Gerardo Fernández Noroña además de haber dado una sorpresa después de triunfar en el tercer lugar de las encuestas para elegir candidatura presidencial de Morena, hoy brinda una lección de democracia y honestidad.

Recordemos que, sin el respaldo de una secretaría de gobernación ni los vínculos e incentivos de los gobernadores, los resultados de la encuesta de Morena y sus aliados, revelados el miércoles 6 de septiembre, dieron una verdadera sorpresa: un empate técnico entre el diputado Gerardo Fernández Noroña y el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López, en el tercer lugar.

En dos de las cinco encuestas ciudadanas realizadas durante la elección interna de Morena, el polémico diputado del PT, Gerardo Fernández Noroña, superó al extitular de Gobernación. Sin embargo, de manera injustificada, ha sido desplazado de los lugares estratégicos en las cámaras del Congreso. Esta incertidumbre, lejos del cargo, tiene que ver con el incumplimiento de los acuerdos internos de Morena.

Sus méritos y postura crítica le han dado el respaldo de millones de ciudadanos que desde la política digital y los alcances territoriales que logra, lo reconocen como una de las figuras más representativas de la izquierda nacional.

Sin embargo, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, argumenta que Noroña participó en la dinámica como externo a Morena, es decir, como propuesta del PT. En ese sentido, el acuerdo dirigido por López Obrador durante la inolvidable velada en la que se le entregó el bastón de mando, a la luz de la luna y al costado del Templo Mayor, en una hermosa terraza de un tradicional restaurante mexicano, quedaría invalidado o inaplicable para él. Las coordinaciones de bancada para las Cámara de Senadores y Diputados se inclinan para Adán Augusto y Ricardo Monreal, respectivamente.

Las columnas más leídas de hoy

Un sistema presidencial lo explica, pero no lo justifica. Si nuestro sistema fuese parlamentario, los acuerdos implicarían cumplimiento, gobernabilidad y transparencia con reglas claras.

En un sistema parlamentario, los acuerdos parlamentarios son compromisos o pactos entre diferentes partidos políticos o facciones dentro del parlamento que logran la estabilidad del gobierno por el equilibrio entre las fuerzas que inclusive, distintos partidos representan.

Aun cuando Morena tiene una mayoría casi absoluta y abrumadora, el papel del Partido Verde, por ejemplo, le ha permitido sonar inclusive para una cartera en el gabinete presidencial.

Lejos de los premios de consolación hacia Noroña, parece existir un estilo de comportamiento público por parte de Andrés Manuel López Obrador y por ende, por parte de Morena y sus tomadores de decisión. Sucedió con la creación de la Guardia Nacional y su artículo transitorio que prometía la naturaleza y el mando civil de tal corporación, con la integración de la Marina y la Sedena para realizar tareas de seguridad pública exclusivamente por 5 años.

El acuerdo era ese. Lo aceptaron representantes de partidos opositores y prácticamente, a regañadientes, se incorporó la Policía Federal hasta el punto en que hoy se viven conflictos competenciales entre policías y militares en las carreteras. También hoy vivimos la ruptura de aquel gran acuerdo: la Guardia Nacional será incorporada en su totalidad, de manera permanente, bajo el mando militar de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Lo mismo sucede con Fernández Noroña: se ha prometido un acuerdo en el que las letras pequeñas quedaron ocultas y ante la continuidad de gobierno, el silencio y la aceptación queda como su última opción.

Tras un gobierno que construye reformas hiper-presidencialistas, vale la pena que se interpele a otras formas de configurar gobiernos en los que los acuerdos cuenten y puedan ser exigidos ante autoridades electorales, por ejemplo.

En un sistema parlamentario, las coaliciones electorales tendrían mucho más sentido que solo ganar elecciones pues serían la base de las coaliciones de Gobierno como acuerdos formales entre dos o más partidos para transparentemente, integrar desde el inicio las propuestas de gabinete y los espacios que tendrán aquellos partidos.

Ese sistema también cuenta con acuerdos de confianza y suministro en los que un partido minoritario se compromete a apoyar al gobierno en votos clave, como la moción de confianza y el presupuesto, sin formar parte oficialmente del gobierno. A cambio, el partido en el gobierno puede aceptar algunas de las políticas del partido minoritario. Un equilibrio que al menos, sería transparente desde el inicio y no admitiría dobles discursos como los del PRI, por ejemplo, que en las Cámaras apoya las reformas trascendentales mientras públicamente se despotrica en contra de ellas.

Aunque el optimismo y goce por el triunfo de Claudia Sheinbaum no será trastocado por esta decisión, la confianza hacia adentro del propio movimiento y partido Morena se desgasta. ¿Qué incentivos tendría un militante fundador que, desde las bases, tan sólo ha visto desfilar políticos innombrables de otros partidos y excluir a sus compañeros? La exclusión de Fernández Noroña en todo caso, le fortalece por su narrativa de lucha en la que, al día de hoy, inclusive los escépticos y los intolerantes hacia la izquierda le ha mostrado su apoyo. Después de todo, personajes de la historia como López Obrador o Fernández Noroña se hicieron quienes son por haberle perdido el miedo a ser llamados necios en sus utopías e insistentes en sus aspiraciones. Ojalá Noroña impulsara un modelo de sistema parlamentario que le haga justicia en algún futuro, que pueda seguir resistiendo de las formas más dignas imaginables, como acostumbra.