 millones de USD (6.0% del total). La brecha deficitaria es descomunal. (Banxico). Toda la inestabilidad de crecimiento y precios comentada antes se ha colado a la planta productiva y al mercado de consumo en México desde Asia, desde China principalmente, que es el país que tiene una más sólida “cadena de suministro”.
“China en particular, con abundancia de mano de obra barata, han sido una fuerza deflacionaria para la economía mundial. Pero la población china en edad de trabajar ya ha tocado techo y la oferta de su mano de obra urbana viene reduciéndose por debajo de la demanda, hasta el punto de que puede empezar a exportar inflación. De hecho, China es el mayor centro manufacturero del mundo y cuando la inflación en su economía aumente es probable que tenga un impacto a escala global. Asia, de ser una fuerza deflacionaria durante más de dos décadas se convertirá gradualmente en una exportadora de inflación. Este proceso puede ser lento y no lineal”. (Dong Chen, Revista Ejecutivos, mayo, 2022)
Efectivamente conforme a nuestros datos, Asia y China en particular dejaron de ser una fuente de deflación, de caída de los precios y reducción de los costos para todos los países que comercian en alto grado con ellas, y se han convertido en la cuasi-post-pandemia en exportadora de impulsos inflacionarios. Pero menos que América del Norte y Europa para México, regiones que analizaremos en la próxima entrega.