El nuevo proyecto de ley antimigrante de Florida, HB 1557, que entrará en vigor el 1 de julio, ya está afectando a empresas y trabajadores.
No hay más que ver un video en TikTok y observar cómo lucen desolados los campos de cultivo y las construcciones, lugares en donde los paisanos y las personas latinas ejercen su labor al más alto nivel.
La nueva ley impulsada por el fascistoide gobernador republicano Ron DeSantis prohíbe que las escuelas enseñen sobre orientación sexual o identidad de género hasta tercer grado y que las empresas requieran formación en estos temas a los empleados.
Las empresas en Florida temen que la ley dificulte atraer y retener empleados, especialmente en los sectores de la construcción y la agricultura, que dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante. Y de hecho, ya se sienten los efectos; trabajadores como José Romero expresaron en redes sociales preocupación por la pérdida de empleo y la imposibilidad de sustentar a sus familias.
Esta ley ha sido ampliamente criticada por empresas, grupos de derechos civiles y la administración Biden, la cual ha dicho que está considerando acciones legales para bloquearla.
Desde una perspectiva promigrante, la ley es un claro ejemplo de discriminación y prejuicio. Intenta excluir y marginar a un grupo de personas que ya han contribuido significativamente a Florida y que, les guste o no a los retirados reaccionarios y cubanos racistas y clasistas en el exilio, pagan impuestos cómo cualquier otro residente de la entidad.
Los migrantes son un elemento crucial de la economía de Florida, componen una parte significativa de la fuerza laboral en la construcción, la agricultura y el sector turístico Además, aportan miles de millones de dólares en impuestos al estado.
La ley también es perjudicial para los trabajadores, ya que dificultará que las empresas encuentren empleados calificados, lo que podría llevar a precios más altos y salarios más bajos.
Los resultados están a la vista. Por su ánimo electorero, Florida se hundirá, no solo físicamente por el calentamiento global, sino en la pobreza por esta política estúpida de “Death Santis”.