Desde 1939, no se había dado un conflicto mundial que pusiera en juego a todas las piezas en el tablero internacional, que diera lugar a reacomodos de las fuerzas económicas, políticas y militares a nivel global. Las oportunidades y los riesgos definen el espacio donde México debe desenvolverse, en un mundo en reconformación. Entenderlo es fundamental.
La invasión de Rusia a Ucrania ha detonado una intensa reorganización del mundo bipolar. En las últimas semanas, ha habido reuniones de alto nivel, donde destacan por un lado la del G7 y la OTAN, lideradas por Estados Unidos (EU) y sus aliados, y por el otro, la de BRICS, encabezada por China y Rusia. Ambas reuniones tienen repercusiones en el comercio internacional y el flujo de inversiones.
El G7 y la OTAN frente a China y Rusia
Los ánimos de confrontación entre las superpotencias, EU y China, se han reavivado en las últimas semanas. En la reunión del G7 (EU, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá y Japón), y de la OTAN (integrado por 30 países), al menos en el terreno de las declaraciones, se mostró una visión conjunta del camino que buscan seguir ante los retos actuales.
- Previo a la reunión del G7, en Reino Unido, los líderes firmaron un acuerdo para buscar “la mejor manera de desafiar a China y su presencia en la economía global”. Quedó claro que los aliados no buscan un conflicto frontal con China, por sus intereses comerciales en ese país, pese al llamado enérgico de Joe Biden. Votaron a favor de la diversificación, pero no la desvinculación o “decoupling”, y se concluyó que lo que se busca es “competencia”.
- En Alemania, en la cumbre del G7, EU lanzó su iniciativa “Colaboración por la Infraestructura Global y la Inversión”, para impulsar el desarrollo de países de ingresos bajos y medios, fortalecer la economía global y la cadena de suministros. Anunció que el G7 destinará 600,000 millones de dólares a un macroplan de infraestructuras sostenibles que busca contrarrestar el avance de China y su programa (iniciado en 2013), llamado “La Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda”, que es un megaproyecto de conexión comercial (según algunas estimaciones, los más de 68 países involucrados representan el 40% del PIB mundial y el 65% de la población mundial).
- En la reunión de la OTAN, en Madrid, se aprobó una “Hoja de Ruta” para la próxima década, donde se definió a Rusia como una “amenaza significativa y directa”, y por primera vez desde el fin de la Guerra Fría en 1989, se le señaló como “enemigo”, y no como “socio estratégico”, como se le caracterizaba desde 2010.
- Se consideró a China como “un desafío sistémico” por el uso de malware para controlar “sectores tecnológicos e industriales claves, infraestructuras críticas y materiales estratégicos y cadenas de suministro.” Se denunció la relación entre China y Rusia “para desestabilizar el orden internacional basado en normas”, y de usar su “influencia económica para crear dependencias”.
- Se acordó que, aunque “China no es un adversario”, sí es un riesgo para la organización. Es la primera vez que un texto de la OTAN se refiere a China y también, por la amenaza que significa este país, la primera ocasión en que asistieron los dirigentes de Australia, Nueva Zelanda, Japón, y Corea del sur, con quienes recientemente se reunió Joe Biden para afianzar alianzas.
Finalmente, se previó un incremento del presupuesto militar de los países de la OTAN. Biden anunció el aumento de la presencia militar de EU en Europa, y prometió “defender cada centímetro de territorio aliado”. Confirmó que: “un ataque contra uno es un ataque contra todos”.
Reunión de los BRICS: reacción de China y Rusia
En contraposición, reapareció el presidente ruso Vladimir Putin en la XIV Cumbre de BRICS, presidida por el presidente chino Xi Jinping, la semana pasada, con los líderes de Brasil, India y Sudáfrica.
