Vesti la giubba e la faccia infarina. La gente paga e rider vole qua.

(Traduccion: Adelante payasos y payasas de la cámara: la gente les paga y quiere reír)

Tiene razón Álvaro Cueva en su artículo de este domingo en Milenio: “Lo menos importante de la reforma eléctrica es la reforma eléctrica. Seamos sinceros. Esto es un tema de alta desesperación política”.

Es bueno, aunque incompleto, el diagnóstico del columnista especializado en shows televisivos del diario propiedad de Francisco González —que ya no exige a sus lectores registrarse, algo que agradezco porque no lo voy a hacer—.

Cito al señor Cueva: “Es prácticamente la última oportunidad que va a tener la oposición para frenarle algo a AMLO. ¿Lo conseguirá?”.

Sin duda lo anterior es verdad, pero al colaborador de Milenio le faltó decir que la votación de este domingo sobre la ley eléctrica es también la última oportunidad de Morena para demostrar que es un partido capaz de vencer en una batalla fundamental sin que, en forma directa, lo encabece el presidente López Obrador.

La reforma eléctrica es una iniciativa de Andrés Manuel, pero este personaje no estará en la Cámara de Diputados y Diputadas para defenderla. ¿Podrá Morena lograr los votos necesarios para sacarla adelante? Lo veremos más tarde el día de hoy… si es que no se pospone o se retrasa la votación.

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De lo que se ha dicho —el propio presidente lo ha expresado así— debe concluirse que Morena no tendrá la mayoría que necesita.

Es decir, no ha habido en la Cámara de Diputados y Diputadas nadie con capacidad de operación política para convencer de las bondades de la reforma a los legisladores y las legisladoras de oposición. Sería un fracaso sobre todo del diputado Ignacio Mier.

¿Será un triunfo —en caso de que los pronósticos se cumplan— de diputados y diputadas del PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, etcétera?

Sería ingenuo ver una victoria opositora en el hecho de que la minoría no haya colaborado con la mayoría para lograr el número de votos que esta necesitaba.

Creo que, en el escenario de que la reforma constitucional no se logre, habrá un grupo derrotado y otro que no ganó nada. Perderá Morena, pues demostrará que sin AMLO en el frente de guerra no tiene potencia, y la oposición no ganará nada porque seguirá siendo lo que sido desde las campañas electorales de 2018: una minoría bastante lamentable.

De ahí que ambos bandos ya busquen, por la vía de las payasadas, disfrazar de heroísmo su incapacidad.

Son payasos —y payasas— los diputados y las diputadas de oposición que se han ido a dormir a la cámara desde una noche antes de la votación.

Son payasos —y payasas— los diputados y las diputadas de oposición que horas antes de la gran batalla se han reunido en un hotel de la Ciudad de México para cantar el Himno Nacional.

Payaso es una palabra que viene del italiano pagliaccio, que a su vez deriva del término latino palea (paja). Lo leí en un sitio de internet, http://etimologias.dechile.net/?payaso, y ello me lleva a concluir que nuestros legisladores y nuestras legisladoras son nada más monigotes de paja —y monigotas también, para no discriminar a nadie.