En México se instauró un modelo laboral caracterizado por el proteccionismo que imperó desde los años 70´s, en donde el estado y las cámaras patronales controlaron la política salarial y sindical, con aumentos al salario mínimo que colocó a los trabajadores en el umbral de la miseria, así como el corporativismo sindical con centrales obreras charras que impidieron la libertad de organización. Esto se fue transformando con los gobiernos neoliberales hasta 2018 pero manteniendo su carácter proteccionista estatal, solamente mutó al incorporar la corrupción del modelo de subcontratación.

La idea central era que México sería atractivo en tanto sus salarios y derechos laborales eran mínimos, a lo que le llamaban los neoliberales, competitivos, pues al comparar con otros países atraían supuestamente la inversión; está fue la premisa principal, ofrecer mano de obra miserable, sumisa y conforme.

Podemos observar dos hechos internacionales que han dislocado este modelo, el primero fue la entrada total del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pues los empresarios mexicanos acostumbrados al proteccionismos no pudieron competir y terminaron cerrando, o en el mejor de los casos vendiendo sus corporativos a empresas norteamericanas, el empresariado mexicano perdió la fuerza política que sostuvo por décadas; el segundo fenómeno fue la llegada de Donald Trump al poder, quién modificó el TLCAN por el T-MEC, agregando un anexo laboral que obligaba a México a realizar cambios en materia de libertad sindical.

Es importante resaltar que la reforma del T-MEC se realizó de la mano de los sindicatos norteamericanos con el presidente Trump, pues se buscaba romper esa oferta de empleos miserables por considerarla una competencia desleal a las empresas norteamericanas.

Esa decisión obligó a modificar la Ley Federal del Trabajo, al incluir procesos de libertad sindical, pero la inercia fue mucho más dinámica, pues se prohibió la subcontratación en el sexenio del presidente López Obrador y se impulsó un aumento al salario mínimo que no habíamos experimentado en 40 años, lo que incluso continúa en la transición, pues se busca superar el umbral de dos y media canastas básicas al final del sexenio.

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Podemos afirmar que el ímpetu proteccionista y de orden que impuso el presidente Trump en su anterior mandato, trajo grandes beneficios a la clase trabajadora de México, pues además tuvo eco con el gobierno de la Cuarta Transformación, colocando una transición total del modelo laboral imperante durante décadas.

La amenaza de aranceles y diversas restricciones que se emitieron en campaña pueden ser importantes, pero no dejemos de entender que el 98% de las grandes industrias en México ya son de capital norteamericano, los grandes empresarios mexicanos se cuentan con los dedos de las manos, así que hay intereses creados que irán moldeando en la realidad los procesos comerciales entre EU y México.

Son los hechos y las circunstancias las que nos permitirán medir y valorar el impacto de la nueva presidencia de Donald Trump en el ámbito laboral en México, por lo pronto, el anterior mandato dejó cambios positivos directamente a los obreros, y fue un catalizador de cambios.

Nota: es posible que venga una revisión de la implementación del anexo 23-A del T-MEC, en donde el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral violó e incumplió los objetivos buscados, pues incorporó criterios que permitieron a las centrales obreras seguir con el modelo de contratos colectivos de protección. Esperemos que vengan sanciones y cambios al respecto.

X: @riclandero | Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en derecho por la UNAM