“Tus ojos son oscuros como el olvido,
tus labios apretados como el rencor,
tus manos, dos palomas que sienten frío,
tus venas tienen sangre de bandoneón.
Tus tangos son criaturas abandonadas
que cruzan sobre el barro del callejón cuando todas las puertas están cerradas
y ladran los fantasmas de la canción.
Malena canta el tango con voz quebrada;
Malena tiene pena de bandoneón”.
Homero Manzi
Esta semana, tan solo en la Ciudad de México, los contagios por Covid han aumentado en un 1200 por ciento. Y en últimos días, las hospitalizaciones producto de esta infección se han triplicado. A nivel nacional, el sábado el número de nuevos contagiados rompió récord al llegar a los 47 mil.
Aunque en menores proporciones que hace unos meses, la gente sigue muriendo a causa de este virus. Cada número, un ser humano. Una historia. Una familia. La cifra que da a conocer la Subsecretaria de Prevención y Promoción de la Salud alcanza las 301 mil 410 defunciones.
Primer lugar en muertes en el sector salud por Covid a nivel mundial, misma primera posición en número de niños huérfanos producto de la pandemia, además de ser México uno de los cuatro países con mayor número de casos de muertes por cada 100 mil habitantes.
Y el Ómicron tocó puerta en México cuando el personal de salud se ya se encontraba agotado. Dos años de atención a miles de infectados, además de los otros padecimientos varios, tiene un costo muy alto en quienes se encargan de proveer salud.
Pero, por si el Covid-19 no fuese suficiente, el sector salud en nuestro país está hecho trizas. Las propuestas de política pública de la actual administración presentan como resultado desabasto de medicinas, tratamientos, material y personal de salud; un mecanismo de compra de medicamentos en el mejor de los casos desarticulado; ausencia de reglas de operación y escaso financiamiento del Insabi a las distintas entidades de la República; un programa universal de vacunación roto; los servicios de atención de distintas enfermedades crónicas ausentes.
El mecanismo de compra de medicamentos está roto, lleva más de tres años así. Se requiere restablecerlo. Solo queda insistir. El gobierno ha fallado: ninguna de sus propuestas ha logrado frenar el desabasto.
Los tumultos en el Hospital de La Raza y en otros nosocomios, sea por falta de citas para atención y/o pruebas de detección, se mantienen. De igual forma, las fichas para consultas de especialidades en el IMSS escasean. Calvario la expedición de justificantes de ausencia a actividades laborales por infección de Covid por parte del Instituto. La corrección de datos o inclusión de datos faltantes en los certificados de vacunación de la SS, lo mismo.
Ante tanto dolor, la Secretaría de Salud ha dejado de publicar los datos sobre quienes velan por la salud de todos… ¿Cómo cuál? Por ejemplo, el número de personal médico por cada centro de salud que podrá hacer frente a la cuarta ola de contagios.
Más, aunque las cifras no se publiquen, sabemos bien que en México las vacunas no han llegado a toda la población, que muchos de los almacenes de fármacos siguen estando vacíos, que no son pocos los enfermos oncológicos que siguen sufriendo la falta vital de sus medicinas; vaya, que López Obrador no ha acudido al registro civil a cambiarse el nombre…
Fuera de payasadas presidenciales, el desabasto que hay no solo es en medicinas; ahora las pruebas de detección del Covid también han faltado, al grado de pedir a la población que mejor se quede en casa si tiene síntomas de infección. El juego que pretende la autoridad es perverso: se ha pedido a la población no comprar esas pruebas en redes sociales e internet, además de intentar cerrar el módulo dispuesto por la alcaldía Miguel Hidalgo que las suministra. Los razonamientos que dan las secretarías de Salud federal y capitalina carecen de sustento. ¿Qué pretenden?
A poco más de la mitad del sexenio, el sector salud —el público al menos— está colapsado. El presidente podrá haberse recuperado para hoy de su segunda infección de coronavirus, pero la Cuarta Transformación está enferma; absolutamente reprobada. Hay que decirlo con todas sus letras.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero