A medida que la aviación va recuperando los niveles previos a la pandemia, comienzan a surgir nuevos desafíos para la industria aeronáutica. Uno de ellos es el tema del ruido que generan las aeronaves.

Tanto el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica a través de su Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) como la Unión Europea y su Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea (EASA por sus siglas en inglés) tienen ya este tema subido a la palestra. En nuestro país en realidad el tema del ruido que generan los aviones sobre todo en la Ciudad de México, lo ha impulsado el colectivo “Más Seguridad Aérea, Menos Ruido”, cuya agenda más bien es política y en contra del actual gobierno.

La industria aeronáutica en general está enfrentando nuevos retos, por ejemplo los desaguisados de la fabricante norteamericana de aviones Boeing, o las estrategias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con la meta que se tiene trazada para el año 2050 de “cero emisiones de CO2″, y el ruido es un tema pendiente.

Y es que resulta que antes de la pandemia, en 2019, la EASA reconocía que en aquel entonces las operaciones aeronáuticas exponían a la población a más de 50 decibeles en las cercanías de las terminales aeroportuarias. Incluso en aquel entonces los estudios al respecto arrojaron que el crecimiento del ruido del 2005 al 2019, había tenido un incremento del 30%

Sin embargo -como todos sabemos-, nos cayó la pandemia encima y los estudios, así como las estrategias de mitigación del ruido de las aeronaves se quedaron en el tintero.

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Es por eso que ahora de nueva cuenta se piensa en retomar el tema del ruido generado por los aviones, pues la gente se empieza a quejar. Las cifras de la EASA publicadas en 2019, arrojan datos sumamente interesantes; estudiaron que en las principales 98 terminales aéreas de Europa, cerca de 3 millones de personas habían sido expuestas a más de 50 decibeles, generando con ello un problema de salud pública que se debe atacar.

Estar constantemente expuestos al ruido puede generar distintos malestares e incluso agravar algunas enfermedades, sobre todo las relacionadas al corazón o las alteraciones al ciclo del sueño, que terminan generando un menor rendimiento tanto en la escuela como en el trabajo.

Por supuesto que la industria le ha apostado a motores más eficientes que reducen el ruido medioambiental, estos nuevos equipos como el Airbus A321NEO o el ya muy polémico B737MAX, son aeronaves de cabina estrecha mucho más eficientes en el manejo del ruido, por lo cual se ha estado impulsando que los nuevos aviones sean cada vez más silenciosos.

Y la verdad sí lo son, por eso digo que no es correcto politizar un tema de salud, pues el ruido causa estragos sin importar tus preferencias políticas o de partidos. Quienes vivimos hace muchos años sobre la ruta de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, sabemos perfectamente los estragos que genera el ruido, en esta de por sí ciudad escandalosa.

Según una nota de Andrea Arratibel del diario español El País publicada el 4 de agosto del año pasado, “la contaminación acústica ensordece la Ciudad de México. Expuesta a niveles de ruido muy superiores a los límites que la ONU establece para la seguridad auditiva, [y] las respuestas al problema han resultado insuficientes”.

En el “PROYECTO de Norma Oficial Mexicana PROY-NOM-036-SCT3-2017, se establecen los límites máximos permisibles de ruido producidos por las aeronaves” mismo fue publicado en 2018, todavía durante el gobierno de Peña Nieto, sin embargo, ahí se quedó solamente como proyecto, pues no avanzó, como sucede con otros muchos temas.

Ahora que hubo precisamente un rediseño en la trayectoria de aterrizaje de los aviones al AICM, más de 150 colonias aglutinadas en el colectivo “Más Seguridad Aérea, Menos Ruido”, afirman que el ruido alcanza hasta los 67 decibeles. Ojo, en Europa por poco más de 55 decibeles ya consideran que el ruido es “insoportable”.

