Hay, en ese cronograma histórico de la lucha social, grandes concentraciones que se han dado cita en el corazón de la patria como alguna vez lo denominó el líder de los diputados de Morena en San Lázaro. Inmensas asambleas de información, mítines y protestas pacíficas han sido el telón de fondo de un movimiento que, para alcanzar el poder institucional a través de un proceso democrático, tuvo que padecer la ignominia y la política punitiva del conservadurismo. Con frecuencia, por ejemplo, la sociedad tuvo que resistir no solamente el endurecimiento de acciones que denigraban a la ciudadanía, sino también los monumentales fraudes electorales bastándoles con una sola decisión unilateral en aquel entonces.

Por eso la izquierda, siendo partidaria de las causas del pueblo, vive su mayor apogeo como alternativa a las demandas de la sociedad porque supo sobreponerse a cualquier adversidad. Eso, desde la época que Andrés Manuel López Obrador rompió los pronósticos al llegar a Palacio Nacional, se ha venido nutriendo de acciones que han mejorado la calidad de vida, especialmente a aquellos que, por su vulnerabilidad, padecieron la indiferencia en la etapa hegemónica del PRIAN.

Hoy, a propósito de ello, ese mismo conservadurismo del que hablamos, personificado en las fuerzas políticas del PRI y del PAN, se han negado a cerrar filas no con la presidenta de México, sino con los intereses del pueblo y la defensa de la soberanía. Eso, en cualquier caso, no me extraña en lo más mínimo, sobre todo cuando viene de figuras impresentables como Marko Cortés, Alejandro Moreno y la misma Lilly Téllez. Ellos, si fuesen congruentes más allá de la militancia y la simpatía, tendrían que solidarizarse con lo que acontece a nivel internacional, específicamente con la puesta en marcha de los aranceles que, de ser así, tendremos que pagar un costo económico muy alto; o sea un impacto que ha dimensionado atinadamente Claudia Sheinbaum. Ella, por cierto, tiene en mente un plan para cualquier escenario que se presente para aminorar la turbulencia que puede llegar a sentirse.

En lo social, mientras tanto, tenemos que reconocer el respaldo que la ciudadanía ha manifestado a través de los distintos canales de comunicación. Recién que se dio a conocer la postura de EU, en efecto, brotaron esas muestras de solidaridad con la presidenta constitucional de México, Claudia Sheinbaum. Eso, en definitiva, ayuda a fortalecer, además de la unidad, una sinergia para colaborar en conjunto desde cualquier trinchera. Durante estos días, debemos reconocer ese temple y madurez de la jefa de Estado. Ella, lo he dicho en otros espacios de opinión, tendrá la capacidad y la visión para abrir la puerta de una nueva negociación, como ya pasó, y, con ello, evitar la crispación con uno de los socios más importantes en términos comerciales.

En ese tenor, queda claro, ha comenzado a sentirse el apoyo total. Hablamos de amplios sectores de la población, lo mismo que el bloque empresarial más importante de México. A la par de ello, naturalmente, no podía faltar ese motor de impulso que ha significado el PT en esa lucha irrestricta por la democracia. Y el PT, que desde los tiempos de construcción de este movimiento ha ido acompañando esas causas, se ha sumado al llamamiento que ha hecho Claudia Sheinbaum. Dado ese poder de convocatoria que ha mostrado el Partido del Trabajo, hay una enorme organización para movilizar una cantidad significativa de asistentes que, bajo su propio pie, ha decidido atender la invitación del próximo fin de semana en el Zócalo de la Ciudad de México. Un punto crucial, desde luego, ha sido las posturas a favor de sus máximos referentes a nivel nacional. Voces como la de Reginaldo Sandoval, Alberto Anaya, Reyes Galindo y otros cuadros importantes, han fijado un posicionamiento en la defensa de la soberanía. Basta con observar sus opiniones en la prensa pública.

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Podrá existir, una que otra vez, opiniones distintas que se apegan al derecho legítimo a disentir, sobre todo en las fuerzas progresistas en la que siempre se flexibiliza la opinión y el debate. Pero, más allá de eso, el PT, inclusive en los momentos más críticos de la lucha social, ha estado presente. A nuestro juicio, además de ser fundamental para robustecer una base social, es la manifestación más clara de la empatía amplia que fluye con estas causas que nos identifican a todos los mexicanos. Y con ese apoyo que desencadenará una oleada de asistencia, es posible, sin temor a equivocarme, que esta convocatoria romperá récord de audiencia por lo que hay en juego.

Por eso al PT, en coyunturas como esta, hay que reconocerle y aplaudirle esa responsabilidad social que, a lo largo de décadas, se ha sumado al llamado de cerrar filas con las fuerzas progresistas del territorio nacional. Hoy, que México necesita el apoyo, el Partido del Trabajo, fieles a su estilo, acudirá y será partícipe de esta postura histórica, pero sobre todo de la toma de decisiones que emprenda la presidenta constitucional de México, Claudia Sheinbaum. Por lo pronto, pese al clima que reina en nuestro país, ese tipo de manifestaciones de unidad, en momentos como este, asoman el espíritu por la defensa de la patria. Eso, en el fondo, lo tiene muy presente la jefa de Estado, que, por supuesto, tendrá repleto el Zócalo bajo ese marco imponente de Palacio Nacional.