Claramente la caída de SVB y de otros, enciende alertas importantes en el sistema bancario internacional. Uno ya está en la lupa: Credit Suisse al que el Banco Central de Suiza ha tenido que apoyar con liquidez copiando la práctica de la Reserva Federal.
El Tesoro norteamericano experimenta en estos momentos una caída en las tasas de sus bonos a uno y dos años por el exceso de demanda: todos los actores quieren “volar a un lugar seguro”.
En las siguientes semanas, se deben observar tres cuestiones: la presión de ahorradores e inversionistas por retirar depósitos de bancos pequeños o regionales; la intervención (totalmente inmoral) de los bancos centrales para salvar a instituciones que de otra suerte deberían quebrar, y una reconsideración de la Reserva Federal a sus políticas de subir las tasas de interés de forma agresiva.
La gran recesión de 2008 fue un llamado de atención para los bancos y reguladores del sistema financiero. Se implementaron regulaciones más estrictas y se exigieron mayores niveles de capital para proteger a los bancos de situaciones de riesgo. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el riesgo financiero sigue siendo alto cuando se alteran los ciclos económicos.
En las últimas semanas y horas, hemos sido testigos de una secuencia lógica de lo sucedido a SVB. La actividad económica disminuyó debido a la recesión y los costos subieron por la inflación. Los clientes del banco, en su mayoría empresas tecnológicas, empezaron a retirar dinero de sus cuentas para cubrir necesidades de capital de trabajo y movieron su tesorería a instituciones que paguen buenos intereses a fondos de corto plazo. Esta situación generó una demanda de liquidez en los bancos, que salieron a fondear al mercado de dinero mediante colocaciones y operaciones con bonos.
Sin embargo, la subida de las tasas de interés generó pérdidas en las posiciones del valor de mercado de los bonos en los portafolios de los bancos, disminuyendo la cobertura de capital y con ello la solvencia de los bancos. Los mercados detectaron el problema y vendieron masivamente la acción del banco, provocando un desplome. Los clientes importantes del banco, normalmente personas bien enteradas, vieron la caída del valor de la acción, se enteraron de la situación del banco y retiraron su dinero como medida de protección, creando una especie de profecía que se auto alimenta. Esto se agravó porque los clientes con depósitos superiores a 250 mil dólares no estaban asegurados.
Los mercados empezaron a evaluar otros bancos regionales que estaban en la misma situación, lo que provocó una retirada importante de depósitos en estos bancos y una venta de las acciones de los mismos. El pánico fue el mejor aliado de la irracionalidad y se anticipó la posibilidad de una debacle en el sistema financiero.
Ante la estampida de retiros de depósitos por parte de clientes asustados, las autoridades regulatorias deben actuar garantizando a todos que tendrán su dinero disponible y ofreciendo a los bancos en problemas líneas emergentes de liquidez para cubrir sus faltantes. Se protege a los ahorradores interviniendo el banco, se intenta calmar a los mercados asegurando la liquidez al sistema y se trata de vender los bancos fallidos a bancos grandes que puedan absorber y gestionar la transición. Se inicia un mecanismo de control y contención que permita evaluar riesgos en otros bancos y se trata de resolver forzando fusiones y capitalización.
Esta es una primera llamada a la magnitud de problemas que puede ocasionar la recesión que se avizora en Estados Unidos y el daño que puede ocasionar la subida en las tasas de interés que la Reserva Federal está implementando. Los bancos y reguladores deben estar preparados para actuar con rapidez y eficacia ante situaciones de riesgo financiero.
Y como suele suceder: ahora todos van a exponer teorías de lo “malo” que era SVB y de lo “lógico “de su caída. Habría que preguntarles a los fundadores de tantas empresas de internet cuando sus sueños eran grandes y sus balances financieros precarios, qué banco fue el único que les abrió las puertas. SVB cumplió como nadie una función muy importante que ahora no se pone en valor. Hacer leña del árbol caído es práctica común entre los críticos de café.