A todo esto, ¿qué dicen las leyes mexicanas? La NOM-036-SCT3-2000 marca como límite para el ruido de las aeronaves 70 decibeles. Esto es, la aviación en nuestro país no rebasa los niveles de ruido, pero estamos de acuerdo que estas métricas son de hace 24 años y en 2018 no se pudo avanzar, así que también habrá que preguntarle ahora a la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) si se retomará el tema del ruido de las aeronaves, tal y como lo están haciendo actualmente Estados Unidos y Europa.

En el país vecino, la FAA de la mano de la Asociación Nacional de Aviación Comercial (NBAA por sus siglas en inglés) desde los años 60 cuentan con un programa para la reducción del ruido generado por las aeronaves. Además de participar con el programa “Menor energía, emisiones y ruido continuos” (CLEEN por sus siglas en inglés), para analizar a profundidad el ruido que se genera y con ello buscar las herramientas necesarias que se puedan aplicar en la aviación.

El problema ya no radica tanto en que los aviones sean “ruidosos”, sino realmente lo que está poniendo en jaque a la población es la cantidad de operaciones al día. Ya el año pasado se rompió varias veces el “récord del día con más vuelos”, esto finalmente es lo que termina generando molestia, y eso que todavía no alcanzamos a nivel global las cifras pre pandemia.

Tenemos países que se encuentran preocupados con planes tan agresivos de crecimiento, como el caso de España y la futura ampliación al Aeropuerto Internacional de Barajas, en la comunidad de Madrid.

Otro aeropuerto que se ha visto envuelto en la polémica sobre el ruido es nada más que la sede de la aerolínea de bajo costo por excelencia en Europa, y nos referimos al Aeropuerto de Dublín, la casa de Ryanair, quienes van a toda máquina para incrementar su número de vuelos, por eso no resulta extraño que en diciembre del año pasado les haya caído una manifestación de las personas que viven en las inmediaciones de la terminal aérea, para quejarse tanto del ruido como de los planes que hay para expandir dicha terminal.

No deja de llamar la atención que mientras hay gente quejándose del ruido, hay otros que se quejan del recorte de las operaciones aeronáuticas; y no, no estoy hablando del AICM, sino del Aeropuerto de Schipol (Amsterdam), que tomó la determinación de bajar el nivel de sus operaciones para combatir el “ruido”.

Para mí resulta una verdadera paradoja las exigencias de cierta parte de la población que por un lado se quejan amargamente del ruido que generan las aeronaves pero por el otro también se quejan de que le “recorten” slots al AICM.

Esos que querían un HUB grandote, que siguen añorando al NAIM y que no ven que en el remotísimo caso de que llegase a ganar su candidata opositora y bajo el supuesto de que retomase la construcción de dicha terminal aérea, cerrando de manera definitiva el actual AICM, y limitando al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) a la aviación militar, los problemas del ruido no cesarían, porque al final, el discurso que manejan es el crecimiento de las operaciones aeronáuticas.

Y como ya lo vimos tanto, en el caso europeo como norteamericano, el problema como tal ya no son las aeronaves, sino la frecuencia de los vuelos, cada vez son más operaciones aeronáuticas sobre nuestras cabezas.

Yo me pregunto, ¿por qué mejor no colaborar de manera que exista una conciliación en cuanto al crecimiento de la industria y la mitigación del ruido?, colaborar con las autoridades correspondientes para llevar a cabo un verdadero trabajo que no termine en “proyectos” sin concluir o sin aplicarse como es el caso de la “NORMA Oficial Mexicana NOM-117-SCT3-2016, Que establece las especificaciones para la Gestión de la Fatiga en la tripulación de vuelo.” Publicada el 8 de diciembre del 2017, a pesar de haber sido aprobada desde 19 de octubre de 2016 y que en los hechos no se aplica en las compañías aéreas.

Áreas de oportunidad son muchas, esperemos que las candidatas tengan alguna propuesta viable sobre la industria aeronáutica, porque falta mucho por mejorar. Tanto los trabajadores como los ciudadanos requerimos de una aviación segura pero también sostenible con el medio ambiente, y que se convierta aún más en un polo de desarrollo importantísimo para el país.