Para entender el título de esta columna debe leerse con cuidado el espléndido artículo de Jonathan Freedland publicado hoy jueves 20 de octubre en The Guardian. Este periodista también colabora en New York Review of Books y ha escrito novelas de suspenso con el pseudónimo Sam Bourne. No sé si el señor Freedland sea economista, quizá no, pero sin duda posee lo fundamental para diagnosticar una crisis: sentido común.
Su artículo de este jueves pudo haberlo firmado Andrés Manuel López Obrador, no tengo la menor duda. Es un escrito que explica las razones del terrible fracaso de la señora Liz Truss al frente del gobierno del Reino Unido. Ella, por dogmática, ha “desacreditado la economía de libre mercado de alto octanaje tal vez para siempre”. No hay exageración en tal tesis.
Qué golpe para la credibilidad intelectual de mexicanos que defienden el neoliberalismo extremo como el columnista Carlos Mota y el empresario Ricardo Salinas Pliego… y como yo mismo, pues siempre he creído en las bondades de tal sistema.
Para Jonathan Freedland el cataclismo que ha sido el breve gobierno de Truss “ha probado los peligros de tratar de convertir la ideología de derecha en realidad”. De nuevo, creo que el escritor no exagera.
Liz Truss, dice el colaborador de The Guardian, “puede haber matado a un proyecto ideológico que —durante muchos años— ha animado a las derechas en Gran Bretaña y en todo el mundo democrático”.
Lo esencial de tal proyecto ideológico consiste, en síntesis, en exigir que se estructure “una sociedad de bajos impuestos y baja regulación en la que los más ricos se liberen para desatar sus increíbles talentos y hacerse aún más ricos”. La justificación para disminuir impuestos y eliminar regulaciones radica en que, supuestamente, si los potentados incrementan sus fortunas, algo de su bienestar llegará al resto de la gente, particularmente a los pobres. En Reino Unido acabamos de ver que eso era falso.
Repito lo más importante del artículo de Freedland: “En seis semanas cortas, Truss ha desacreditado la economía de libre mercado de alto octanaje, tal vez para siempre”. La mencionada política neoliberal soñó con “liberar los espíritus animales del libre mercado” para que, una vez desatados, generaran crecimiento. Pero no ocurrió así.
Como ha dicho el periodista de The Guardian, “los espíritus animales no querían tener nada que ver con eso”. El dinero habló, y lo que le dijo a Truss fue: “No sabes lo que estás haciendo”. El dinero no resultó tan neoliberal como los ideólogos que postulan los beneficios de esa corriente de pensamiento.
¿Qué ocurrió en las pocas semanas en las que el Reino Unido fue, literalmente, el reino del neoliberalismo? Que la libra esterlina se desplomó en una economía que entró en serias dificultades y “de la que los inversores internacionales quisieron mantenerse alejados”. El caos se dio por haber tratado de instrumentar con “asombrosa imprudencia” un dogma ideológico.
Es contundente la conclusión de escritor que firma sus novelas como Sam Bourne: El experimento ideológico de la señora Truss “convirtió a los británicos en ratas de laboratorio” con un resultado lamentable. Así, “el mundo ha visto lo que sucede cuando haces lo que la derecha ha exigido durante décadas. Conduce a lo contrario del crecimiento, creando un enorme agujero negro en las finanzas públicas, más amplio y más profundo por el aumento del costo de los préstamos, un agujero negro que se llenará ya sea por aumentos de impuestos o recortes de gastos, ambos dolorosos”.
Ya había sido bastante irracional —y perjudicial para el Reino Unido— el haber abandonado la Unión Europea con el Brexit. Pero la derecha no entendió y siguió adelante. Ahora, después de tanta destrucción, lo único positivo es la advertencia que los británicos dejan a los gobernantes de todas las naciones del mundo: “Ten cuidado con los sueños febriles impulsados por la ideología, ya que pueden traer la ruina más rápido de lo que nunca imaginaste”.
Gran Bretaña dejó de ser vista como “una isla de solidez confiable” para convertirse en “un país que se incendió y se convirtió en objeto de burla, compasión y tristeza”.
Con objetividad debemos admitir que el desastre del Reino Unido le da la razón a AMLO, quien tanto ha luchado para acabar con el dogma del neoliberalismo en el que muchos nos fórmanos y hemos apoyado.