“Las cosas están cambiando más rápido de lo que realmente podemos procesar”

Autor anónimo

Nada más triste que ver un escepticismo sin esperanzas. Mantener la duda es importante cuando ello obliga a investigar para proponer algo distinto. El vector fundamental debe cerrar el círculo para elevar la verdad a otro nivel, de no ser así, lo único que quedaría sería la sombra que cobija la duda. Así, nunca escalaríamos hacia la luz, nos quedaríamos inmóviles en la caverna.

Sin importar corriente alguna, a los economistas les suele gustar la obscuridad y quedarse en ella. No les interesa encontrar alternativas, sólo advierten que es casi imposible salir de las sombras, como si no se pudiera actuar sobre la realidad, que la conciben como inmutable. El pensamiento crítico lo es, cuando además de describir el problema se encuentran las formas de superarlo, ello, dentro del plano humilde que necesita la ciencia: reconociendo que la verdad la pudieran tener otros.

Suele confundirse el escepticismo con el pesimismo, sin entender que este último, como doctrina filosófica, se inspira en la desesperación y en el fatalismo. También se torna en estado de ánimo que extremiza los tiempos: si el presente es malo, el futuro será peor. La inaccesibilidad hacia otras verdades también lleva a concebir que lo que se hace ahora sólo forma tormentas perfectas, que terminarán por devastarnos aún más.

Retos existen, ese es el sentido del porvenir de una nación ante panoramas que parecen desoladores. Gerardo Esquivel duda ¿se podrá evitar una recesión en México en 2025?, y la hace casi inevitable:

“La falta de dinamismo económico que ya se observa, los antecedentes históricos de los primeros años de un nuevo gobierno, la austeridad fiscal, la política monetaria restrictiva y el aumento en la incertidumbre por factores internos y externos, todo ello podría contribuir a que la economía mexicana cayera de manera inexorable en un episodio de recesión económica, …"

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La conclusión que mantiene el beneficio de la duda sólo es una reafirmación de lo que verdaderamente piensa. Durante estos cien días de gobierno, la presidenta Sheinbaum ha propuesto salidas congruentes a nuestras limitaciones, además de que las condiciones históricas son distintas:

1. Hay continuidad y no ruptura en el gobierno, lo que ha llevado a una transición histórica. En su caso, lo que permea actualmente es un pensamiento más moderno y contemporáneo sustentado en la corresponsabilidad en el desarrollo económico, en la reconciliación con el sector empresarial, en la transición energética, en la electro movilidad y en otros desarrollos sustentables; así como en la necesidad de potenciar nuestro crecimiento económico con mayor ciencia y tecnología.

2. Mantener el equilibrio fiscal es un requisito indispensable. Si bien se insiste que este equilibrio se puede dar mediante una reforma fiscal, la presidenta ha reiterado que todavía existe espacio fiscal que podría devenir de una mayor eficiencia recaudatoria, teniendo un papel significativo los procesos de digitalización y cumpliendo al pie de la letra con lo que establece el artículo 28 constitucional que prohíbe la condonación de impuestos. Además, percibe una austeridad creativa, reafirmando la necesidad de mantener un gasto y una inversión públicas cualitativos, centrados en los efectos multiplicadores de la inversión, del empleo y de los derechos sociales que amplían la demanda efectiva.

3. La política monetaria se ha flexibilizado y ha disminuido gradualmente la tasa de interés. La prudencia es necesaria porque se tienen que considerar variables claves como la tasa de inflación y el tipo de cambio, que puede tener afectaciones significativas por movimientos adversos de capitales. Lo importante es que la política monetaria se está despresurizando, alineándose al objetivo de crecimiento económico, sin olvidar que son un alivio para las finanzas públicas y, en general, para todos los deudores. Según la SHCP cada aumento en 100 puntos base de la tasa de interés significa una erogación adicional por costo financiero del sector público de 33.8 mil millones de pesos. Llevarla de 10 a 8% al finalizar 2025 será trascendente, después del incremento súbito que se experimentó durante todo 2022 y de mantener la tasa en 11.25% durante un año (marzo de 2023 a marzo de 2024).

