Ayer mismo, a través de este espacio de opinión, mencionamos la unidad que reina en el proceso de transformación. No encuentro, si nos remontamos a los antecedentes históricos del país, un movimiento como el que ahora se ha consolidado en el país. Es muy común, por ejemplo, ver desfilar sectores de toda la población civil, lo mismo que sindicatos y organizaciones sociales que han mostrado, una vez más, el compromiso que existe con el gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum. Eso lo hemos notado en cada acto público que se convoca en el Zócalo de la Ciudad de México. Justamente allí, a la par de protestas pacíficas por los grandes fraudes electorales que se han perpetrado, y también como marco para la organización de las fuerzas progresistas que han dado acompañamiento a esta causa, el escenario, en retrospectiva, es el corazón de esa lucha democrática.

Si tuviéramos que poner un ejemplo, indudablemente, destacaría el papel crucial que ha jugado el Partido del Trabajo en este proceso. Ellos, que tienen la satisfacción de ser partícipes de este desarrollo, también son la cuarta transformación de la vida pública del país. Eso se ha fortalecido, inclusive, mucho tiempo atrás de aquel memorable triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Así lo decidió el PT por principios y congruencia política. Fue una buena decisión, pese a los momentos de mayor tensión, aguantar el diluvio al lado del propio AMLO, que supo corresponderle el mérito a través de la coalición Seguimos Haciendo Historia. La política, así lo expresan los actores con oficio, se trata de reciprocidad, consenso y negociación para equilibrar la balanza en esa toma de decisiones.

Desde luego, hay una clara diferencia de estructura entre un partido y otro. No podemos tener con certeza el cálculo de cada una de las estructuras; sin embargo, los datos estadísticos que arrojó el cómputo final del pasado 2 de junio nos dan una perspectiva. El PT, por ejemplo, cumplió con uno de los objetivos de llevarse cerca de cuatro millones de votos para la ahora presidenta constitucional. Eso, por obvias razones, tiene un fin determinante más allá de la suma total. Me refiero a la proporción cuantitativa que, como tal, hizo posible obtener mayoría calificada en ambas cámaras legislativas. Lo mismo ocurrió en las entidades federativas, ayuntamientos y congresos locales que, al final de cuentas, son cruciales para oficializar la declaratoria constitucional de los proyectos de reforma. Siendo así, hay que tener muy presente ese devenir que han vivido juntos a lo largo de muchas décadas.

Morena y PT, unidos y entrelazados, han generado las condiciones para avanzar sustancialmente en este proceso de transformación. Uno que otro, que no ha dimensionado la importancia de sumar estratégicamente esta coalición, ha dicho que Morena puede ir solo en muchas competencias. Asumir una postura así, desde luego, sería un cataclismo con saldos negativos para la izquierda. Si fuese así, tal vez Morena, con esa base social que ha ido acumulando, ganaría; el punto es que lo haría arañando los resultados y, buena parte de ello, puede anticipar escenarios muy cerrados por no tener una propuesta que pueda cobrar fuerza en los logros finales. Además de ello, evidentemente, quien gane una elección no llegaría con esa legitimidad al comprender el respaldo participativo que se necesita para tomar decisiones.

Debemos de entender el alcance que tiene una alianza que, a propósito de ello, ha sumado fuerza política y, a su vez, ha sido partidaria de las causas que aquejan al pueblo de México. Por esa sencilla razón, el Partido del Trabajo, aun cuando su proporción numérica es inferior a la de Morena, es también la cuarta transformación. Solo por citar un ejemplo, no debe acontecer lo que pasó en Coahuila en las elecciones intermedias del 2021, donde no se alcanzó el consenso y, al final de cuentas, quedaron heridas que poco a poco han ido cicatrizando con la voluntad de ambas partes. Uno de esos grandes compromisos, evidentemente, se encuentra en el apoyo incondicional que ha dado el PT a la presidenta constitucional. Lo hace, igualmente, a través del legislativo federal, específicamente en el recuento de los votos que, en sí, suman la mayoría calificada para reformar la carta magna. Es por ello que la alianza demanda unidad, sinergia, pluralidad y flexibilidad en los retos que, a la postre, vienen en puerta. Uno de ellos, que es sustancial para llegar como favoritos a la elección presidencial del 2030, son las 16 gubernaturas que estarán en juego.

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A diferencia de otras elecciones, sin duda, este proceso puede marcar la pauta para que cuadros y liderazgos del PT encabecen gubernaturas en algunos estados, pues el PT, aunque a muchos no les guste, impulsó los triunfos históricos del 2018 y 2024, así como la consolidación de un proyecto de nación a través de un paquete de iniciativas que, en definitiva, son el gran sostén del país, máxime cuando aporta, además de una base social muy nutrida, acciones que, de manera específica, nacen de la misma ciudadanía para mejorar su calidad de vida. Siendo así, hay que prestar mucha atención en lo fundamental que significa alargar esta alianza fructífera para trabajar a la par de este proyecto denominado la 4T.

El PT, al igual que Morena y el PVEM, es parte sustancial de la cuarta transformación. Es, por así decirlo, parte de ese pulmón para darle vida orgánica al proyecto de nación, y en virtud de las demandas populares, especialmente aquellos sectores que, por su vulnerabilidad, requieren mayor atención.