Nada bien cayó a México la inobjetable victoria de Donald Trump para un segundo periodo en la Casa Blanca. No llegó lo que muchos esperaban en nuestro país -me cuento entre ellos-, el triunfo de Kamala Harris, al considerarla como parte de la formación del Partido Demócrata, una persona con mayor proclividad al progresismo, más alejada de los radicalismos que invaden muchos países del orbe, como en el que se arropa la filosofía del presidente electo Donald Trump y su séquito. La realidad es que fue otra situación la ocurrida y Harris se quedó corta aún habiendo obtenido un número muy importante de votos, lo cual ya es un acto reconocido, pero permitiendo la asunción de Trump por segunda ocasión al poder, es decir, a cargo del poder ejecutivo en los Estados Unidos de América, un hecho a realizarse el 20 de enero próximo.

Pero cuando se habló del triunfo de Trump y de inmediato se empezó a recordar temas coyunturales que utilizó en campaña, propuestas y amagos incluso hacia nuestro país, de inmediato resultó una cuestión que podría ser positiva, la proclama que hace de realizar todo aquello que esté a su alcance como presidente para combatir al crimen organizado, al hampa, o los cárteres en México, con una advertencia clara dejando entrever la corrupción existente, la connivencia entre autoridades y criminales que existe en muchas partes del país, pero lo más grave con el prohijamiento desde el más alto espacio en la administración pública federal.

Y se vio como algo de alguna forma favorable, al menos en la intención de exigir orden, que cese cualquier tipo de posible complicidad o arreglos entre gobernantes y criminales en México. De ahí que se consideró un aspecto positivo que podía ayudar a que México recupere poco a poco la paz que hoy no tiene y sobre todo dejen de existir los co-gobiernos o el gobierno colateral, que en ocasiones es más sólido que el gobierno constitucional en muchos municipios, en entidades y en el país en general.

Y también dimos cuenta de la amenaza que en un discurso sólido dirigió hacia lo que él llama el comunismo y que se vio como un amago directo hacia el régimen que encabeza en general Andrés Manuel Lopez Obrador, aún como presidente emérito o presidente en retiro quizás, porque sigue actuando y dejándose sentir al mando. Y la presidenta legal, que es Claudia Sheinbaum, que pareciera seguir atendiendo a pie juntillas, a veces de buena gana y otras forzadamente, las instrucciones que le dicta el estulto de Macuspana.

Pero, por otro lado, hay inquietud en razón de algunas proclamas, como el hecho de que habrá una revisión exhaustiva de temas como la presencia en el país vecino de migrantes mexicanos sin contar con los elementos legales para estar allá trabajando y viviendo, la restricción al envío de remesas, y otros temas que afectarían, sin duda, como incluso aranceles., la denuncia del tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, por las violaciones que ha incurrido este gobierno al no aportar una completa y adecuada seguridad jurídica, por la reforma energética, la inseguridad ciudadana, por el tema del crecimiento de la violencia y criminalidad por el narco y la tibieza o complicidad de los gobiernos, y entre otros, la reforma judicial, que ahora deja sin muchos espacios o caminos para la defensa del particular frente al poder público, y, por otro lado, la desaparición de órganos tan importantes como los autónomos que tienen a su cargo el control de corrupción, me refiero a la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece); el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT); y el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), entre otros. Por lo tanto, hay opacidad y, por ende, una gran debilidad, una posición muy frágil de quienes invierten y tienen vulnerabilidad en sus contratos, en sus actos y en sus inversiones en México.

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Igualmente llama la atención, el temor por lo que habrá de suceder al momento de asumir su cargo el nuevo secretario de defensa, Pete Hegseth, quien es veterano de la Guardia Nacional del Ejército y, según su página web, sirvió en Afganistán, Irak y Guantánamo, Cuba. “Con Pete al timón, los enemigos de Estados Unidos están sobre aviso: nuestras Fuerzas Armadas volverán a ser grandes y Estados Unidos nunca retrocederá”, amagó Trump, al referirse a quien estará al frente del Pentágono bajo su administración, y quien por cierto, se encuentra en medio de la polémica por pagar a una mujer a la que habría agredido sexualmente para evitar problemas judiciales.

Por otro lado, está el secretario de Estado, el anti-mexicanista Marco Rubio, quien tendrá en la práctica el cargo más importante después del presidente. ultraconservador, ferozmente proteccionista y siempre crítico con México, Rubio encaja a la perfección en un equipo que ha amenazado con poner en marcha un viraje de mano dura en temas como la migración, el narcotráfico y el comercio, cruciales para la relación bilateral.

Rubio nunca ha sido un político que se guarde sus opiniones. Habla mucho y, a menudo, mal sobre México.

“López Obrador ha dejado claro que no usará la fuerza para combatir a los narcoterroristas en México”, señaló en marzo del año pasado. “El resultado trágico y predecible es que son los grupos del crimen organizado, no el gobierno, quienes ahora controlan amplias porciones de este gran e importante país”, afirmó.

En el discurso, Rubio abrazó de lleno la propuesta de Trump de nombrar a los carteles como grupos terroristas para justificar incursiones militares de Estados Unidos en México y agitó el fantasma del terrorismo, en general. “Con Biden, tenemos a un ISIS fortalecido y una frontera completamente abierta que pueden usar para hacer en Estados Unidos lo que acaban de hacer en Moscú”, señaló tras los atentados de marzo de este año. “Cuando escuches que con Biden entraron nueve millones de personas de forma ilegal a Estados Unidos, recuerda que sólo se necesitó a cuatro terroristas para llevar a cabo la masacre de Moscú”, agregó.”, (El País 13/11/24).

El panorama no luce nada alentador para México. En primer término se puede hablar de que los migrantes mexicanos no la pasarán bien. Su permanencia en el país vecino no está segura y ello, igualmente, pone en predicamento las remesas que llegan a nuestro país. De hecho, si Trump cumple con el amago de deportación masiva de inmigrantes mexicanos carentes de legalidad en su estadía, además de las remesas que ya no llegarán, México tendrá el problema de generar condiciones de vida digna a muchos millones de mexicanos que estarán requiriendo servicios básicos y empleo.

En el tema económico también se podría sufrir si la presidenta Claudia Sheinbaum no llega a ser capaz de mantener seguro el tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y no garantiza la seguridad a inversiones extranjeras. Y pues ya se verá si los capos de la droga y en general los integrantes de carteles son alcanzados por las fuerzas del país vecino del norte, aunque de momento seguramente no estarían en la lista de prioridades siendo que las tensiones por una guerra se incrementan del otro lado del planeta, y el gobierno norteamericano está involucrado directamente a causa de la estulticia de Joe Biden, quien parece estar dispuesto a incendiar el mundo antes de retirarse de la Casa Blanca.