Un cambio: En esta entrega pensé analizar la influencia norteamericana y europea en la inflación actual de México; para no hacer muy extensa esta columna, me circunscribo a EU, finalmente, la influencia más poderosa.
La condición de economías abiertas con alta dosis de integración regional e interregional para la inmensa mayoría de las que integran la economía globalizada desde una base nacional, hace imposible que procesos como el inflacionario tengan solamente un contenido interno, el componente externo viaja en el precio de los productos y servicios y se inserta en los mercados nacionales de producción, consumo y servicios monetarios y financieros. Entonces, todo proceso inflacionario de hoy estructuralmente tiene estos componentes, que deben valorarse y considerarse en el análisis del problema y en la puesta en marcha de los modelos de intervención pública para atacarlo. Afirmar desde la simpleza o manipulación política más rancia algo distinto, es una banalidad inadmisible.
Nuestra economía pasa por el exterior en un 65% de sus intercambios económicos (valor monetario de importaciones + exportaciones/valor del PIB). México tiene una apuesta muy importante al suscribir el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT). En otro momento volveremos sobre este tratado, su importancia y proyección estratégica.
Sin embargo, México tiene casi el 40% del total de sus importaciones desde Asia, y con China, principalmente, de igual manera, la otra parte mayoritaria de su compra total de productos y servicios es con América del Norte: con EU grosso modo, por cada dólar que exportamos, importamos la mitad de ese valor en materias, primas, insumos y equipos industriales. Casi el 50% del total de nuestras importaciones provienen de EU. Una de las fallas estructurales mayores de la integración regional con EU ha sido que es débil la integración productiva y poderosa la integración comercial (compra/venta) sobre todo en el norte de México en productos y servicios, moneda y finanzas (cuando cambia el valor del peso frente al dólar o cuando cambian las tasas de interés en EU, las empresas mexicanas ven modificado el monto del pago por servicios de la deuda en USD, todo eso impacta su estructura de precios). Ello, influye en precios de productos y servicios mexicanos dentro de nuestro país. En importaciones traemos parte de su inflación a México.
Nuestro país es uno de los tres principales destinos de las exportaciones de 29 estados de EU y una de las tres principales fuentes de las importaciones de 32 de ellos. Aprecien la enorme importancia. Nuestros mercados también son muy importantes para ellos (IMCO). Entonces la inflación o cambio en los precios de unos y otros productos y servicios y fluctuaciones del valor de nuestras monedas (que influyen directamente en la inflación), va y viene a través del intercambio comercial. La inflación no solo son factores internos. El análisis tiene que ser más amplio no unilateral.
“Los precios en los Estados Unidos han tenido subas generalizadas por diversos factores. Por un lado, la crisis del Covid-19 implicó un shock en la demanda, pero luego, también en la oferta: industrias enteras se paralizaron y ahora han debido volver a echar a andar los motores ante la reapertura de la economía que acompañó a la reducción de los casos de la enfermedad, muchas veces sin poder llevarle el ritmo al incremento de la demanda. Por otra parte, la misma crisis ha hecho que haya escasez de algunos insumos y materias primas, y por supuesto, problemas de transporte y logística” (Forbes, agosto, 2021). Es la llamada “ruptura de las cadenas de suministro”.
En EU potenciaron la inflación tres factores adicionales:
- El cambio producido por la crisis de salud pública (Covid-19) en el mercado laboral, en la medida en que el PIB se recuperaba en 2021 las industrias reportaban problemas para poder suplir sus requerimientos de mano de obra. Esto ha hecho que deban mejorar salarios en el afán por retener al talento humano con el que cuentan, y el incremento en el costo del pasivo laboral (los adeudos por jubilaciones o indemnizaciones) se ha traslado también a los precios.
- El modelo de impulso de la recuperación económica del PIB, que en 2021 (cayó en -6%) aún antes el gobierno de Donald Trump y “la Fed” anunciaron un “plan de rescate económico” que inyectaría liquidez a los mercados, estímulo que incluirá la compra de bonos respaldados por hipotecas y otras medidas, hasta llegar a $850,000 millones USD, es decir, generar empleo, demanda, financiar a las empresas débiles y reactivar el PIB, lo que conlleva impresión masiva de papel moneda (los neoliberales mexicanos se habrán quedado estupefactos ante esto) que es siempre un factor inflacionario porque cambia súbitamente el volumen de demanda sin ajuste simétrico en la oferta de bienes y servicios.
- El Sistema de Bancos de la Reserva Federal (la Fed) fijó una meta de inflación del 2.0% para 22020, y luego empezar a endurecer la política monetaria y subir las tasas de interés (que son siempre un “stop” económico) para revertir el estímulo otorgado a la economía con la inyección de liquidez, al no poder cumplir esta meta, “la Fed” tuvo que empezar a elevar las tasas de interés antes de lo previsto: en julio 2020, el IPP (Índice de Precios al Productor) en los Estados Unidos fue del 7.8 %, superando las expectativas de los analistas, que habían vaticinado un 7.3 % (el más alto desde agosto de 2008 durante la “crisis de las hipotecas”).
En suma, presenciamos en EU un proceso ampliamente contradictorio: la inyección masiva de dinero potenció la recuperación económica, pero llevaba a un aumento cada vez mayor de la demanda, la cual no puede abastecerse en un 100 % debido a las fallas en la cadena de suministros. Tanto el incremento de los costes de producción como una demanda difícil de solventar se traducen en aumento de precios al consumidor. Tiene que aplicarse el freno vía tasas de interés. En 2021 la inflación anual en EU fue de 8.5%, el nivel máximo en 40 años, principalmente debido a incrementos en los precios de la gasolina y los alimentos (ambos los importamos en miles de millones de USD a México), la importación de gasolinas a México ha caído en este sexenio en 28%, pero aún se importa el 20% del consumo total, productos recientemente reimpulsados al alza por el conflicto Rusia-Ucrania. México llegó a pagar entre 2015-2020 hasta 121,000 millones de USD por importación de gasolinas desde EU. Tan sólo en 2018 (último año de EPN) se pagaron más de $30,000 millones de USD por este concepto.
México es ya el principal mercado de productos agropecuarios para EU: En 2021 importó $26,555 millones de USD adicionales (maíz, soya, harina de soya, frutas frescas y vegetales procesados, así como lácteos, carne y aves). Sólo la importación de maíz aumentó el año pasado en 76%. En general las compras de alimentos a EU crecieron 40% el año pasado 2021 (Banxico). Por allí se cuela hoy la inflación enviada desde EU.
Vean la urgencia de la concertación en el pacto antinflacionario para abastecer de alimentos a los mexicanos, mediante acuerdo entre el gobierno, empresarios y sector social. Hasta aquí dejamos nuestro análisis.
En suma, en México (desde 2017 ya tenía un proceso inflacionario en avance) tenemos un problema que es mundial, que está influido por distintos macro factores de mediano y largo plazo por los que han pasado las distintas economías con las que México tiene una relación comercial y productiva, financiera, profunda y amplia, en lo cual influyeron muchos procesos, pero recientemente la gran caída de la economía global durante 2020-2021 por la pandemia global, la guerra Rusia-Ucrania y la política de guerra económica contra Rusia que desajustó severamente los mercados de energía y alimentos. Los modelos de reimpulso de la recuperación económica chocan: en China con mayor gasto público y exportaciones, en EU con inyección descomunal de dinero en los mercados vía impresión de papel moneda, y luego alza en las tasas de interés para detener la inflación y la economía.
Veamos cómo funciona el Plan Antiinflacionario en México. Nos ocuparemos de evaluarlo posteriormente.