4. La incertidumbre siempre existirá, más cuando se tienen las amenazas de Trump; sin embargo, estas se podrían matizar si hubiese mecanismos alternativos, entre ellos: consolidar el mercado interno; mantener abierta nuestra economía; diversificar – si se requiriese – el mercado; impulsar los procesos de emprendimiento, de innovación productiva y de sustitución de importaciones; propulsar el desarrollo de nuestras fuerzas productivas; y hacer sentir al sector privado como un protagonista en el plan nacional de desarrollo. El mismo Claudio X González, padre, habló en una entrevista en la presentación del “Plan México” sobre la importancia de la unidad para superar los problemas que aquejan a nuestro desarrollo y los muy probables embates externos. Internamente otros temas como el de la instrumentación de la reforma judicial requerirán de mesura, de contener la excesiva politización. El incremento de la inversión extranjera durante 2024 es una clara evidencia de que existe confianza en el país; ello a pesar de los extremismos que se suscitaron en los bandos que estaban en contra o a favor de la aprobación constitucional de la reforma judicial.

Pensar que la inversión pública pueda por sí sola llevar a cuestas el crecimiento económico es un espejismo. Simplemente los números no dan: la inversión pública representa alrededor de 11% de la inversión total y representa menos de 3% del PIB. Unir fuerzas significa cumplir con la meta de que la inversión mantenga una proporción de 25% sobre el PIB, como lo propone el Plan México; o más aún, elevarla a 30% como propuso hace 2 o 3 años Carlos Slim, con la siguiente distribución: 5% inversión pública, 5% inversión extranjera directa (IED) y 25% inversión privada nacional. Se requiere, entonces, de un Estado proactivo que invierta estratégicamente, pensando en el mayor efecto multiplicador posible y en la creación de nuevos nichos de inversión y de empleo.

Gabriela Siller ahora comenta como casi imposible que la IED alcance los 100 mil millones de dólares en 2030; pese a que el Plan México contempla ya inversiones por 277 mil millones de dólares. Es cierto que son inversiones que se tienen que atraer y que hay que convertir las intenciones en hechos. Sin embargo, el análisis estadístico no es suficiente para descalificar una meta, sobre todo cuando se observa la varianza que presenta la IED a lo largo de los años. Concluye que se requiere de un crecimiento promedio anual de 14.3% de 2024 a 2030 y queriendo ser honesta en su análisis de cinco años (2017, 2018, 2019, 2022 y 2023) quita los años del Covid-19 (2020) y del rebote (2021); no obstante, si se toma en cuenta la IED del tercer trimestre de cada año, lo que se observa hacia atrás es una mayor inestabilidad: la desviación estándar de 2006 a 2018 es de 5.4 mil millones de pesos, frente a los 5 mil millones de 2019 a 2024, ello sin excluir ningún año.

Después del rebote, lo que ha existido es una expansión de la IED. Cierto habrá obstáculos, sin embargo, lo que el Plan México propone es una evolución distinta a la observada en periodos pasados. Se trata – si así se quiere nombrar – de una nueva etapa que dependerá de la eficiencia con la que se aplique dicho Plan. Desde luego, también dependerá de la confianza que se le tenga al país; reitero, hasta ahora no existe evidencia empírica suficiente, particularmente, en 2024, para decir que existe desconfianza.

Inversión Extranjera Directa, tercer trimestre 2006-2024 
(Miles de millones de dólares)

Gabriela, como otros tantos economistas, olvida que después de la crisis del Covid-19 predijo un periodo considerable con alta inflación que iba a llevar a una profunda recesión. El escenario no se cumplió en el mundo ni en México. En Estados Unidos, por ejemplo, la inflación cedió y la tasa de desempleo no sólo no aumentó, sino que el mercado laboral ha mostrado fortaleza; se quiera o no, ese es uno de los aspectos más positivos del gobierno de Joe Biden. El pronóstico tampoco se cumplió en México: se mantiene una inflación controlable con una tasa de desocupación mínima histórica, no obstante, de que los salarios han mostrado un incremento sin precedentes año con año. ¿Por qué no entender que se vive en una realidad distinta, con cambios que ahora necesitan de nuevas explicaciones?

Hay algo más que no debe olvidarse, México cuenta con un plan de desarrollo ambicioso, que se fundamenta en la idea de que se puede tener un crecimiento incluyente; en donde cada uno tiene la capacidad de cumplir óptimamente con el papel que le corresponde dentro del entramado social. No lo duden, tenemos recursos, sobre todo humanos, que ubicarán pronto al país dentro de las diez primeras potencias del mundo. Seremos, sí, una potencia económica con dimensión social.