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Las 20 iniciativas de reforma constitucional que el presidente Andrés Manuel López Obrador dirigió este 5 de febrero, en el 107 aniversario de la Constitución Política de 1917, es un conjunto de propuestas que representan el corolario de toda una visión y obra de gobierno.

Por definición se trata de dotar a la carta magna del carácter humanista con el que prefiere definirse el líder de la “Cuarta Transformación” y en sí mismas, estas propuestas representan su legado político, en el que busca transmitir un país que de hecho y de derecho, encarne la visión con la que él mismo llegó al poder hace ya más de 5 años y de cómo es que él mismo espera que las próximas generaciones de mexicanos interpreten su herencia.

Nada es improvisado en el discurso de López Obrador, como tampoco lo es en el marcaje y reloj político que escogió.

El país entero está por entrar de lleno en la lógica del proceso electoral en el que se define la sucesión presidencial, se renuevan las 2 cámaras y en los estados se renuevan además los congresos locales. También hay alcaldías y gubernaturas en disputa y su visión fue incorporar de lleno esa discusión legislativa, que nos atañe a todos los ciudadanos, a la ya de por si álgida y sobrecargada discusión electoral.

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López Obrador, quien conoce a la perfección la actitud de negarse a todo lo que emana desde Palacio Nacional, sabe que tiene de manera anticipada un no rotundo por parte de la oposición y fue sumamente claro al señalar que este paquete de reformas se entregan al Congreso de la Unión en el ánimo de que sean analizadas, discutidas y en su caso aprobadas en la actual (65) y la siguiente legislaturas (66).

“La esencia de estas normas y nuevos derechos es reencauzar la vida pública por la senda de la libertad, la justicia y la democracia, como lo demandaron y exigieron con sus luchas nuestros antepasados y sus abnegados dirigentes”, acotó el presidente en la parte final de su mensaje.

Y en ese tono recalcó que se trata de propuestas contrapuestas a las que usualmente presentaban los gobiernos neoliberales, pues de acuerdo con el mismo AMLO se trataba entonces de ajustar el marco legal para facilitar el despojo, la corrupción y la entrega de bienes del pueblo y de la nación a una minoría.

López Obrador fue claro al subrayar que se trata de procurar justicia para la mayoría y en todo caso disponer de elementos y argumentos suficientes para evitar que en el futuro lejano un retorno de la oposición conservadora pueda retroceder en los logros que hoy son palpables, tales como programas de bienestar, aumentos al salario y desarrollo nacional a partir de la inversión de recursos públicos en infraestructura.

“Nunca, repito, en los 36 años de dominio oligárquico se reformaron los artículos de la Constitución para procurar la justicia, no hay nada que lo demuestre, todo lo aprobado por los legisladores en ese largo y nefasto periodo tuvo como distintivo el afán de lucro y el desprecio por las mayorías”, acusó.

En lo personal aprecio como la parte más importante del plan de López Obrador el contenido de reformas políticas, que busca eliminar a diputados y senadores plurinominales, hacer que las consultas ciudadanas, incluso las revocatorias de mandato sean vinculantes con un 30% y no un 40% del padrón de electores, que jueces, magistrados y ministros del poder judicial, pero también consejeros y magistrados del Instituto Nacional Electoral, sean elegidos por voto directo.

El detalle es que veo inviable políticamente que esto avance en las condiciones actuales, pues en la actual legislatura, es la partidocracia la que se ha apropiado de la voluntad ciudadana, por lo que estas reformas políticas no pasarán, por más que sea muy apetecible para los ciudadanos que nos deshagamos de una vez y para siempre de toda la lacra de vividores que se apropian de esas posiciones políticas.

También veo con mucho agrado la eliminación de órganos ciudadanizados que lo único que hacen es entorpecer el curso de las acciones de gobierno y que representan una enorme carga burocrática y por tanto un gasto enorme, que opera en clara duplicidad de funciones para proteger el interés de particulares por encima del colectivo. Lamentablemente esta parte de las propuestas de AMLO. No pasará.

Lo que si es viable y evidentemente es un manjar político, son las reformas que consideran que los trabajadores se retiren con el 100% de su salario al jubilarse, o la del salario mínimo que nunca más podrá aumentarse por debajo de la inflación; o bien la de hacer constitucional la entrega de programas de bienestar para adultos mayores a partir de los 60 años.

López Obrador, es un lobo de la política, sabe lo tiempos y conoce del efecto que estas propuestas causarán en el electorado, mismo que tendrá que sacar por conclusión que al darse avances solo parciales y a conveniencia de los distintos clanes políticos, se hace cada vez más necesario votar en bloque el 2 de junio para garantizar que la transformación siga adelante.

Los tiempos, alcances y objetivos están planteados.

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