Los BRICS, desde 2009, forman un bloque semi-integrado (no tienen una genuina integración económica, comercial y política), entre las que se han considerado son las cinco principales potencias emergentes. Xi Jinping busca la expansión del “bloque” como contra-ofensiva a EU. Se expresó la intención de integrar a México, Turquía y Arabia Saudita, entre otros. En la Declaración de Beijing, se acordó “fomentar una asociación de alta calidad para una nueva era del desarrollo global”.
En esta reunión, lo más destacado fue que:
- Putin pretendió mostrarse como el futuro paladín de las principales economías emergentes. Según sus datos, el comercio de Rusia con los BRICS aumentó 38% para alcanzar 45,000 millones de dólares en el primer trimestre de 2022; y destacó que las importaciones chinas de petróleo ruso alcanzaron ya un nivel récord en mayo (aumento del 55%).
- La intención de Putin es reorientar su petróleo y comercio hacia los BRICS. Además, dijo que el sistema ruso de pagos MIR ampliará su presencia y se explorará la posibilidad de crear una moneda de reserva internacional, basada en la canasta de monedas de los BRICS.
México, el TMEC y China
En este gran proceso de transformación internacional, son más las interrogantes que las respuestas, por lo que no deberíamos sorprendernos demasiado ante la confusión, y tampoco perder tiempo para tomar las decisiones fundamentales que se necesitan.
Según datos de la OMC, en exportaciones, el bloque T-MEC ha perdido terreno frente a la Gran China (integrada por China, Hong Kong y Macao). Se ha perdido participación, progresivamente, en el total de exportaciones de productos o mercancías al mundo, en las últimas dos décadas. Se redujo de 17.2% en 2002, a 12.8% en 2021. Por el contrario, la región de la Gran China pasó de 10.3% en 2002, a 19.3% en 2021.
Este año se cumplieron 50 años de relaciones de México con China. Este país es el tercer destino de las exportaciones mexicanas, después de EU y Canadá. Pero, mientras que estos representan alrededor del 85% de nuestras exportaciones, China significa, aproximadamente, solo el 2% del total. También, cifras de la Secretaría de Economía muestran que de 2000-2021 hubo flujos de inversión desde China de apenas 1,927 millones de dólares, lo que no representa ni un 1% del total de inversión extranjera directa en el país.
El TMEC es el medio idóneo por el que puede dinamizarse nuestra relación con China. Es indudable la conveniencia de abrir mercados para productos mexicanos e incentivar una mayor inversión de ese país en México. A partir del “nearshoring”, entre 2022 y 2025, un gran número de empresas chinas podrían acelerar sus inversiones en México, ya que su intención es aprovechar los beneficios del T-MEC, particularmente en los rubros energéticos, automotriz, eléctrico, y de telecomunicaciones, por nuestra cercanía con EU.
Para reforzar la integración en el T-MEC, sería conveniente que EU participara en el TIPAT, firmado en 2018 (-Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico-, integrado por México, Canadá, Japón, Australia, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Chile, Perú, Brunei y Vietnam.) A China no se le ha permitido, aún, formar parte del TIPAT.
Frente a la fuerte rivalidad y la intensa carrera de poder y dominio mundial entre EU y China, es claro que está en el mejor interés de México mantener la apertura comercial, y cumplir, profundizar y fortalecer el T-MEC.
Putin, por su invasión a Ucrania, tiene sometido al mundo en una gran efervescencia e incertidumbre, en la redefinición de un nuevo orden internacional. En la reciente “Cumbre por la Gobernabilidad Mundial” de Dubai, Fred Kempe del Atlantic Council (think tank) mencionó que “vivimos un punto de inflexión histórico tan dramático como el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial”. Por la globalización comercial, quizás la complejidad de esta nueva era, sea todavía mayor.
Precisamente por la dinámica de los cambios globales y regionales, y por el importante efecto del entorno sobre el desarrollo de México, la políticas públicas deben encaminarse hacia la participación del país en el comercio internacional y el flujo de inversiones, dentro de las grandes decisiones que orientan al mundo. México es un participante importante y debe jugar para ganar.